domingo, 31 de diciembre de 2023

Compasión por la humanidad - Grandes ciudades

Mateo 9:36
INTRODUCCIÓN
En esta semana, la palabra principal será “compasión”. Siendo así, vamos a desafiarnos a aprender la palabra “compasión” en el idioma griego: Esplagnisomai.

Se puede traducir también como “sentir simpatía, lástima, ser movido a misericordia de corazón”.
Spurgeon dijo que esta palabra griega “Es muy notable. No se halla en el griego clásico, no se halla en la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento).
Era una palabra creada por los evangelistas (Mateo, Marcos y Lucas). Ellos no hallaron una palabra en todo el idioma griego que lograra su propósito, y por eso la crearon.
Expresa la emoción más profunda, un dolor en las entrañas, una punzada en el estómago, un anhelo interior con lástima. El corazón de Cristo estaba listo para estallar de lástima por el dolor que sus ojos miraban. Tuvo compasión por los que sufrían ante él. Si sumáramos el carácter entero de Cristo, podría resumir a una frase: ‘Tuvo compasión de ellos’. Sí, eso es Esplagnisomai.

Podemos deducir que la razón por la que no había palabra para describir “la compasión” en el idioma griego, era porque la nación greco-romana no sentía dicha emoción. Era una civilización degenerada en crueldad.
El Apóstol Pablo describe a esta “civilización” como gente
“sin afecto natural (que no aman),
implacables (que no perdonan),
sin misericordia (que no tienen compasión)” (Romanos 1:31).

El Dr. Charles Hodge dijo: “El retrato que se pinta aquí es oscuro, aunque no es tan oscuro como el que presentan los más distinguidos autores griegos y latinos de sus propios coterráneos (en el primer siglo).

I. COMPASIÓN POR LAS CIUDADES (Mateo 9:35)

Jesús recorría “todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia”.
Vivir en una ciudad es cada vez más complicado.
Las 7 ciudades con mayor número de habitantes en el mundo son: 
Tokio con 37.800.000, 
Nueva Delhi con 27.000,000, 
Seúl con 25.000.000, 
Shangai con 24.750.000, 
Bombay con 23.140.000, 
Ciudad de México con 21.600.000 y 
Sao Paulo con 21.200.000.

Las palabras que definen a una gran ciudad, serían: congestión, inmoralidad, caos, violencia y descontrol.

En los tiempos de Cristo, no era muy diferente. Había ciudades inmensas.
Hablemos de lo despiadados que eran los romanos, y su crueldad sanguinaria en los coliseos, donde la gente se regodeaba en borrachera mientras gladiadores, y hasta niños pequeños eran despedazados por osos y leones salvajes. También era una práctica común de estos paganos “abandonar” a sus bebes recién nacidos, no deseados a la intemperie para morir en los campos y bosques, en una forma cruel de aborto.
Pero cuando Cristo vino, sus seguidores salvaron a muchos de ellos. Y era común que aquellos primeros cristianos fueran a los campos y bosques a rescatar bebés que lloraban, abandonados allí para morir.
La compasión de esos primeros cristianos era una novedad en el mundo greco-romano del primer siglo. Y era una de las grandes características de la nueva religión que atrajo a decenas de miles de personas a las iglesias. ¡Aquellos primeros cristianos habían aprendido de Cristo mismo a tener compasión!

Cristo no temió a las ciudades. El texto dice que Jesús recorría todas las ciudades y aldeas. Todas (había unas 200). Su pasión por alcanzar todas las ciudades grandes y pequeñas reflejaba su preocupación por las miles de personas que viven en ellas.
Cristo podía haberse quedado en una sola ciudad. Había suficiente trabajo que realizar en Jerusalén o en otra ciudad.

a. Me imagino a Jesús comenzando el día y sus discípulos le dicen: Maestro, no hemos terminado la obra aquí, tenemos que sanar a muchos enfermos, hay que terminar el trabajo-. Jesús debe haber contestado: debo predicar en todas las ciudades vecinas, para eso he sido enviado. Pensaba en la ciudad próxima, y en la siguiente, y en la de más allá. Pensaba en las ciudades en las que jamás había trabajado.
b. Pablo tuvo la misma visión. Hablaba de los “lugares más allá” (2 Corintios 10:16), zonas no ocupadas. Dijo que debía ir a España y a Roma (Romanos 15:23, 24). Él también entendió que el evangelio tenía que llevarse a todo el mundo.
c. Tenemos que alimentar a todos. Cuando el Señor alimentó a los cinco mil, hizo sentar a todos en muchas filas, luego de bendecir el pan y comisionar a sus discípulos a que entregaran el pan a toda la multitud. ¿Acaso los discípulos insistían solo en alimentar a la primera fila, ofreciendo a cada uno de ellos una segunda porción? ¡No! ¡Mil veces no! Si hubieran hecho eso, los de la última fila habrían vociferado -¡Atiéndanos a los que no hemos recibido nada, nos estamos muriendo de hambre!-
d. Hoy hablamos de la segunda venida de Cristo, ¡y qué injusto que algunos no hayan oído siquiera de la primera! Parece que los de las primeras filas están sobre alimentados y hasta sufren de indigestión espiritual.
e. La compasión de Cristo nos enseña que tenemos que ir a atender a los de las filas posteriores, hambrientos por pan de vida.

ONÉSIMO


¿Es esto un asunto de fe? (Del evangelio) 

¿O es un asunto de afecto? (Cultural) 

“La misión es la madre de la Teología” Martin Khaler (1909). 

“Es la misión que obliga ala teología a hacerse nuevas preguntas” (Bakke, 95). 

Pablo “El estratega de la misión urbana por excelencia” (Bakke, 96). 

Atenas “era un lugar donde la cultura dominaba” (Bakke, 96). 

Pablo había crecido en una ciudad de buen tamaño: Tarso. Por eso, era Bucio rural y políglota, y la iglesia tuvo la fortuna de tenerlo como arquitecto de la misión urbana” (Bakke, 97). 

“La vocación más estratégica en cualquier ciudad antigua del Medio Oriente era el trabajo con cuero” (Bakke, 98). 

Corinto “había perdido su brillo… era la ciudad del ayer” (Bakke, 99). 

“Éfeso era la ciudad pluralista más grande de Asia occidental”(Bakke, 100).

"Filemón llevó el mensaje del evangelio a su casa, y comenzó una iglesia en su propia casa.

Ahora bien, Filemón tenía un esclavo cuyo nombre era Onésimo, que, de paso, era un juego de palabras respecto a su valor como propiedad, porque el nombre significa «redituable» o «útil». Los eruditos que han analizado la cultura de los esclavos de esa región han sugerido que Onésimo era posiblemente un esclavo capturado, un esclavo que había sido contratado de por vida y, por lo tanto, un esclavo en quien se depositaba cierto grado de confianza. Pero, como posiblemente saben, en este segundo acto, este esclavo roba dinero de su dueño y lo utiliza para financiar su huida a un lugar lejano. De hecho, toma el dinero y corre.

¿Han escuchado que «todos los caminos llevan a Roma»? Pues bien, un senador romano una vez agregó: «Y todas las alcantarillas también!» No sólo todos los caminos llevaban a la gigantesca capital del Imperio Romano, sino que las alcantarillas, que corrían colina abajo, llegaban alli también. Como resultado de eso, la ciudad tendía a convertirse en un tazón de desperdicios, tanto figurativa como literalmente. Lo que era cierto entonces es cierto hoy también.

Debiéramos esperarlo: siempre ha sido así porque en una ciudad uno puede esconderse. (¿No es eso lo que hicieron los espías Israelitas en Jericó, como descubrimos en el capítulo 3?) Las personas en riesgo y quienes escapan de algo huyen a la ciudad, porque pueden perderse en medio de la multitud que la habita. Así que, cuando Onésimo huyó de Asia, fue a Europa, a Roma. Era un refugiado intercontinental, un fugitivo que robó dinero en Asia y huyó a Europa para perderse en la multitud urbana. Y allí es donde se cierra la cortina del segundo acto: una iglesia casera muy desilusionada, una iglesia casera a la que tal vez le faltaban las ofrendas; un terrateniente que estaba avergonzado de haber puesto la confianza en un esclavo, y un esclavo fugitivo que había huido a Roma para perderse en la multitud" (Bakke, 2002, 104).

Según Bakke (2002, 111): "En el siglo 4 AC, Aristóteles había escrito un libro llamada 'La política', en el que dedicaba un capítulo entero a los esclavos. Las enseñanzas de Aristóteles dicen que el esclavo no es una persona, sino una propiedad. No solo eso, sino que si un esclavo huye y uno lo atrapa, se debe marcarlo con una tenaza caliente con la letra 'F', que significa fugitivo en latín. De esa manera, durante el resto de su vida, cualquiera que viera esa profunda cicatriz en frente sabría que había sido un refugiado. Pero si el esclavo fugitivo había robado dinero, entonces no había que marcarlo: había que ejecutarlo. Esa era la ley romana, a la cual Aristóteles ayudó a moldear y reformular".

Pero había una tercera opción, que debido a "las demandas expresadas con tanto tino por Pablo, éste no podía castigar a Onésimo bajo las dos primeras condiciones de la ley. Así que todos su esclavos iban a poder huir y convertirse en creyentes" (Bakke, 2002, 113).

Pablo había dicho 'No hay diferencia' (Bakke, 2002, 112), pero pasaron al menos quince años para que se desarrollara una iglesia casera integrada".

"Esta situación estaba transformándose en una gran catástrofe económica en la comunidad de las ciudades gemelas y, probablemente en una crisis personal para Filemón y también para su iglesia". (Bakke, 2002, 113).

"La misión urbana tiene un alto costo porque hay que pagar no solo el costo de llegar a las personas sino el precio de dejarlas en libertad. ¡Hay que pagar un doble costo! (Bakke, 2002, 114).

"Sí, el discipulado es caro. Reclutar y evangelizar a las personas en necesidad y en situación de riesgo siempre nos cuesta, como estoy seguro que muchos misioneros les pueden decir con lujo de detalles. Uno nunca deja de pagar por los conversos, de un modo o de otro. La misión tiene que ver justamente con eso. Es un llamado para el resto de su vida, y más vale que sus presupuestos comiencen a reflejar eso. Ustedes no pueden evangelizar solo con un 'toco y me voy': la evangelización de ciudades solo se establece a un alto precio". (Bakke, 2002, 114).

"Es sorprendente, ¿verdad?, que en el transcurso de aproximadamente una década de la desaparición del último de los apóstoles vivientes, la iglesia de Efeso, la iglesia más estratégica de toda Asia, haya instalado a un ex esclavo como su pastor y obispo líder.

Ilustración
El Dr. Duff, el gran misionero veterano de la India, regresó a Escocia para morir, y al hallarse frente a los altos líderes de su iglesia, hizo su llamado, pero no encontró respuesta. En la mitad de su llamado, se desmayó y fue retirado de la plataforma. El médico se inclinó sobre él, examinándole el corazón. Abrió los ojos:

—¿Dónde estoy? —Exclamó— ¿Dónde estoy?
—Quédese quieto —dijo el médico—, su corazón está muy débil.
—Pero —exclamó el antiguo luchador—, ¡tengo que terminar mi llamado! Llévenme nuevamente. Llévenme nuevamente. No he terminado aún mi llamado.
—Quédese quieto —repitió el médico—, está muy débil para volver.
Pero el anciano misionero se esforzó por ponerse de pie, su determinación venció la debilidad y, con el médico a un lado y otro ayudante del otro, el luchador de cabello blanco fue conducido nuevamente a la plataforma y, mientras ascendía por los escalones del púlpito, toda la asamblea se puso de pie en su honor. Luego continuó su llamado:
—Cuando la reina Victoria llama por voluntarios para la India —exclamó—, cientos de jóvenes responden; pero cuando llama el rey Jesús, nadie acude.
Hizo una pausa, y retomó el discurso:
—¿Es cierto —preguntó— que Escocia ya no tiene hijos para dar a la India? Nuevamente hizo una pausa.
- Muy bien —concluyó—, si Escocia ya no tiene jóvenes para mandar a la India, entonces, anciano y gastado como estoy, yo regresaré, y si no puedo predicar me recostaré en las costas del Ganges y allí esperaré morir, para que sepa la gente de la India que por lo menos hay un hombre en Escocia que tiene suficiente interés por sus almas y que está dispuesto a dar su vida por ellos.

Al instante varios jóvenes de entre la asamblea se pusieron de pie y gritaban:
—¡Yo iré! ¡Yo iré! ¡Yo iré!

Después de morir, el famoso misionero, muchos de esos mismos jóvenes fueron por los caminos de la India, para entregar sus vidas como misioneros, como resultado del llamado que Dios hizo por medio del doctor Duff.
Amigo mío, ¿te has acomodado tanto en este mundo y has perdido la visión de Cristo de llegar a todas las ciudades? ¿Quieres ir? ¿Te ha hablado Dios? ¿Has escuchado su llamado? ¿No contestarías: «Señor, heme aquí, envíame a mí?» (Isaías 6:8). Y si no puedes ir, ¿enviarías a un reemplazante? El mundo espera por compasión y la decisión está en tus manos.

II. COMPASIÓN POR LAS MULTITUDES 

“Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor”. (Mateo 9:36).

Mateo describe lo que Jesús vio en las multitudes y ¿cuál fue su reacción?
Emplea dos términos gráficos para describir la condición de las multitudes:
a. El primer término que describe las multitudes es “acosadas” que traduce una palabra griega que significa: abatido, azotado, agotado, afligido.
b. El ser humano ha destrozado su planeta, ha ocasionado devastación de flora y fauna. Todo esto ha afectado a millones de habitantes de continentes enteros. Además ha hecho una mala distribución de las riquezas.
La desigualdad es abrumadora: 85 millonarios poseen lo que 3500 millones de pobres. Traducido en números, casi la mitad de la riqueza mundial está en manos de un insignificante 1% y la otra mitad se reparte entre los 99% restantes.
c. Esa aflicción de las multitudes afligía a Cristo. No obstante, él iba más lejos. Le afligía, sobre todo, la pobreza espiritual y moral; un mundo que perdió los valores y principios y que marcha a la deriva.
d. El segundo término, “desamparado”, significa: tirado, echado, esparcido, desparramado. Describe en este término una multitud sin dirección, sin sentido. Y eso es exactamente lo que también pasa en el mundo.
¿Qué sientes cuando ves una multitud de miles de jóvenes, cargados de adrenalina, gritando eufóricos por su equipo de futbol? ¿Cuál es tu actitud frente a una multitud que desfila a favor del aborto o a favor del matrimonio gay?
Es una multitud que perdió el sentido, que no tiene brújula. La filosofía de este mundo la ha engañado. “No necesitas de Dios”, le han dicho. No necesitas de normas; tú eres tu propia norma. No hay un destino mejor; la muerte es el final. Entonces, ¿hacia dónde va?

Cristo completa la frase al decir, que no tienen pastor. Los “pastores del mundo están llevando a las multitudes al caos, las han conducido al borde del abismo, al verdadero holocausto”.

Conclusión

El sentimiento de Cristo nos impresiona. Él sentía compasión por las ciudades y las multitudes. Un amor profundo, un amor que llega a doler en los intestinos. En realidad, no es solo la multitud que le preocupa, es la suma de cada uno de los individuos que la compone.
El día que Jesús entraba a Jericó, una multitud lo acompañaba y otra lo recibía. Un individuo, subido al árbol, camuflado entre el follaje, quería ver a Jesús. Tenía un interno sentimiento de admiración y una necesidad urgente de un cambio. Jesús pasó cerca de él, y sin titubear, lo llamó por su nombre y le dijo que ese día, le era necesario alojarse en su casa.

Hoy, tal vez estés escondido entre la multitud creyendo que pasarás desapercibido, pero, la verdad es que Dios, incluso entre la multitud, te ve y tiene un interés especial en ti y te habla y quiere que formes parte de su equipo, el cual tiene una misión en cada ciudad y en medio de las multitudes.
El día que Jesús entró en Jerusalén montado en un asno, se detuvo y lloró en medio del lugar. No lloró por sí mismo, lloraba por el fatal destino de los millares de la ciudad, por la ceguera y dureza de corazón de aquellos a quienes él vino a bendecir y salvar.
Él llora por la multitud, pero también llora por ti, porque te quiere salvar y quiere invitarte a unirte a su equipo de rescate, en los momentos más difíciles de la humanidad.
El ama las multitudes porque un día, una multitud, que nadie podrá contar, de todas las naciones y razas y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y llevando palmas en sus manos, aclamará a gran voz diciendo. ¡La salvación pertenece a nuestro Dios...! (Apocalipsis 7:9,10)
Entonces ¿Quieres ser parte de esa gran Multitud?

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