“Yo te haré luz para los gentiles, y llevarás mi salvación a los confines de la tierra” (Lucas 49:6, NTV).
Uno de los relatos más inspiradores de la Biblia, un relato de “ministerio transcultural”, se encuentra en el libro de Ester. Por milenios se ha escrito mucho sobre este libro, y hasta el día de hoy muchos judíos celebran la fiesta de Purim, basada en Ester 9:26 al 31.
Ester y su pariente Mardoqueo eran judíos que vivían en la capital del Imperio Persa, Susa. Por alguna razón, a diferencia de otros judíos que habían regresado a Judá, ellos, junto con otros, se quedaron en la tierra de su cautiverio. Entonces, por una serie de providencias, Ester se convierte en reina. “Y el rey amó a Ester más que a todas las mujeres, y halló más gracia y más favor ante él que todas las doncellas; y puso la corona real en su cabeza y la declaró reina en lugar de Vasti” (Ester 2:17).
En esa función, Ester, aunque a regañadientes, pudo desempeñar un papel importante en la historia bíblica. A su manera, esta historia muestra cómo el pueblo de Dios, incluso en entornos extranjeros, puede dar testimonio de la verdad.
Si tienes tiempo, lee (u ojea) el libro de Ester para el estudio de esta semana.
I. CAUTIVOS EN UNA CULTURA EXTRANJERA
Cautivos en una cultura extranjera.
Nunca es fácil abandonar la patria por una cultura extranjera. Quizás hoy nos resulte difícil comprender lo que tuvieron que afrontar los judíos: primero, bajo el dominio de los babilonios; y luego, bajo los persas.
Ninguno de nosotros, por ejemplo, vive en un país adventista donde los principios de nuestra fe sean, en alguna medida, la ley del país. Pero, antes de ser deportado, el pueblo judío vivía en su propio país, donde los principios de su fe también estaban consagrados en la ley nacional. Por un lado, piensa en lo fácil que debió haber sido ser fiel a Dios. Después de todo, ¿cuánto más fácil sería guardar el sábado si su observancia estuviera consagrada en los códigos legales de la nación?
Por otra parte, la historia sagrada nos ha mostrado que cualesquiera que sean los decretos terrenales, aunque sean favorables a la fe, la fidelidad debe provenir del corazón, desde adentro. De lo contrario, el pecado, la apostasía y la ruina seguramente vendrán como resultado.
“Dice, pues, el Señor: ‘Este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor hacia mí fue enseñado por mandato de hombres’ ” (Isa. 29:13).
En cambio, para quienes están decididos a ser fieles, ni siquiera el entorno más desfavorable puede apartarlos de la obediencia.
Lee Daniel 1:1 al 12; 3:1 al 12; y 6:1 al 9. Aunque cada situación es única, ¿qué revelan estos relatos acerca de los desafíos que puede enfrentar el pueblo de Dios al vivir en una cultura extranjera?
Sin importar quiénes seamos o dónde vivamos, estamos inmersos en un entorno que, hasta cierto punto, ya sea por las propias leyes o por la cultura, o por ambas cosas, puede suponer un gran desafío para nuestra fe y nuestro testimonio. Estos relatos de Daniel, aunque siempre tienen un final “feliz”, revelan que aun en circunstancias difíciles la gente puede permanecer fiel a Dios. Y, por más que ninguno de estos relatos hubiera acabado bien, no cabe duda de que estos hombres hicieron lo correcto.
¿Qué desafíos a tu fe estás enfrentando en tu propia cultura? ¿Cómo respondes a ellos?
II. ANTE UN TRIBUNAL EXTRANJERO
Finalmente, tras la caída de Babilonia y el ascenso de Medopersia, muchos de los judíos regresaron a sus tierras ancestrales. Pero no todos volvieron. Algunos se quedaron donde habían estado viviendo durante una o más generaciones.
Con estos antecedentes en mente, tenemos un fragmento del contexto de la historia de Ester. “En esos días Asuero reinaba desde su trono real que estaba en Susa, la capital” (Est. 1:2). Aquí es donde se desarrolla la narración bíblica, el Imperio Persa, bajo este rey.
En el capítulo 1, la reina Vasti cae en desgracia ante el rey, lo que lo lleva a buscar otra reina; una que sustituyera a la ahora desfavorecida Vasti. En este contexto, aparecen por primera vez Ester y su primo, Mardoqueo.
Lee Ester 2:1 al 9. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de la situación de Mardoqueo y de Ester?
Parece que Mardoqueo, como funcionario de la realeza, estaba sentado a la puerta del palacio y residía en la ciudad de Susa con Ester, su hija adoptiva, o prima. Debido a su posición y al lugar en que vivían, estaban inmersos en la cultura persa. Esta debe ser, al menos en parte, la razón por la que eligieron a Ester para presentarla ante el rey: “Ester fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai, guarda de las mujeres” (Ester 2:8).
Lee Ester 2:10 y 20. ¿Qué estaba sucediendo aquí y por qué Mardoqueo le dio esa orden?
Aunque el texto no dice exactamente por qué, no es difícil adivinarlo. Como extranjeros en una cultura y una religión extrañas que, como veremos, podían ser hostiles, fueron prudentes al guardar silencio sobre su familia y su pueblo.
Piensa en qué circunstancias podrías ser prudente y no hablar abiertamente de tu fe. ¿O nunca deberíamos hacer eso? ¿Por qué?
III. EL TESTIMONIO FIEL DE MARDOQUEO
Al vivir en una tierra extranjera y permanecer fieles a Dios, tarde o temprano Mardoqueo y Ester iban a enfrentar problemas. Sin duda, este fue el caso de Mardoqueo.
Lee Ester 3:1 al 15. ¿Qué sucedió aquí y por qué?
En Ester 3, nos enteramos de que el rey Jerjes (Asuero) honró a Amán y le dio un alto cargo con plenos poderes. A todos se les dijo que debían inclinarse ante Amán. Pero leemos: “Pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba” (Est. 3:2). La Biblia no da la razón por la que Mardoqueo no se arrodilló ante este hombre; pero nosotros sabemos por qué. Él era un judío fiel. Mardoqueo no estaba dispuesto a rendir homenaje a un descendiente de Agag, un amalecita, enemigo de su pueblo desde el Éxodo (Deut. 25:19). ¿Cómo podría un judío fiel arrodillarse ante un amalecita? ¿O adorar a alguien que no fuera el Señor?
“Y los siervos del rey que estaban a la puerta preguntaron a Mardoqueo: ‘¿Por qué desobedeces la orden del rey?’ ” (Ester 3:3). Aunque no sabemos en detalle cómo respondió, el versículo siguiente dice que Mardoqueo “les había declarado que era judío” (Est. 3:4). Seguramente, en esa respuesta Mardoqueo tuvo la oportunidad de explicar que, como adorador del Dios que creó los cielos y la tierra, no podía adorar a ningún ser humano pecador. Sin duda, en cierta medida Mardoqueo pudo dar testimonio de su fe; una fe a la que se adhirió con tanta fuerza que puso en peligro a él mismo y, por desgracia, a los demás.
“A causa de Daniel y sus compañeros, y de Mardoqueo, brilló una luz resplandeciente en medio de las tinieblas morales de las cortes reales de Babilonia” (R&H 13/05/1884).
Cuando Amán quiso destruir al pueblo judío, la descripción que dio fue: “Hay cierto pueblo disperso y diseminado entre los pueblos de todas las provincias del reino, cuyas leyes y costumbres son diferentes de las de todos los demás. ¡No obedecen las leyes del reino, y a Su Majestad no le conviene tolerarlos!” (Ester 3:8, NVI). ¿Un pueblo cuyas costumbres son diferentes y que no obedece las leyes del rey? Una receta perfecta para la persecución.
¿De qué modo, incluso ahora, podemos ser probados como lo fue Mardoqueo? ¿Cómo debemos responder?
IV. PARA ESTA HORA
Lee Ester 4:1 al 14. ¿Por qué en ese momento se consideró apropiado que Ester se identificara como judía?
Cuando Mardoqueo se puso en contacto con Ester para pedirle ayuda, ella llevaba varios años casada con Asuero, pero en Persia había una ley: nadie podía acercarse al trono del rey sin invitación expresa del monarca. Cualquiera que no respetara esta regla arriesgaba su vida. Ester, aunque sabía del riesgo que corría, de todos modos entró en la sala del trono sin ser invitada.
La fe de Mardoqueo intentó despertar la fe de Ester. El corazón del libro de Ester se encuentra en las palabras de Mardoqueo a Ester: “Entonces Mardoqueo dijo que respondiesen a Ester: ‘No pienses que por estar en la casa del rey serás la única en librarte entre todos los judíos. Porque si del todo callas ahora, respiro y liberación tendrán los judíos de otra parte; pero tú y la casa de tu padre perecerán. Y ¿quién sabe si no fue para esta hora que has llegado al reino?’ ” (Ester 4:13, 14).
La fe de Ester fue puesta a prueba cuando Mardoqueo apeló a su amor por su pueblo. Nadie sabía que era judía, salvo Mardoqueo, y una vez que tomó la decisión de involucrarse, no dudó en arriesgar su vida.
Su fe en Dios era fuerte, y sabía que, sin la ayuda de Dios, no podría tener éxito. Su respuesta a Mardoqueo revela su fe: “Ve, reúne a los judíos que se hallan en Susa, ayunen por mí y no coman ni beban durante tres días, ni noche ni día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente. Entonces iré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley. Y si perezco, que perezca” (Est. 4:16). Mardoqueo envió esta información a toda la comunidad judía de Susa, y mientras ellos ayunaban y oraban, Ester se preparó para el peligroso momento. “Al tercer día Ester se puso su vestido real y se presentó en el patio interior del palacio del rey, frente al aposento del rey. El rey estaba sentado en su trono real en el aposento regio, frente a la puerta del aposento. Cuando él vio a la reina Ester en el patio, ella obtuvo gracia en sus ojos, y el rey le extendió el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro” (Ester 5:1, 2).
Para los judíos, en una situación como la que se describe arriba, indudablemente la oración acompañaría al ayuno. Es decir, aunque actuaron en beneficio personal, la oración fue fundamental en la respuesta. ¿Qué lección obvia podemos extraer de esto?
V. EL MILAGRO DE PURIM
Los comentaristas llevan milenios señalando que el nombre de Dios no aparece en el libro de Ester. Este es el único libro de la Biblia en el que ocurre un fenómeno como este. No obstante, los judíos pudieron reconocer el accionar de Dios en la gran liberación en favor de ellos, y el pueblo de Dios escogió este libro para incluirlo en el canon bíblico.
¿Somos capaces de percibir la presencia de Dios bajo la superficie de nuestra vida cotidiana? Las acciones de Dios pueden asumir la apariencia de acontecimientos normales y naturales; y si no les prestamos mucha atención, no notaremos la presencia de Dios.
Lee Ester 9:1 al 12. ¿Cuál fue el resultado del esfuerzo de Ester?
El milagro de Purim adopta una forma muy inusual. El milagro está oculto, disfrazado de acontecimientos aparentemente naturales. La ley para destruir a los judíos no fue revocada, pero se emitió una nueva ley, lo que permitió que los judíos se defendieran.
Además, observa que sucedió algo más, y cómo Dios obró mediante estos acontecimientos. Los persas notaron las acciones de Dios en favor de los judíos.
¿Y el resultado?
“Y muchos de los otros pueblos se hacían judíos” (Est. 8:17). Este es un gran ejemplo de cómo el Señor pudo obrar para llevar a las almas perdidas al conocimiento de él.
Los dirigentes del pueblo judío reconocieron la obra de Dios. Cuando los judíos salieron victoriosos en su defensa, declararon una fecha anual (llamada Purim) en conmemoración y celebración de esa victoria. Continúa siendo una tradición dedicar esos días festivos a dar gracias a Dios para recordar su liberación.
Desafío: Ora para que Dios te dé el valor de compartir algo que él ha hecho por ti con una de las personas de tu lista de oración esta semana.
Desafío avanzado: Comienza un diario de pequeñas (o grandes) cosas especiales que Dios hace por ti. Revísalo y ora para que Dios traiga estas cosas a tu mente en el momento justo para que puedas compartirlas con alguien.
CONCLUSIÓN
“A toda casa y toda escuela, a todo padre, maestro y niño sobre los cuales ha brillado la luz del evangelio, se formula en este momento crítico la pregunta que se le hizo a Ester en aquella crisis decisiva de la historia de Israel: ‘¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?’ ” (Ed, 263).
“En tiempos antiguos, el Señor realizó maravillas mediante mujeres consagradas que unieron sus esfuerzos con aquellos hombres que habían sido llamados a ser los representantes de Dios. Hubo mujeres que ganaron grandes y decisivas victorias. Más de una vez en tiempos de crisis, fueron colocadas en posiciones importantes que les permitieron salvar muchas vidas. Mediante la reina Ester, el Señor efectuó una poderosa liberación de su pueblo. Cuando parecía que no había poder humano que pudiera salvarlos, Ester y las mujeres asociadas con ella oraron, ayunaron y actuaron prestamente, y lograron la salvación de su pueblo. [...]
“Un estudio de la obra de las mujeres en relación con la causa de Dios en tiempos del Antiguo Testamento nos enseñará lecciones que nos capacitarán para enfrentar las emergencias en nuestros días. Quizá no confrontemos una situación tan crítica ni seamos colocadas en un lugar tan prominente como le ocurrió al pueblo de Dios en los días de Ester. Sin embargo, muchas mujeres convertidas pueden realizar cosas importantes desde posiciones más humildes. Muchas lo han hecho y aún están listas para hacerlo” (HDD, 44).
Según Bakke (2002, 41): "La coreografía de la misión es mucho más grande lo que hemos imaginado, y Ester nos recuerda que Dios está llamando a las personas menos esperadas para que vayan a los lugares menos imaginados".
Preguntas para dialogar:
El libro de Ester nos deja algunas preguntas sin respuesta; sobre todo, en lo que se refiere al rol de Ester en la corte del rey, a pesar de que fue elevada a la función de reina. ¿Es posible conciliar estas cosas con su fe? ¿De qué manera?
Las famosas palabras de Ester: “Y si perezco, que perezca” (Est. 4:16) han resonado a lo largo de los milenios como un ejemplo de fidelidad incluso ante la muerte. ¿Cómo reflejan sus palabras lo que el pueblo de Dios enfrentará en los últimos días, cuando los asuntos descritos en Apocalipsis 13 se hagan realidad?
En clase, repasa la pregunta que se encuentra al final del estudio del lunes, acerca de no revelar tu fe en ciertas ocasiones. ¿Debería ser ese nuestro caso?
Bakke, Raymond. Misión integral en la ciudad. Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2002.
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