“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mateo 5:13). “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14).
INTRODUCCIÓN
• Dios nos creó para que andemos en buenas obras.
• Dios nos envía como la sal de tierra, para dar sabor, preservar y sanar.
• Dios nos envía como la luz del mundo, para llevar la verdad y revelar a Jesús.
• Dios nos llama PARA EL BIEN DE LOS DEMÁS.
PROPOSICIÓN
¿Cómo podemos llegar a ser un pueblo para el bien de los demás?
1. SIENDO EL PUEBLO (LAOS) DE DIOS
Aunque el concepto de ser el pueblo de Dios es aceptado por todos, sin embargo, ha causado poco impacto sobre los miembros de la iglesia
"Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
La mayoría de los miembros no se identifican a sí mismo como pueblo de Dios, ni saben cuál es el rol que deben cumplir como pueblo de Dios para el bien de los demás. Parece que la iglesia, rechaza de alguna ma- nera, el ser considerado laico, “pueblo de Dios”.
"Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jeremías 31:33).
• El pueblo de Dios entró en el nuevo pacto
1. Dios nos aceptó como su pueblo
2. Nosotros lo aceptamos como nuestro Dios.
3. Dios escribe su Ley en nuestros corazones y nos transforma.
Comprendamos que somos pueblo de Dios, llamados para el bien de los demás.
• ¿Cuál es el perfil del pueblo de Dios?
1. Vive en comunión con Dios a través de la oración y el estudio de su Palabra.
2. Vive en relación unos con otros, organizado en parejas misioneras, unido a la Unidad de Acción y del Grupo Pequeño.
3. Vive en misión constante, lleno de buenas obras para el bien de los demás, trayendo personas a los pies de Jesús.
2. SIENDO MINISTROS DE DIOS.
Considerarnos ministros de Dios nos transforma de espectadores en actores, de controladores en apoyadores.
Cada miembro es un ministro de Dios. “Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anun- ciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
• Nuestros dones en las manos de Dios 1. Para el bien de los demás.
2. Para llevar personas a los pies de Cristo.
• Lo que representa ser ministros de Dios
1. Todos hemos sido llamados por Dios para cumplir un ministerio.
2. Todos somos santificados por Dios para ser un pueblo santo.
3. Todos somos enviados por Dios para el bien de los demás, es decir, para buscar y salvar a los perdidos.
Frente a dificultades tan grandes, ¿cómo puede llegar a ser una realidad el ministerio de los voluntarios?
• Descubriendo nuestros dones para el bien de los demás.
1. Cuando aceptamos que somos ministros de Dios, entonces nues- tros dones serán para el bien de los demás.
2. Los dones son aquellas habilidades y destrezas que Dios nos ha dado, es decir, aquellas cosas que hacemos mejor.
3. Estas competencias puestas para el servicio de los demás, nos hará llevar personas a Cristo.
El ministerio no debe quedar restringido por las muchas necesidades, sino debe ser motivado por los dones que Dios le ha dado.
Como usted es un ministro, encuentre maneras de "usar su don para ministrarlo a otros” (1 Pedro 4:10). El ministerio comienza con la persona, no con el trabajo.
3. SIENDO VOLUNTARIOS DE DIOS.
Considerarnos voluntarios de Dios nos transforma en personas que vi- ven para el bien de los demás.
Significado de ser voluntarios de Dios. Los cristianos identificando sus dones y poniéndolos a favor de los demás. Cada uno de nosotros representa un voluntario, una persona llena de acciones de servicio.
Una manera de identificar y cumplir el ministerio es identificar la singularidad propia, lo que a uno le gusta hacer, lo que ve que puede hacer por el mundo, lo que uno puede ofrecer.
El corazón del ministerio es ser voluntario. El voluntario es aquel que acepta el llamado de Dios para una misión o ministerio.
Para cumplir exitosamente nuestro ministerio Dios nos da dones, ta- lentos, habilidades y destrezas personales que deben ser usados para el bien de los demás.
• Característica de un pueblo de voluntarios
1. Encuentra posibilidades para usar sus dones.
2. Le da importancia al servicio.
3. Su iglesia crece permanente.
• Visión del discipulado
1. El discipulado es la dedicación de toda la vida al servicio de los demás. No es un evento.
2. Es un continuo descubrir el tipo de apoyo que necesitan las perso- nas para llevarlas a Cristo.
Como se hacen los discípulos. Simplemente necesitan ser animadas.
CONCLUSIÓN
1. Cerca del 1% corresponde al clero o pastores.
2. Cerca del 10% a los “discípulos", que son las personas cuyos dones están al servicio del bien de los demás. Estas personas son indis- pensables para la vida de la iglesia y necesitan recibir ánimo para realizar su ministerio con alegría.
3. Sin embargo, hay más del 80% de los que se llaman “miembros de iglesia", los cuales básicamente no están involucrados en el bienes- tar de los demás.
Seamos el pueblo para el bien de los demás:
1. Siendo el pueblo (Laos) de Dios.
2. Siendo ministros de Dios.
3. Siendo voluntarios de Dios.
MI DECISIÓN
1. De ser pueblo de Dios, consagrado y dedicado a él.
2. De aceptar el ministerio de la reconciliación, para el bien de los demás.
3. De convertirnos en voluntarios que dedicamos nuestros dones al servicio de Dios.
MI ORACIÓN
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