domingo, 10 de diciembre de 2023

Testificar con el Poder del Espíritu

"Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios". Hechos 4:31.


¿Cuándo sentiste que el Espíritu Santo estaba trabajando poderosamente a través de tu testimonio?
¿Alguna vez te has sentido aprensivo o temeroso de compartir tu fe? ¿De qué manera un conocimiento del ministerio del Espíritu Santo reduce ese miedo y te da seguridad como testigo?
¿Cómo nos capacita el Espíritu Santo para testificar y trabajar en la vida de los demás al dar testimonio?¿Por qué la Biblia es un componente tan crucial de nuestra fe y testimonio? 
¿Cómo podemos evitar las trampas de aquellos que, aun cuando afirman creer en la Biblia, socavan sutilmente su autoridad y su testimonio?

Cuando Jesús ordenó a los primeros creyentes: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15), debió haber parecido una misión imposible. 
¿Cómo podrían lograr un desafío tan grande? 
Sus números eran muy pequeños. Sus recursos eran limitados. Eran un grupito de creyentes comunes, sin educación. Pero tenían un Dios extraordinario que los llenaría de poder para su misión extraordinaria.Jesús declaró: 
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). 
El derramamiento del Espíritu Santo les permitiría compartir el mensaje de la Cruz con un poder capaz de cambiar la vida y cambiar al mundo. Hechos declara que estos primeros creyentes “trastornaron el mundo entero” (17:6). 
El apóstol Pablo agrega que el evangelio “se predica en toda la creación que está debajo del cielo” (ColOsenses 1:23).
Hoy nos enfocaremos especialmente en el papel del Espíritu Santo al llenar de poder nuestro testimonio por Cristo.

I. JESÚS Y LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO

Con la promesa del Espíritu Santo, Jesús respondió a la preocupación de los discípulos por dejarlos y regresar al cielo. 
“Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7). 
La palabra griega para “Consolador” es parakletos. Se refiere a “alguien que viene junto a” con el propósito de ayudar. 
Una de las principales funciones del Espíritu Santo es acompañar a todos los creyentes para capacitarlos y guiarlos en sus actividades de testimonio. Cuando damos testimonio de Jesús, no estamos solos. El Espíritu Santo está a nuestro lado para guiarnos a los buscadores sinceros. Él prepara sus corazones antes de que los conozcamos. Él guía nuestras palabras, trae convicción a las mentes de los buscadores y los fortalece para responder a sus impulsos.

Según Juan 15:26 y 27 y Juan 16:8. El Espíritu Santo testifica de Jesús. Su objetivo final es llevar a tantas personas a Jesús como sea posible.
Su misión es glorificar a Jesús. En este papel, convence a todos los creyentes de su responsabilidad de testificar. Él abre nuestros ojos para ver las posibilidades en las personas que nos rodean y trabaja tras bambalinas para crear receptividad al mensaje del evangelio.
Jesús lo dice claramente. El Espíritu Santo “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). 
En otras palabras, trabaja en los corazones para ser conscientes de una profunda sensación de alienación de Dios y la necesidad del arrepentimiento. También convence al mundo “de justicia”. 
El Espíritu Santo no solo revela el pecado, sino además nos instruye en justicia. Él revela la magnificencia de la justicia de Jesús en contraste con nuestra propia inmundicia. El papel del Espíritu Santo no es simplemente señalar lo malos que somos; es revelar cuán bueno, amable, compasivo y amoroso es Jesús, y moldearnos a su imagen.
Testificar es simplemente cooperar con el Espíritu Santo para glorificar a Jesús. En el poder del Espíritu y bajo su guía, testificamos de este asombroso Cristo que ha transformado nuestra vida.
En nuestro deseo de trabajar por las almas, Debemos recordar siempre que nosotros no podemos realizar la tarea de convertir a las personas, sino que eso es solo el Espíritu Santo quien puede hacerlo.

II. UNA IGLESIA LLENA DE PODER

El libro de Hechos, con razón, ha sido llamado “Los hechos del Espíritu Santo”. Es una aventura emocionante de testificación, proclamación del evangelio y crecimiento de iglesia. Hechos es la historia de creyentes consagrados, llenos del Espíritu Santo, que impactan al mundo por Cristo. Eran totalmente dependientes del Espíritu Santo para lograr resultados milagrosos. El suyo es un ejemplo de lo que el Espíritu Santo puede lograr a través de hombres y mujeres que están totalmente consagrados a él.

Según Hechos 2:41 y 42; 4:4 y 31; 5:14 y 42; 6:7; y 16:5 la intención de Lucas al escribir el libro de Hechos es compartir con cada lector el ministerio del Espíritu Santo en la iglesia primitiva.

El enfoque principal de la iglesia del Nuevo Testamento era la misión. 
¿Cómo podemos asegurarnos de que, en el centro de todo lo que hacemos en nuestra iglesia local, la misión esté siempre en el centro?
Observa también que Lucas no duda en usar números para medir el movimiento del Espíritu en el siglo primero. Es decir, estaba contando bautismos. En Hechos 2:41, destaca el hecho de que tres mil fueron bautizados en un solo día en un solo lugar. En 4:4, él habla de cinco mil hombres que fueron bautizados. En 5:14, multitudes vienen al Señor y se bautizan. 
Ya sea que se trate de un solo individuo como Lidia, el carcelero de Filipos, una esclava poseída por un demonio o el eunuco etíope, Lucas toma nota y registra el movimiento del Espíritu Santo en los corazones de estas personas. El punto importante aquí es que detrás de cada uno de los grandes números hay seres humanos individuales, cada uno un hijo de Dios por quien Jesucristo murió. 
Sí, nos gustan los números grandes, pero al final, la testificación es a menudo un esfuerzo de uno a uno.

Para facilitar el rápido crecimiento de la iglesia del Nuevo Testamento, se plantaron nuevas iglesias. Una de las razones por las cuales la iglesia primitiva creció tan rápidamente es porque la iglesia se renovaba constantemente mediante la instauración de nuevas iglesias. Qué mensaje tan importante para nosotros hoy.

III. EL ESPÍRITU SANTO Y LA TESTIFICACIÓN

A lo largo del libro de los Hechos, el Espíritu Santo está poderosamente presente. Él ministraba a los creyentes y a través de ellos mientras testificaban por su Señor en una variedad de formas. Los fortaleció para enfrentar las pruebas y los desafíos de ser testigos en una cultura hostil. Los condujo hacia buscadores de la verdad sinceros. Preparó los corazones de las personas en ciudades enteras antes de que los creyentes vinieran a esas ciudades. Abrió puertas de oportunidad con las que nunca soñaron y fortaleció sus palabras y sus acciones.

¿Qué podemos hacer, día a día, para hacernos más abiertos y susceptibles al poder del Espíritu Santo en nuestra propia vida? ¿Cuáles son algunas de las decisiones que debemos tomar para permitirle trabajar en y a través de nosotros?

Según Hechos 7:55; 8:29; 11:15; 15:28, 29; y 16:6 al 10. el variado ministerio del Espíritu Santo en el primer siglo fue realmente asombroso. Las experiencias anteriores son solo una muestra de su actividad. Fortaleció a Esteban para dar testimonio de su Señor frente a una multitud despiadada y fuera de control que lo apedreó hasta la muerte. Milagrosamente guio a Felipe a un etíope influyente que estaba en la búsqueda de la verdad, para abrir el continente africano al evangelio. Le dio a Pedro una señal de confirmación cuando los creyentes gentiles también recibieron el don del Espíritu Santo. Reunió a la iglesia en unidad en un momento en que fácilmente podría haberse dividido sobre el tema de la circuncisión, y abrió todo el continente europeo a la predicación del evangelio a través del apóstol Pablo.
El Espíritu Santo estuvo activo en la iglesia del Nuevo Testamento y está activo en la vida de la iglesia hoy. Él anhela llenarnos de poder, fortalecernos, enseñarnos, guiarnos, unificarnos y enviarnos a la misión más importante del mundo, que es llevar a hombres y mujeres a Jesús y a su verdad. El punto que debemos recordar es que el Espíritu todavía está activo y trabajando hoy, tal como lo estaba en la época de los apóstoles y la iglesia primitiva.

IV. EL ESPÍRITU, LA PALABRA Y LA TESTIFICACIÓN

La Palabra de Dios estaba en el corazón mismo del testimonio de la iglesia del Nuevo Testamento. El sermón de Pedro el día de Pentecostés se basó principalmente en el Antiguo Testamento para demostrar que Cristo era el Mesías. El discurso final de Esteban fue un repaso de la historia de Israel en el Antiguo Testamento. Pedro mencionó que Dios “ha enviado su Palabra a los hijos de Israel” (Hechos 10:36, BJ) y luego compartió la historia de la resurrección con Cornelio. El apóstol Pablo se refirió una y otra vez a las grandes predicciones del Antiguo Testamento sobre la venida del Mesías, y Felipe explicó cuidadosamente a un deseoso etíope el significado de la predicción mesiánica en Isaías 53. 

En cada caso, los discípulos proclamaron la Palabra de Dios, no la propia. La Palabra inspirada por el Espíritu fue la base de su autoridad.

¿Por qué la Palabra de Dios es tan poderosa para cambiar vidas?
Según Hechos 4:4 y 31; 8:4; 13:48 y 49; 17:2; 18:24 y 25 el mismo Espíritu Santo que inspiró la Palabra de Dios trabaja a través de la Palabra para cambiar vidas. Hay poder vivificante en la Palabra de Dios porque, gracias al Espíritu, es la Palabra viva de Cristo.Lee 2 Pedro 1:21 y Hebreos 4:12.

“En la palabra de Dios está la energía creadora que llamó los mundos a la existencia. Esta palabra imparte poder; engendra vida. Cada orden es una promesa; aceptada por la voluntad, recibida en el alma, trae consigo la vida del Ser infinito. Transforma la naturaleza y vuelve a crear el alma a imagen de Dios” (Ed 126).
La razón por la cual la Biblia tiene tanto poder para transformar vidas es porque el mismo Espíritu Santo que inspiró la Biblia en primer lugar nos inspira y nos cambia a medida que la leemos. Al compartir la Palabra de Dios con otros, el Espíritu Santo trabaja para cambiar su vida a través de la Palabra que él inspiró. Dios ha prometido bendecir su Palabra, no nuestras palabras. El poder está en la Palabra de Dios, y no en la especulación humana.

V. EL PODER TRANSFORMADOR DEL ESPÍRITU SANTO

Un estudio cuidadoso del libro de los Hechos revela a Dios obrando milagros en la vida humana a través de su Espíritu. Hechos es un estudio de caso acerca del triunfo del evangelio sobre los prejuicios culturales, transformando hábitos arraigados de toda la vida, y enseñando a toda la humanidad la gracia y la verdad de Cristo. El Espíritu Santo se encuentra con las personas donde están, pero no las deja allí. En su presencia, son cambiadas. Su vida se transforma.

La muerte de Cristo fue universal; es decir, fue para cada ser humano que existió o existirá alguna vez. ¿Qué debería enseñarnos esta verdad crucial acerca de cómo nunca debemos suponer que alguien está más allá de la esperanza de salvación?

Vemos en Hechos 16:11 al 15 y 23 al 34; 17:33 y 34; y 18:8 una increíble variedad de personas. Lidia era una próspera empresaria judía, y el carcelero de Filipos era un funcionario romano de clase media. El Espíritu Santo puede alcanzar todos los espectros de la sociedad. Su poder de transformación llega tanto a hombres como a mujeres, ricos y pobres, educados y sin educación.

Los últimos dos personajes en nuestra lista son igualmente notables. Hechos 17:34 se refiere a la conversión de Dionisio el Areopagita. Los Areopagitas atenienses eran parte del tribunal legal de jueces que trataban los casos judiciales. Eran miembros prominentes y respetados de la sociedad griega. Gracias al poder del Espíritu Santo, el ministerio del apóstol Pablo llegó incluso al escalón superior de la sociedad. Crispo era “el principal de la sinagoga” judía (Hechos 18:8). Era un líder religioso inmerso en el pensamiento judío del Antiguo Testamento, y el Espíritu Santo se abrió paso y cambió su vida. Estas historias revelan que, a medida que damos testimonio de Cristo y compartimos su Palabra con otros, el Espíritu Santo hará cosas notables en la vida de todo tipo de personas de todo tipo de antecedentes, culturas, educación y creencias. No podemos y no debemos hacer suposiciones sobre quién puede o no ser alcanzado. Nuestro trabajo es testificar a todas y cada una de las personas que Dios coloca en nuestro camino. El Señor hará el resto. 

CONCLUSIÓN

"Que los ministros y hombres responsables impresionen en los miembros de la iglesia individualmente, que, para poder crecer espiritualmente, deben llevar la carga de la obra que el Señor ha puesto sobre ellos, la carga de guiar a las almas a la verdad. Que enseñen a la gente que debe tener un fuerte deseo de ver a los que aún no están en la fe convertirse a la verdad. Trabajando de esta manera, obtendrán una experiencia valiosa que aumentará su fe y les ayudará a asirse fuertemente de Dios". MP, 180.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo en el proceso redentor. En todas nuestras actividades de testificación, nos unimos a él en su obra de salvar a las personas. Él convence los corazones; abre puertas de oportunidad. A través de su Palabra, ilumina las mentes y revela la verdad. Rompe los lazos de prejuicio que nos esclavizan, triunfa sobre los prejuicios culturales que oscurecen nuestra visión de la verdad y nos libera de las cadenas de los malos hábitos que nos esclavizan.Cuando damos testimonio de Jesús, es crucial recordar que estamos cooperando con el Espíritu Santo. Él está allí antes que nosotros, preparando los corazones para recibir el mensaje del evangelio. Él está allí con nosotros, moviéndose sobre las mentes mientras realizamos un acto de bondad, compartimos nuestro testimonio, damos un estudio bíblico, regalamos una publicación llena de verdad o participamos en una campaña de evangelismo. Él continuará trabajando en el corazón del individuo mucho después de que nos vayamos, haciendo lo que sea necesario para llevar a esa persona al conocimiento de la salvación humana.

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