miércoles, 10 de enero de 2024

Levántate es hora de cumplir la misión

Introducción

La presencia de Hagar (o Agar) en la historia bíblica marcó un episodio de falta de fe y al mismo tiempo de perfecta confianza en el poder de Dios. 
Su condición de madre de uno de los hijos de Abraham, Ismael, fue un hiato en la promesa divina de que este patriarca sería padre de una gran nación. Sin duda, la fe en la promesa de que él y Sara concebirían un hijo habría evitado mucho dolor, discordia e infelicidad.
Su conducta jactanciosa y atrevida comenzó cuando ella servía a la casa de Abraham, en la tierra de Canaán. Y Sara, preocupada por no haber concebido ningún hijo, ideó un plan con su esposo para “resolver” el cumplimiento de la promesa divina. Agar fue ofrecida por Sarai a Abram (nombres anteriores al nacimiento de Isaac), que consintió en cohabitar con ella, lo que resultó en el nacimiento de Ismael.
Aproximadamente 14 años después, en la cumbre de la hostilidad entre ambas, la esclava egipcia y su hijo dejaron la casa de Abraham, pero Dios demostró amor por ella, confirmó su misión y bendijo su vida y descendencia.
Los invito a ver la historia de la sierva Agar con misericordia y a prestar atención al hecho de que su vida fue (y es) un ejemplo para enseñar sobre las oportunidades que Dios nos da para seamos lo que él desea y hagamos su voluntad soberana. 
O sea, las oportunidades para comprender principios relacionados con la misión y que esta puede cumplirse en cualquier circunstancia; solo es necesario que estemos al lado del Señor.
Este relato se puede encontrar en las Sagradas Escrituras, en Génesis 21.
Leamos, inicialmente, los versículos 9 al 14 

I – Misión y adversidad

Génesis 21:9-14
Después de que nació Isaac, el hijo prometido por Dios, Abraham despidió a Agar y su hijo Ismael. Eso sucedió porque Agar se volvió celosa y orgullosa, porque pensaba que era la madre de la gran nación que descendería del patriarca y le enseñó a su hijo que él sería especialmente bendecido por el Señor y heredero de la promesa divina.
Es cierto que la situación adversa había sido iniciada por Sara, la esposa legítima, en contra de lo que Dios planeaba para Abraham, su familia y, como consecuencia, para la nación que vendría posteriormente.
El hecho es que no había más condiciones de mantener la paz en el hogar. 
Ismael, apoyado por su madre, “Se sintió enojado por el gozo manifestado ante el nacimiento de Isaac. Lo despreció, porque creyó que se lo preferiría a él. Sara observó la actitud [...] contra su hijo [...] y se sintió profundamente ofendida. Informó a Abrahán con respecto a la conducta irrespetuosa de Ismael hacia ella y su hijo Isaac...” (HR, 81).

Observemos el rechazo a Agar e Ismael, su hijo adolescente. Estaban solos, sin un lugar para vivir y vagaban por el desierto con un poco de suministros concedidos por Abraham, que enseguida se terminaron. Como consecuencia, las fuerzas también se acabaron y no podían caminar más. Ismael estaba extremamente débil y todo indicaba que no resistiría por mucho tiempo.
Volvamos a Génesis 21:15, 16 y veamos lo que afirma el texto (leer el texto.)
Dominada por la desesperación, Agar levantó la voz y lloró. Fue un grito sin esperanza, un gemido de dolor, un lamento de tristeza producido por una angustia profunda que atormentaba su corazón. Ismael también gritó, el sonido de su grito se unió al de su madre.
Lo que ambos no sabían era que Dios tenía un plan para ellos. Al autorizar la despedida, en medio de la angustia de Abraham, el Señor prometió: 
“[...] También del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente” Génesis 21:13.

La misión de Agar, en aquel momento, era cuidar la vida de su hijo, preservarla, para que se cumpliera la promesa de Dios para él. 
El Pr. Assad Bechara, en su libro "Hagar, a pérola do deserto" (Agar, la perla del desierto), escribió que “Aunque Ismael no fuese el hijo del pacto, Dios no dejaría a ese precioso niño, tan amado por el padre Abraham, librado a su propia suerte. Era el hijo de la misericordia. El Cielo se interesó por él ya antes de su nacimiento. Dios eligió el nombre de él, oyó su clamor, elaboró profecías sobre su vida, inclusive la de que él seguiría los caminos del Señor, porque Dios estaba con el joven” (p. 206).
¿Cuál es la misión que Dios tiene para usted? Contemple a Agar, mire a su alrededor... 
¿Dónde está usted? ¿En la aridez del desierto? ¿Sin agua para beber? ¿Sin fuerzas para caminar? 
¿Qué hará? ¿Aguardará la muerte física o espiritual, o clamará por el socorro del Padre para el cumplimiento de su misión?
En un texto inspirado divinamente, Elena de White afirma que:
“Las mujeres, tanto como los hombres, pueden sembrar la verdad donde pueda obrar y hacerse manifiesta. Pueden ocupar su puesto en esta crisis, y el Señor obrará por su intermedio. Si las compenetra el sentimiento de su deber y si trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán el dominio propio que este tiempo demanda. El Señor hará brillar la luz de su rostro sobre esas mujeres animadas por el espíritu de sacrificio, y les dará un poder superior al de los hombres. Pueden realizar en las familias una obra que los hombres no pueden hacer, una obra que penetra hasta la vida interior. Pueden acercarse a los corazones de personas a las cuales los hombres no pueden alcanzar. Su cooperación es necesaria. Las mujeres discretas y humildes pueden hacer una buena obra al explicar la verdad en los hogares. Así explicada, la Palabra de Dios obrará como una levadura, y familias enteras serán convertidas por su influencia” (SC, 35).
No hay dudas de que las mujeres tienen una misión que cumplir. ¡Su Dios es omnipresente, omnipotente y omnisciente! 
Usted jamás podrá estar en un lugar donde él no esté. 
“Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos” Salmos 34:15. 
Eso fue una realidad en la vida de Agar. Parecía que lo máximo que ella podía hacer era colocar al niño debajo de un arbusto del desierto, distanciarse de sus sollozos conmovedores y llorar aguardando la llegada de la muerte, pero su misión estaba mucho más allá.

Para cumplir la misión que el Señor tiene para usted, su atención no debe estar en la adversidad o la siguiente difiultad que pueda venir de ella, sino que debe estar en la providencia y el poder divinos para cumplirla. 
Usted nunca podrá separarse del amor de Dios (Romanos 8:35-39). Donde quiera que esté o en lo que sea que haga, tenga la certeza de que Dios conoce, ve, oye y escucha conforme a su voluntad.

II. Misión sin miedo

Génesis 21:17 afirma: 
“Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está”.
El plan de Dios para la misión de Agar, así como para la mía y la suya, era un plan eficiente, compuesto por dos etapas. 

“No temas” fue la primera respuesta divina traída a aquella mujer en el desierto. Una respuesta que parece absurda para una madre soltera que, al lado del hijo, aguardaba la muerte en el desierto.
Cumplir la misión del Señor no es una tarea fácil: ¡es desafiante! 
Puede provocar sufrimiento, inseguridad, vergüenza, desentendimiento, dolor, aflicción, miedo... 
Su Palabra está repleta de ejemplos de personas que temieron ante la Misión propuesta por Dios.
Por ejemplo, se puede citar a Jonás y su fuga de Nínive; Jocabed y su estrategia para salvar a Moisés del Faraón; Pedro y su negación de Cristo; Ester y la persecución de Amán; Pablo y los innumerables azotes y encarcelamientos en nombre de la predicación del evangelio; y Jesús, crucificado por aquellos que no entendieron y aceptaron su misión salvadora.

Pero, la visión de la misión dada por el Señor debe estar en el “No temas”: 
“No temas, porque yo estoy contigo” Isaías 41:10.
“No temas, cree solamente” Marcos 5:36.
"No temas [...] yo soy tu escudo” Génesis 15:1.
"No temáis [...] porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará” Deuteronomio 31:6.

Agar estaba sufriendo, sintiéndose abandonada y con miedo de las circunstancias y a lo desconocido, pero la propuesta de Dios era que ella fuese sabia en aquel momento y se armase de los numerosos “no temas” que se encuentran en su Palabra. Estos la ayudarían a permanecer firme en aquella situación y en otras en las cuales sintiese miedo. El Señor tenía una misión para ella y estaría a su lado para ayudarla a cumplir.

Al analizar la primera respuesta de Dios a Agar, recuerde que él hace lo mismo por usted. Agar y su hijo estaban solos y al borde de la muerte cuando Dios se hizo presente. El Señor proveyó consuelo en medio de la angustia de ambos, oyó sus gritos de desesperación y los consoló.

¿Cuál es la misión que Dios tiene para usted? Contemple a Agar, mire a su alrededor... 
¿Dónde está usted? ¿Mirando solamente el miedo? 
¿Qué hará? ¿Está necesitando mucho el consuelo, la presencia y la provisión de Dios? 
¡Anímese! ¡Crea en el “No temas” del Señor y siga al frente en el cumplimiento de su misión!

Al respecto del llamado del Señor para tal cumplimiento, Elena White afirma:
“Llama a mujeres perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando palabras de verdad, [...] trabajando por la conversión de las almas. [...] Se necesitan mujeres cristianas” (SC, 35, 36).
Agar se quedó sola para criar y cuidar a su hijo, y estaba fracasando en su tarea. La provisión de agua estaba agotada y no había nadie cerca para ayudarla. Sin embargo, Dios transmitió valentía a la exhausta Agar. Él dijo: “No temas” y sus palabras sonaron como un grito de esperanza venido del Cielo.

III – ¡Levántate!

Génesis 21:18
La segunda etapa del plan de Dios para la misión de Agar, así como para la mía y la suya, está en su respuesta escrita en su palabra; Él dijo:
“Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación” Génesis 21:18.

Después de asegurar a la mujer que, a pesar de sus fuerzas estaban exhaustas, ella no debía tener miedo, el Señor presentó un principio fundamental para el cumplimiento de la misión: la fe debe estar siempre acompañada de acción. 

Al proferir la segunda orden, “Levántate”, Dios le estaba diciendo a Agar: “¡No desistas! ¡Ve al frente! ¡Apóyate en tu fe! ¡Levántate! ¡Ponte en acción!”
Y es más, la instrucción divina fue acompañada de palabras de ánimo a la frágil fugitiva: “alza al muchacho, y sostenlo con tu mano”
Ella no debía dejarse morir, no debía desistir de la misión de salvar y cuidar de su hijo y mucho menos debía desistir de Dios. Al contrario, Agar debería levantarse, levantar a Ismael y proseguir.
“¡Levántate!” es acción; significa hacer lo que esté a tu alcance, alejar la derrota, desechar la desesperación y eliminar el desánimo.
Al aconsejar a sus seguidores a desarrollar la fe que los motivaría a actuar en el cumplimiento de la misión, Jesús afirmó: 

“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” Juan 15:8. 
Su ministerio no consistía solamente en realizar milagros, como curar enfermos y lisiados, sino que también, según aclara el Evangelio de Mateo: 
“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino” Mateo 4:23.

Es notable que el Maestro no se limitaba a realizar su ministerio hablando informalmente a unos amigos y conocidos, o con aquellos a quienes él encontraba cerca, sino que se esforzaba, usando todos los medios disponibles para visitar a las personas en “toda Galilea” (Mateo 4:23, 24; 9:35).

¿Cuál es la misión que Dios tiene para usted? Contemple a Agar, mire a su alrededor... 
¿Dónde está usted? ¿Cómo puede saber qué hacer? 
Jesús indicó por palabras y acciones lo que tenemos que hacer para agradar a Dios, instruyó a sus seguidores a participar en la obra de hacer discípulos. De hecho, les dio un ejemplo perfecto para que imitaran: 
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” Mateo 28:19, 20.

¿Hay algún obstáculo en su camino? ¿Está enfrentando una situación para la cual no ve esperanza? 
¿Hay problemas que parecen imposibles de resolver? 
¿El sufrimiento compromete su crecimiento en la fe y el cumplimiento de la misión que Dios tiene para usted? 
Abra el corazón y escuche el eficiente plan del Señor: “¡Levántate!”.

Cuando Agar se encontró con la oscuridad completa de la muerte inminente, quedó inmovilizada, con la fe conmocionada, con miedo y dominada por una sensación de fracaso. 
Su tendencia natural, así como la suya y la mía, – fue retroceder para de evitar el pesar y la ansiedad innecesarios. Pero Dios, en medio de la ceguera de la sierva, transformó la desesperación en esperanza y de los cielos sonó la voz que le dio el ánimo necesario.

Pídale al Señor que renueve en usted el sentido de su misión, que le dé un plan de acción. Prepare una lista de lo que puede hacer. 

¡Levántese del suelo, del sofá, de la cama, de la silla, del letargo, abandone el confort! 
¡Comprométase a avanzar! 
¡Asuma una actitud positiva, que impulse  frenthacia el frente hacia la cima y la lleve a levantarse en nombre y por el poder del Señor Jesús!

Un texto más inspirado de Elena White confirma:
 “Nuestras hermanas pueden actuar como obreros vigilantes [...] Se necesitan mujeres de firmes principios y carácter decidido, mujeres que crean que vivimos de hecho en los últimos días, y que tenemos el último mensaje de amonestación que debe darse al mundo. [...] Estas son las personas que Dios puede usar en la obra [...] y en la labor misionera. [...] Estas hermanas pueden hacer de muchas maneras un trabajo precioso para Dios...” (SC, 36).

Dios está siempre consciente del esfuerzo que hacemos para servirle. Él conoce nuestra inseguridad, sabe cuando estamos enfermos, cansados, sobrecargados por cargas financieras o decepcionados por problemas de salud física o emocional (2 Crónicas 16:9; 1 Pedro 3:12) 
¡Pero se pone feliz cuando, a pesar de nuestras imperfecciones y dificultades, nuestra fe nos motiva a actuar!

La tierna consideración que el Señor tiene por sus siervos fieles no es solo un sentimiento pasajero; es reforzada por una promesa. Con respecto a quienes se proponen cumplir su misión, el apóstol Pablo escribió bajo inspiración divina:
“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” Hebreos 6:10.

Usted puede confiar en la descripción que la Biblia hace del 
“Dios es fiel; no practica la injusticia”, y cómo “recompensa a quienes lo buscan” (Deuteronomio 32:4; Hebreos 11:6, NVI). 
Como ejemplo, vale recordar el relato de una señora de California, Estados Unidos, que testificó: 
“Mi padre sirvió como ministro de tiempo completo por diez años antes de constituir una familia. Me encantaba escuchar las historias que él me contaba sobre cómo Dios lo ayudó en el ministerio. Muchas veces, él gastaba todo el dinero que tenía para comprar gasolina, a fin de salir al ministerio. Después, cuando volvía a casa, repetidas veces encontraba alimentos que no esperaba”.
Además, Dios es:
“Padre de misericordias y Dios de toda consolación." Osea, nos da apoyo emocional y espiritual (2 Cor. 1:3). 
Son muchas las bendiciones y las recompensas que los participantes de la misión del Señor reciben (Mateo 9:37, 38). 
Entretanto, lo más importante es que la participación en la misión divina ayuda a fortalecer nuestra relación con Dios (Sant. 2:23).
Sería un error pensar que Dios se decepciona cuando un siervo suyo no puede hacer todo lo que les gustaría en cumplimiento de la misión debido a una enfermedad, edad avanzada, alguna limitación física, responsabilidades familiares o por otras circunstancias que lo limitan.
Con respecto a eso, es importante recordar que cuando el apóstol Pablo se sintió limitado por una enfermedad o un obstáculo, le suplicó tres veces al Señor que se lo quitara.
En vez de atender su pedido para que Pablo pudiese realizar más en su servicio, Dios dijo: 
“Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” 2 Corintios 12:7-10. 
Por lo tanto, tenga la seguridad de que, a pesar de las circunstancias, el Padre Celestial aprecia lo que usted puede hacer para cumplir su misión. 
El amoroso Salvador no pide más de lo que podemos dar. Él simplemente pide que tengamos la clase de fe que nos motiva a actuar.

Conclusión
Además de principios y enseñanzas con respecto a la misión; Génesis 21:18 todavía presenta una promesa de Dios a Agar: 
“Yo haré de él una gran nación”
El nombre Ismael significa “Dios oye”, y mientras aquella madre oraba por su hijo, incentivada por las respuestas divinas (“No temas” / “Levántate”) y por aquella promesa, pudo confirmar que el Señor había escuchado su clamor en el desierto. 
Tuvo fuerzas para proseguir, porque sabía que el hijo viviría para tornarse un gran líder . Había esperanza para el mañana. 
Los versículos 19 al 21 comprueban que, a pesar de las actitudes orgullosas, arrogantes e irrespetuosas de Agar, aunque en algunos momentos ella no haya mirado a Dios, Él no dejó de velar por ella, cuidar de ella y de mostrar que no todo estaba perdido. 

“Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho” Génesis 21:19. 
Con amor, misericordia, consuelo y valentía, Dios abrió los ojos de Agar y la condujo, ciega de miedo y agotamiento, con seguridad hasta el pozo.
La esclava egipcia tuvo su experiencia con Dios. En el mismo desierto fue amparada por el Salvador, Dios de Abraham, y su misión fue bendecida y próspera. Su hijo Ismael creció, se casó y se convirtió en líder de una gran nación (Gén. 21:20, 21; 25:12-18).
Sin embargo, su historia no debe ser una más, sino que debe llevarnos a pensar: 
¿Cuál es la misión que Dios tiene para mí? 
Debo contemplar a Agar, mirar alrededor y pedirle al Señor que expanda mi mente, mis horizontes espirituales, para percibir, comprender, aceptar y cumplir la misión que tiene para mí.
Debemos admitir que la misión divina es un verdadero desafío, pero caminemos en la presencia del Señor, porque a nuestra disposición está el “No temas” y la fuente soberana de la capacidad de recuperación espiritual nos dice: “¡Levántate!”. 
Entonces, cumplamos con fe el trabajo, según su voluntad. 

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