miércoles, 24 de enero de 2024

Decisiones en el Evangelismo

Conseguir decisiones para Cristo es considerada, frecuentemente, la parte más difícil del arte de ganar almas. Pero, la ciencia de garantizar decisiones duraderas es sencilla. La dificultad radica, principalmente, en la mente del evangelista, en lugar de en el proceso de ayuda en las decisiones. Los ganadores de almas pueden tener tanto miedo de que la persona diga “No”, que fallan en dar la oportunidad de que diga “Sí”. Eso es trágico. Se tomarían muchas más decisiones de seguir a Cristo si el evangelista sencillamente hiciera el llamado.

¿Dónde radica el miedo de pedir una decisión? 
Esa es la mayor barrera para tomar decisiones duraderas por Cristo. Por lo tanto, es necesario deshacerse de ello. Con el pasar de los años, al intentar analizar esa cuestión, concluí que, sobre la base de lo que descubrí en mi propia vida, ese miedo está asociado a mi propia autoestima. Esto es difícil de admitir. No obstante, creo que tememos ser vistos como fracasados y, por lo tanto, no buscamos la decisión. Nadie nos verá fallar nunca si no les damos a las personas la oportunidad de que digan “No”.

El único problema de colocar esa idea en el papel es que parece ridículo. De hecho, lo es. Si una persona dice “no”, no le está diciendo “no” al evangelista, sino a Jesús. Es él quien está invitando a las personas a seguirlo y, como su discípulo, meramente estoy transmitiéndoles su invitación. Por lo tanto, nunca debo considerar el rechazo en forma personal. Jesús está siendo rechazado, no yo. Sin embargo, el orgullo y la autoestima siguen interponiéndose en el camino. Esa es la razón por la que el evangelista debe vivir en un estado constante de rendición a Jesús. Las necesidades propias necesitan ser dejadas de lado, permitiendo que el Señor Jesús asuma el control de la vida.

Esta es una idea que me ayuda: Nadie me acusará por hacer la invitación de seguir a Jesús, pero me acusarán si no los invito a tomar una decisión. Cuando las decisiones son vistas a la luz de la eternidad, nada puede impedirnos invitar a las personas a tomar una decisión eterna de seguir a Jesús.

Ayudar a las personas a comprometerse con Dios no es trabajo de mentes brillantes o de los que poseen habilidades especiales, sino la obra del Espíritu Santo. Por lo tanto, vamos a dejar de concentrar- nos en nosotros mismos y permitir que Jesús motive esta decisión eterna. Elena de White deja bien en claro esto: “Pero, cuando nos entregamos completamente a Dios y en nuestra obra seguimos sus instrucciones, él mismo se hace responsable de su realización” (MJ, 219). Con ese incentivo, el evangelista nunca debe tener miedo de buscar decisiones.

Tres puntos básicos para conseguir decisiones 

Las leyes para conseguir decisiones son bien sencillas. 

1. El primer punto básico es recordar que debemos esperar que las personas tomen decisiones. He percibido que los ganadores de almas sin experiencia muchas veces se quedan sorprendidos cuando alguien, de hecho, hace un compromiso con Cristo. No lo esperaban. Si el mensaje es presentado de manera clara, y si estamos predicando de Jesús, lo natural es que la persona tome la decisión de seguirlo a él y a su verdad salvadora.

La actitud del evangelista también tiene mucho que ver con la decisión o no de alguien. Si entro en una casa sin esperar que la persona se rinda a Cristo, entonces es bien probable que eso no suceda. En el evangelismo público, descubrí que, si la primera persona que visito en el día no toma una decisión, eso de alguna manera repercutirá en las otras visitas durante el transcurso del día, y se hará bien difícil conseguir decisiones durante todo el día. Por otro lado, si la primer persona responde positivamente, las decisiones subsecuentes serán tomadas con menor dificultad, incluso bajo circunstancias difíciles. Entonces, determiné que siempre visitaría primero a aquel que percibo que está más susceptible a tomar una decisión. Así, mi mente espera que la persona tome la decisión. Mi pensamiento positivo repercute en la respuesta. Piense en positivo y espere a que las personas actúen, y estará facilitando mucho más las decisiones.

2. El segundo principio básico para conseguir decisiones está en seguir el modelo de Jesús. ¿Qué hizo Jesús? El Salvador se mezclaba con los hombres como quien deseaba hacerles el bien. El ganador de almas debe amar al prójimo. Las personas con que está trabajando no son solo empleados que se pueden usar para alcanzar el éxito. Son almas por las que Jesús murió. No puede ser un ganador de almas sin que le agraden. Elena White habla más acerca de esto: 
“Alcanzaba el corazón de la gente yendo entre ella como quien desea su bien. La buscaba en las calles, en las casas privadas, en los barcos, en la sinagoga, a orillas del lago, en la fiesta de bodas. Se encontraba con ella en sus vocaciones diarias y manifestaba interés en sus asuntos seculares. Llevaba sus instrucciones hasta la familia, poniéndola, en el hogar, bajo la influencia de su presencia divina. Su intensa simpatía personal le ayudaba a ganar los corazones” (DTG, 125).

El evangelista no alcanza el éxito solo por visitar a las personas, estudiar la Biblia con ellas o conseguir decisiones. Está allí porque las ama y desarrolla amistades. Los amigos no están interesados solo en la vida religiosa del otro, sino también en todos los aspectos. La clave para ser un gran ganador de almas es amar a las personas. La clave para conseguir decisiones es amarlas y esperar que puedan tomar la decisión de seguir a Jesús.

3. El tercer principio básico para conseguir decisiones es que el ganador de almas debe tener una experiencia personal con Jesús. Si no conoce a Jesús, tendrá problemas al intentar conseguir un compromiso de cualquier persona. Por otro lado, tener una vida de ejemplo cristiano es uno de los puntos fundamentales para ser un gran ganador de almas. El evangelista tiene que ser un estudiante aplicado de la Biblia. Será un hombre de oración y llevará una vida consecuente, que reflejará claramente el carácter de su Señor.

Cuando se combina la vida de ejemplo cristiano, el amor hacia las personas y la esperanza en las decisiones, el poder del Espíritu Santo se convertirá en una fuerza inevitable que hará que muchos tomen una decisión eterna de parte de Jesús. Estos tres principios básicos son esenciales para un final exitoso de la misión más importante de Jesús: Llevar a las personas de manera segura al Reino de Dios.

Nuevamente, si usted, como ganador de almas, no está convencido de la necesidad absoluta de que las personas se comprometan con Jesús, entonces no tendrá éxito en guiarlas hasta él. Por otro lado, si está convencido de que conocer a Jesús es lo más importante del mundo, entonces hará lo que sea necesario para ayudarlas a tomar la decisión de seguir a Jesús.

De la misma forma, si no está convencido de que la Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene un mensaje singular para los últimos días de la historia de la tierra, entonces tendrá dificultades en invitar a otros a tomar la decisión de convertirse en adventistas. Durante años, he encontrado a predicadores con dificultades para ganar almas. Mientras conversábamos, inevitablemente descubría que tenían algunas dudas en relación con el mensaje. Es impresionante cómo las dudas pueden afectar nuestro éxito o fracaso como ganadores de almas. No estoy diciendo que es una regla en todos los casos, pero podría ser un barómetro para ver dónde están espiritualmente las personas. Entonces, si usted está teniendo problemas en ganar almas para Jesús o ayudarlas a unirse a la Iglesia Adventista, esa área de su vida tal vez pueda necesitar un momento de introspección.

Si alguien ama a Jesús de verdad y está convencido de una vez por todas que la Iglesia Adventista fue originada por Dios para dar un mensaje singular al mundo en el tiempo del fin, entonces ganar almas y conseguir decisiones no será un trabajo desgastador. Claro que hay habilidades que pueden mejorar sus técnicas pero, sin esa base, será difícil ganar almas.

Técnicas básicas de Anderson para conseguir decisiones

Roy Allen Anderson, entonces Secretario Ministerial de la Asociación General y un gran evangelista público de mediados del siglo XX, sugiere siete técnicas básicas para conseguir decisiones. Ellas continúan siendo válidas hoy.

Primero, él sugiere que debemos ser agradables. Concordar con las personas siempre que sea posible. Eso puede ser difícil si la persona no cree en la Biblia. Sin embargo, no conseguirá convencerla de las verdades bíblicas sin antes ganar su confianza, y no ganará su confianza si no descubre áreas de acuerdo mutuo.

Por ejemplo, hay un visitante que se me acerca al comienzo de la serie de evangelismo y me preguntó si creía en el rapto secreto. Si le decía que no, probablemente no volvería; pero, si le digo que sí, puedo inducirlo a pensar que creo en una doctrina que no es bíblica. Necesito encontrar un nexo común. Mi respuesta es decirle a la persona que, ciertamente, creo que Jesús está regresando y que todas las señales apuntan a ese gran acontecimiento. En lugar de discutir acerca del rapto secreto, concuerdo con lo que de hecho es verdad: la realidad de la segunda venida de Cristo.

Algunos evangelistas bien intencionados piensan que es ventajoso mostrarles a las personas nuestras doctrinas singulares desde el comienzo. Esa no es una actitud muy sabia si quiere ganar almas. Siempre es mejor comenzar con las áreas en común. Elena White aconseja: “Manifestaos de acuerdo con la gente sobre todo punto donde podáis hacerlo en forma consecuente” (Ev, 106).

La segunda técnica de Anderson es permanecer alerta. Busque las señales de que el Espíritu Santo está trabajando en el corazón de la persona, para saber cuándo hacer la pregunta correcta y buscar una decisión. No se debe continuar sin preocuparse por cómo está la relación de esa persona con Cristo y la verdad.

El tercer punto es ser directo. Llegará un momento en que el ganador de almas debe dejar de hacer preguntas genéricas y comenzar a hacer las específicas. Para tomar la decisión correcta, es necesario hacer llamados personales al corazón. Es diez veces más eficiente hacer un llamado directo e individual. Pocas palabras dichas directamente y en privado conseguirán un resultado mejor que un sermón de una hora en el púlpito; pero no se debe desmerecer ese trabajo, pues el abordaje individual está basado en él. Por otro lado, los sermones sin llamados personales son inútiles.“El secreto de nuestro poder y el éxito como personas que abogan por la verdad es hacer llamados personales a los interesados”.

El cuarto es ser gentil y considerados. Una demostración de falta de respeto o un exabrupto pueden anular todo el bien que se haya hecho. Elena de White aconseja: “Poned el espíritu y la vida de Cristo en lo que decís”(CM, 240). “Pongamos toda la ternura que Cristo tuvo y todo el amor posible en la voz” (Ev, 130).

Mientras visitaba una familia que estaba participando de nuestras reuniones, el pastor de ellos apareció repentinamente y fue una situación muy tensa. Es obvio que no pude continuar la visita y, luego de unos momentos de cortesía, sugerí que hiciéramos una oración, pues me tenía que ir. Oré por la familia y por el pastor y, luego, el pastor oró a continuación. Al final de la oración, él dijo: “Y Señor, libra a estas personas de este demonio que está a mi lado”. Esa fue la primera vez que me dijeron demonio. Luego de la oración, me levanté y no dije nada, además de disculparme, pero pude percibir que la familia estaba avergonzada por la falta de respeto del pastor.

Esa familia estudiaba con una de nuestras obreras antes de que comenzaran las series de evangelismo. Al siguiente domingo, ellos la invitaron a participar del culto, y ella aceptó. Ese mismo pastor presentó un sermón diabólico contra los adventistas y, una vez más, los miembros de la familia quedaron visiblemente molestos. A la salida, el pastor estrechó la mano de la obrera y le dijo: “Dios te bendiga”. Ella respondió:“¿Aun cuando sea una adventista?” Inmediatamente después de haber dicho eso, percibió que había cometido un error. La familia nunca más volvió a las reuniones. Ellos podían tolerar la falta de respeto en el pastor de ellos, pero no la nuestra. Recuerde siempre representar a Jesús con educación y tacto.

En la técnica número cinco, Anderson sugiere que nunca debemos discutir con las personas. No podemos ganar la discusión pero perder un alma. No trabajamos para ser grandes argumentadores, pero sí trabajamos para ganar a las personas para Jesús. Muchos evangelistas, al comienzo del adventismo, adoraban debatir, y podían vencer en la mayoría de las disputas, dado que la lógica y la base bíblica adventistas eran incontestables. Pero, Elena White les aconsejó no debatir y evitar discusiones: “Satanás está tratando constantemente de producir efectos por medio de rudas y violentas embestidas; pero Jesús encontraba acceso a las mentes por el camino de sus asociaciones más familiares. El perturbaba tan poco como era posible el tren habitual del pensamiento de la gente, por acciones abruptas o prescriptas” (Ev, 106, 107).

El sexto principio es contestar las objeciones usando las Escrituras. Nada traspasa mejor la mente oscurecida que las respuestas directas de las Escrituras. La argumentación humana puede ser contra argumentada, pero la Palabra de Dios, no. Muchas veces me han preguntado si es correcto trabajar en sábado y, en lugar de responder a la pregunta de manera directa, pido que abran su Biblia en Éxodo 20:8 al 11 y que lean el Mandamiento de la observancia del sábado. Entonces, pido que escuchen a Dios que les dice eso. Este abordaje es mucho más poderoso que cualquier argumento humano que pueda usar.

La última técnica de Anderson es usar las historias de la Biblia como base para los llamados. Hay un enorme poder en el uso de las Escrituras. La historia del hijo pródigo está tan llena de emoción que con- mueve a los que se han apartado de Dios. Y la historia de los israelitas cuando atravesaron el Jordán estremece a los que están dudando en seguir a Jesús.

Siete técnicas para inspirar decisiones

1. Las decisiones se toman en tres pasos. 
Primero, se despierta en la persona el interés por estudiar la Palabra de Dios. 
Segundo, ella se convence por medio de la obra del Espíritu Santo en el alma. 
Tercero, escoge seguir las enseñanzas del Espíritu Santo y, así, toma su decisión. 

El ganador de almas no fuerza a la persona a tomar una decisión, sino que la guía gentilmente, en vez de forzar o argumentar. Por eso, se necesita mucha oración para que las personas pasen por esas tres etapas y tomen su decisión en relación con Jesús.

2. Permita que las decisiones sean tomadas progresivamente, haciendo un llamado en cada reunión. Cuando dirigí mi primera serie de evangelismo, no entendía la importancia de las pequeñas decisiones a lo largo del camino. Por eso, esperé hasta la última noche para invitar a las personas a formar parte de nuestra iglesia, pero nadie respondió al llamado. No las había ayudado a tomar pequeñas decisiones cada día y, por lo tanto, hoy hago algún tipo de llamado cada noche.

3. Presente a Jesús como el que clama por una decisión. Recuerde que no es usted el que pide una decisión, sino Jesús. Visité a un hombre que estaba frecuentando nuestras reuniones cada noche. En la casa de él, lo invité a seguir a Jesús, pero él no reaccionó. Entonces le pregunté:“Si Jesús estuviera aquí y te pidiera que tomaras la decisión de seguirlo, ¿qué dirías?” Quedé pasmado cuando él respondió: “No”. En ese momento, supe que nada que hiciese lo haría cambiar de opinión, pues si le podía decir “No” a Jesús, nunca me diría “Sí” a mí. Entonces me fui, sabiendo que el corazón de él no podría ser alcanzado en ese momento. Haber dejado que Jesús preguntara me reveló con claridad cómo pensaba ese hombre.

4. Aplique las Escrituras como base para todos los llamados, ya que las personas necesitan decidir por aquello que la Biblia presenta como la verdad. Somos predicadores de la Biblia, y necesitamos usar las Escrituras no solo para fundamentar lo que decimos, sino también para hacer nuestros llamados. “Sed muy cuidadosos acerca de cómo manejáis la Palabra, porque esa Palabra ha de inducir a la gente a hacer su decisión. Dejad que la Palabra sea la que corte, y no vuestras palabras” (Ev, 221). 

5. Ore para invocar una decisión. Ore con cada persona y, en la presencia de ellas, pida que Jesús las ayude a tomar una decisión correcta hacia él. Esto ayuda a aquellas personas interesadas –el saber que el evangelista está orando por ellas–, mientras que no abuse de este recurso. Existe un poder fantástico en la oración, y debe ser una fuerza poderosa en la vida de los ganadores de almas. Esto debe ser evidente para los que pretenden seguir a Jesús. 

6. Demuestre comprensión para con los problemas de las personas y ayúdelas prestándoles atención. Recuerde que todos los que aceptan a Jesús enfrentarán un verdadero conflicto.Su trabajo como ganador de almas es estar cerca de ellas y ofrecer apoyo mientras se enfrentan con las cuestiones relacionadas con seguir a Jesús. Para superar ese conflicto, es esencial que sepan que pueden contar con el evangelista y expresarle todo a él, sin recibir ninguna clase de condenación. 

7. Finalmente, entienda el papel importante de la voluntad humana en la toma de decisiones. La voluntad es el poder de la decisión, el poder de la elección. Como dice Elena de White: “Todo depende de la correcta acción de la voluntad”(CC, 47). Ella aconseja: 
“Por medio del debido ejercicio de la voluntad, puede obrarse un cambio completo en vuestra vida. Al dar vuestra voluntad a Cristo, os unís con el poder que está sobre todo principado y potestad. Tendréis fuerza de lo alto para sosteneros firmes y, rindiéndoos así constantemente a Dios, seréis fortalecidos para vivir una vida nueva, es a saber, la vida de la fe” (CC, 48).


La ciencia de garantizar decisiones

Es cierto que existen leyes que guían el proceso de la toma de decisiones. Dios nos creó con mentes que siguen ciertos principios; y, aunque es claro que él siempre puede ir más allá del funcionamiento de nuestra mente, raramente lo hace. 

Dios trabaja por medio del funcionamiento normal de la mente humana y, por eso, es esencial que conozcamos cómo es ese funcionamiento durante el proceso de la toma de decisiones por Jesús. Algunas veces, los cristianos no creen en la ciencia de la psicología. Es verdad que existe mucha falsa psicología en el área científica y que Satanás hace mal uso de esas leyes para sus propios objetivos, pero la verdadera psicología se resume en entender cómo funciona la mente de la forma en que fue creada por Dios. No es de extrañar que Elena White diga: “A fin de conducir a las almas a Cristo, debe [...] estudiarse la mente humana” (SC, 279).

Las decisiones se originan en la interacción entre el conocimiento, la convicción y el deseo. Cuan- do estos alcanzan cierta intensidad en relación con algo, la mente entra en un estado de decisión y acción. Esto no significa que la persona tendrá una respuesta positiva, pero si, en ese estado, no se da la posibilidad de que la persona tome una decisión, quizá nunca suceda.

En la mayoría de las reuniones públicas de evangelismo, es normal que esto suceda en las últimas dos semanas de una típica serie de cinco semanas. En este punto, el conocimiento, la convicción y el deseo alcanzan un nivel de intensidad en el que las personas están pensando en tomar una decisión. Si el evangelista no busca decisiones en ese momento, ese punto crítico se esfuma y, raramente, aceptarán luego algún compromiso.

Cuando las personas que se hallan bajo la convicción son llevadas a decidirse lo más temprano posible, existe el riesgo de que esa convicción se desvanezca poco a poco. La obra del Espíritu Santo es convencer a las almas de su necesidad de Cristo. Muchos están convencidos del pecado, y sienten su necesidad de un Salvador que perdona el pecado; pero están meramente insatisfechos con su procedimiento y objetivos y, si no hay una aplicación resoluta de la verdad en su corazón, si no se expresan las palabras en el momento oportuno, invitándolas a tomar la decisión ante el peso de la evidencia presentada, las personas convencidas seguirán sin identificarse con Cristo; la oportunidad de oro se pasa, no se entregan, y se apartan cada vez más de la verdad, más distantes de Jesús, y nunca toman su decisión a favor del Señor.

Es algo increíble ser usado por Dios para hacer que las personas se decidan. Elena White enfatiza que no se debe olvidar este concepto; si permitimos que las personas entren en el estado de la decisión y fracasamos en estimular las a decidir, entonces van hacia un camino sin regreso y nunca asumirán su lugar junto a Jesús. Tal concepto debe acabar con todas las dudas en relación con la necesidad absoluta de incitar la toma de decisiones en el momento correcto.

Es común que los adventistas hagan un énfasis mayor en los textos acerca del conocimiento e ignoren los otros dos, en especial el deseo. Aun cuando las decisiones no se tomen solo sobre la base del conocimiento, son importantes las informaciones precisas. Las personas harán poco con las informaciones sino están convencidas. Recuerde que la convicción es la obra del Espíritu Santo en la vida de la persona, aun cuando él se manifieste por medio del ganador de almas como, por ejemplo, cuando el evangelista utiliza la poderosa Palabra de Dios.

El aspecto más descuidado de los tres es el deseo, que se manifiesta cuando las personas ven la necesidad de tomar una decisión, la necesidad de seguir a Jesús. Llegan al punto en que quieren tomar una decisión. En mis reuniones evangelísticas, trabajo el aspecto del deseo por medio del uso de testimonios poderosos. En las primeras dos semanas, dedicamos dos o tres minutos cada noche a entrevistar a alguien que cuenta cómo se acercó a Jesús y la diferencia que él marca en su vida. A la mitad de las conferencias, cambiamos los testimonios, pidiendo que las personas digan cuán bueno ha sido para ellas guardar el sábado. Entonces, en la última semana, los testimonios hablan acerca de la alegría y la solidaridad en la iglesia Adventista. Todos ellos están trabajando la cuestión del deseo.

El deseo y la convicción son las fuentes de la persuasión, la decisión y la aceptación; y el deseo es el más importante. Dios creó la mente humana de tal forma, que entra en un estado de decisión y acción cuando el deseo y la convicción alcanzan cierta intensidad; de la misma forma en que el agua hervirá cuando alcance la temperatura necesaria.

Esto no quiere decir que, si trabajamos de esta manera, garantizaremos una decisión. En el caso del agua, no tiene otra elección y siempre reaccionará de la misma manera, pero la mente humana puede negarse a tomar la decisión de seguir la verdad, incluso cuando hay un entrelazamiento de deseo y convicción. Si una decisión no fue tomada, es porque el deseo y la convicción no alcanzaron un nivel de intensidad hasta el punto de convertirse en decisión y acción. Cuando el deseo y la convicción son estimulados hasta ese punto, la mente siempre se mueve a la decisión y la acción. La habilidad más importante en la tarea de ganar almas es la de permitir que Dios encienda las chispas del deseo y de la convicción, transformándolas en las llamas de la decisión y la acción.

Si no trabajamos creando este deseo, implantando la convicción y estimulando ambos, entonces estamos cometiendo un error grave, tanteando en la oscuridad sin objetivo alguno. El contenido del sermón y su organización deben ser preparados teniendo en mente la decisión. El que trabaja de acuerdo con las leyes del deseo y de la convicción, se está dando mayores chances de éxito en garantizar la aceptación, la decisión y la acción deseadas.

Intensificar el conocimiento, la convicción y el deseo es una de las responsabilidades más importantes del ganador de almas, tanto durante las presentaciones como durante el trabajo individual, y esto abre el camino para la aceptación del mensaje. Cuando estas pequeñas chispas se convierten en llamas, entonces es posible hacer un llamado personal para tocar el corazón de alguien y llevarlo a aceptar a Cristo y su mensaje de salvación.

Las personas responden de acuerdo con el mensaje que escuchan. Trabaje sobre estas respuestas y aceptaciones, pues eso lo ayudará a conducirlas a la decisión final de seguir a Jesús. Por ejemplo, durante la visita, la persona comenta: “Ustedes ciertamente parecen tener la Biblia de su lado en relación con la observancia del séptimo día”.

El evangelista puede responder de dos maneras. En una de ellas puede decir: “Sí, es verdad que tenemos la Biblia de nuestro lado”, y seguir presentando más evidencias bíblicas. Esa forma, sin embargo, estaría errada. La segunda manera también sería una respuesta positiva, mientras que continuaría explicando: “Sí, es verdad que la Biblia es muy clara cuando dice cuál es el día de descanso, pero lo más importante es que debemos obedecer lo que ella presenta. Estoy seguro, Bruno, que no quieres solo saber lo que dice la Biblia, sino también seguir a Jesús y guardar su sábado”.

Este abordaje se basa en la respuesta y pasa de la decisión a la acción. Siempre aborde de manera positiva, esperando que la persona tome una decisión. Sin embargo, no pregunte si la persona planea avanzar; declare, como en el ejemplo, que usted espera que ella avance. En general, las personas hacen lo que esperamos que hagan pero, cuando hacemos una pregunta, mostramos que estamos inseguros de la respuesta que vendrá y, por lo tanto, el resultado también será incierto.

Cómo garantizar la decisión

Las personas no tomarán una gran decisión, como la de guardar el sábado o la de unirse a la Iglesia Adventista, si no han tomado pequeñas decisiones a lo largo del camino y, por esto, es extremadamente importante hacer pequeños llamados en cada reunión o en cada estudio bíblico. Es mucho más fácil atravesar un riacho pisando pequeñas piedras, cercanas unas de otras, que intentar saltar de una orilla a la otra, pues muchas veces las personas terminan en el agua, mojadas y desanimadas.

Como están listas para tomar una decisión, es importante que el evangelista entienda lo que está pasando por la cabeza de ellas. Durante las visitas, haga preguntas que revelen lo que ellas está pensando. “¿Qué piensa acerca de...?” o “¿Cómo se siente en relación con...?” Ejemplificando, el evangelista debe decir lo siguiente a alguien que esté respondiendo de manera positiva a la cuestión del sábado: “Carlos, por las cosas que me dices, pareciera que entendiste claramente que el sábado es el día de reposo”. Entonces, Carlos responde positivamente, y el evangelista prosigue:“Me gustaría saber si has comenzado a pensar en la posibilidad de guardar el sábado”. Note que este abordaje no exige un sí o un no como respuestas. Al contrario, hace que la persona demuestre sus sentimientos,  y eso es lo que usted debe buscar.

Si la persona está pensando en convertirse en un miembro de la Iglesia Adventista, entonces el diálogo debe ser algo así: “Juan, ha sido maravilloso verte responder, noche a noche, a estas grandes verdades de la Biblia. Me ha gustado mucho verte descubrir la belleza de guardar el sábado de Dios, y sé que eso ya se ha convertido en una bendición muy especial en tu vida”. Y Juan responde: “Sí, es verdad”. Entonces, el evangelista continúa:“Ahora, estoy convencido,

Juan, de que estás listo para el próximo paso, el de convertirte en miembro bautizado de la Iglesia Adventista. ¿Ya has pensado en cuándo quieres dar este gran paso?” Nuevamente, el abordaje presume que la persona tomará una decisión, y la única duda es cuándo quiere hacerlo. La forma en que haga esa pregunta es extremadamente importante para garantizar la decisión.

Nunca debe preguntar algo que tenga un “No” como respuesta. Si todavía no tiene la certeza de que la persona está lista para la decisión de unirse a la iglesia, entonces debe preguntar de esta forma: “Juan, me gustaría saber si estás pensando en la posibilidad de convertirte en un miembro de la Iglesia Adventista”. Este abordaje es más inseguro y solo busca algunas informaciones de cómo está la persona en relación con esta decisión. Un punto importante es recordar hacer estas preguntas de una forma o de otra, de manera que alcancen el nivel de decisión deseado. La persona puede no tomar la decisión en casa, pero la visita en la casa de ella la preparará para tomar una decisión delante de todos durante un llamado en alguna de las reuniones.

Nunca fuerce a las personas al punto en que digan “No” a una decisión, acabando con las posibilidades futuras de aproximación. Cierta vez, trabajé con un evangelista que utilizaba técnicas de manipulación. Les decía a las personas durante la visitas que, si no se decidían en ese mismo momento, se perderían eternamente. Algunas reaccionaban positivamente bajo esta presión, pero muchas otras no, y ellas se cerraban para cualquier futura actividad evangelizadora. Entonces, nunca utilice esta clase de abordaje. Usted las ama y quiere entender lo que pasa por la cabeza de ellas, para ayudarlas con los conflictos internos sobre la verdad, pues usted es un ganador de almas y no forma parte de un negocio en el que las manipula para entrar en el Reino de Dios. Ese no es el abordaje de Jesús, y nunca debe ser el suyo.

¿Cómo puede saber que alguien está pensando en tomar una decisión? Escuche con atención lo que las personas dicen y preguntan pues, si es buen oyente, aprenderá bien rápido cómo está la relación de ellas con la verdad. Muchos ganadores de almas no escuchan, solo hablan y, por eso, ven pocos frutos en su trabajo. Escuche lo que las personas tienen para decir.

Está visitando a una persona, y ella pregunta:
“¿Qué es lo que hace una persona que trabaja en sábado?” 
Usted puede responder teóricamente o, si está atento, percibirá que la persona está con un problema para guardar el sábado debido al trabajo y necesita ayuda para lidiar con eso. El hecho de que la persona haya hecho esa pregunta revela que está pensando en la relación de ella con el sábado.

Otra persona puede preguntar acerca de cómo lidiar con la oposición de la familia en relación con las verdades que ha escuchado. Usted puede intentar resolver el problema, pero el punto más importante aquí es que la persona está definitivamente pensando en seguir la verdad de Dios. Si no lo estuviera, no sufriría oposición y, así como aquella pregunta sobre trabajar en sábado, el interés de ella puede ser descubierto a través de sus dudas. Estos comentarios revelarán dónde se encuentra la persona en el camino a la decisión.

Cuando escuche esta clase de preguntas, intentará, obviamente, responder a esas preocupaciones, pero es necesario hacer más que eso. Indican que las personas entraron en el valle de la decisión y, por eso, debe buscarlas. Y es en ese momento que debe utilizar el abordaje en el que presume que las personas se decidirán, pues si deja que pase ese momento, nunca más volverá. Muchas veces, pueden no estar listas para recorrer todo el camino. Entonces, dígales que, la próxima vez que haya un llamado en una reunión, estará orando para que tomen la decisión que Jesús desea.

Algunas veces, percibo que la persona está lista para tomar una decisión pero, aún así, continúa dudando. Entiende completamente el mensaje, pero sugiere que necesita más tiempo para estudiar. Nada de lo que diga parece convencerlo de avanzar, pero nunca demuestre que entiende el motivo de la demora. En ese momento, uso una tarjeta bautismal o utilizo el voto bautismal del Manual de la Iglesia. Entonces, sugiero que discutamos las cuestiones de fe y las dudas. Utilizo este abordaje solo cuando tengo certeza de que ya está familiarizada con todos los ítems importantes de la tarjeta. La mayoría de las veces, sé que concordará, incluso antes de que comience, con todo lo que está escrito allí. De esa forma, digo algo así: 
- “Bien, María, me parece muy claro que crees en todo lo que cree un adventista”. Ella puede responder: 
- “Creo que sí”. Y continúo:
- “Me parece, entonces, que ya eres una adventista; solo necesitamos transformarlo en una realidad. ¿Cuándo debemos agendar su bautismo?”

Note que este abordaje presume que ella será bautizada. No pregunto si ella quiere dar ese paso; tenemos que proceder positivamente, pues ya discutimos las cuestiones de fe y sabemos que ella cree en todo. Esto también funciona bien con aquellas personas tímidas que tienen dificultades para tomar decisiones. Una vez, estaba trabajando con una mujer que no conseguía decidirse. Creía y vivía todo, pero nunca decía “Sí” ni “NO”. Finalmente, un día le dije que se bautizaría el sábado siguiente y le mencioné lo que necesitaba traer para el bautismo. No se comprometió en ese momento, pero al sábado siguiente ella apareció con su ropa para el bautismo. Este abordaje no debe ser usado con todos, sino solo con las personas que tienen dificultades para tomar decisiones. En ese caso, usted está prácticamente decidiendo por ellas.

Decisiones progresivas

Las decisiones no deben ser tomadas sencillamente a lo largo del camino, pues también existe una progresión que debe ser seguida, en la que ciertas decisiones preceden normalmente a otras. 
Existen tres decisiones básicas que son esperables durante las series de evangelismo. 
La primera de ellas es aceptar a Jesús como Señor y Salvador, que es buscada durante las dos primeras semanas. 
La segunda está centrada en las verdades distintivas del mensaje adventista: la observancia del sábado y el estado de los muertos. 
La tercera es la de convertirse en miembro de la Iglesia Adventista, que suele ocurrir durante las dos últimas semanas de la serie. Generalmente, se dan en ese orden.

Dado que son las tres áreas básicas, algunos las han expandido a siete importantes decisiones para convertirse en un adventista. Claro que existen otros puntos, pero estos son los más importantes:

1. Aceptación de Jesucristo como Salvador y la creencia en la inspiración divina de las Escrituras.
2. Aceptación de los tres mensajes angélicos que preparan a un pueblo para el regreso de Jesús.
3. Disposición a seguir a Cristo con total obediencia, incluyendo guardar el sábado.
4. Aceptación del mensaje de salud, incluyendo la abstinencia del tabaco, el alcohol y la comida impura.
5. Aceptación de la visión bíblica sobre la muerte como un descanso.
6. Reconocimiento del don de profecía como una marca identificatoria de la iglesia remanente.
7. El bautismo como señal de aceptación de Jesús y unión a su cuerpo, la iglesia. 

Generalmente, el aspecto cognitivo de cada uno de estos puntos está incluido en toda serie de evangelismo. El verdadero trabajo de ganar almas es ayudar a las personas a aplicar estas verdades a su propia vida, y es allí que las habilidades del ganador de almas son tan importantes, para que estas sean incentivadas a tomar decisiones positivas en relación con los puntos esenciales de la fe.

Cuatro llamados básicos

Mientras busca ayudar a las personas a decidirse, puede utilizar cuatro llamados básicos. 
El primero es el más poderoso de ellos, en el que presenta el amor de Dios y la muerte de Jesús a la persona, pues nada conmueve más a las personas que retratar lo que Jesús hizo por ellas. Así, el primer llamado básico es el amor.“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:6). Este es un argumento muy positivo y, probablemente, el más fuerte que podemos hacer. Si el amor de Cristo no motiva a alguien a tomar una decisión, ¿qué más lo podrá hacer?

El segundo se basa en el primero. En verdad, todos los llamados que hacemos utilizan el amor como base. Pero, cada persona responderá de manera diferente a la forma en que sean realizados. Es por eso que recomendamos otros abordajes, pero siempre dentro del contexto del amor de Dios.

Así, el segundo llamado es el del ejemplo. Deberá enfatizar la importancia de que una persona tome una decisión que influirá a otras a decidirse por algo parecido. A veces, cuento mi propia historia de conversión y de la oposición que recibí de mis padres por convertirme en un adventista, y cómo, debido a mi posición firme, también terminaron tomando la misma decisión. Este llamado es apropiado si la persona tiene miembros de la familia que se oponen a la decisión tomada, pues quiere verlos en el Reino de Dios. La posibilidad de que otro miembro de la familia acepte el mensaje es muy pequeña si la persona no da el ejemplo, tomando la iniciativa y decidiéndose. “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12).

El tercer llamado tiene una perspectiva más negativa. Si bien siempre debemos usar un llamado positivo primero, hay lugar para presentar uno negativo. Estos dos últimos llamados también están basados en las Escrituras. El tercero es impresionar a las personas con la idea de que la Biblia solo describe dos grupos de personas en el fin del mundo: los salvos y los perdidos. Anímelas a unirse a los salvos, pues no existe término medio, y cada persona debe estar en uno de los dos lados. Jesús hizo este llamado de ma- nera clara en Mateo 7:13 y 14:“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.

El último llamado es poner en evidencia el peligro de la demora y el fin de la oportunidad de que una persona se salve. Aun cuando debemos evitar utilizarlo excesivamente debido al uso erróneo de los fundamentalistas, incluso así tenemos que admitir que es un llamado bíblico y que también tiene su lugar apropiado. Jesús lo utilizó en la parábola de las vírgenes en Mateo 25:10: “Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta” (Mateo 25:10). Llega la hora en que el tiempo de gracia de una persona termina, y no podemos ignorar ese hecho, ya sea que esa gracia termine con la muerte o con la segunda venida. La vida es in- cierta, y por eso Pablo advierte: “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2).

Eso no significa que deba intimidar a las personas con el lago de fuego y azufre del infierno, pero tampoco puede dejar escapar el hecho de que existen consecuencias eternas si no seguimos a Jesús. He utilizado este abordaje más en sermones que individualmente, a pesar de que a veces lo he utilizado en visitas personales. Por otro lado, expreso, en la medida de lo posible, el llamado negativo con un tono positivo.

Por ejemplo, puedo contar la historia de un hombre que frecuentaba nuestras reuniones noche a noche y, cierta vez, cuando hice un llamado a que las personas acepten a Jesús como Salvador, ese hombre respondió y entregó su corazón a Jesús. En esa noche, volviendo a su casa, tuvo un paro cardíaco y murió pero, gracias a Dios, se decidió antes. 

Esta historia utiliza el cuarto llamado, pero lo presenta de manera positiva. En lugar de contar una historia de alguien que no aceptó a Jesús y murió, cuento una que tenga un final animador. Es realizado de la misma forma, pero con una perspectiva más optimista.

Señales de convicción

Existen algunos indicadores de que las personas están en el valle de la decisión, y esas señales no pueden pasar desapercibidas. Cuando alguien las nota, algo se debe hacer, o las almas pasarán del punto en que pueden ser alcanzadas. Esta sección examinará seis de esas señales:

1. Si la persona de repente retrocede aparentemente ante cierta enseñanza, muchas veces es señal de convicción. Por ejemplo, una persona que ha sido muy positiva en relación con la verdad del sábado y está dispuesta a guardarlo puede, de repente, parecer retroceder y negar una decisión final.

2. Las personas parecen estar más nerviosas que lo normal, sin razón aparente. El nerviosismo puede ser notado en la fricción de manos, en que la persona se toca mucho la nariz o la oreja, si se levanta y se sienta varias veces, o alguna señal por el estilo. Normalmente, las personas que demuestran nerviosismo se pondrán más nerviosas todavía. No es el nerviosismo, sino su incremento, lo que debe buscar como señal de que están convencidas.

3. Las personas pueden incluso hasta dar alguna clase de señal, directa o indirecta, de que quieren quedarse a solas por un momento. Tal vez falten a alguna reunión o, si está dando estudios bíblicos, sugieren saltearse una reunión semanal. De esta forma, están intentando darle a entender que la presión sobre ellas está siendo muy fuerte.

4. Algunas personas lo ignorarán completamente. Hasta puede agendar una reunión y ellas no aparecerán. Lo que quieren decir es que sus conflictos internos la están presionando demasiado, y quieren que las deje solas en ese momento. Incluso pueden estar en casa cuando llame a la puerta, pero no lo atenderán. En ese caso, no se quede allí parado, llamándolas por teléfono, pues eso las presionará y dificultará todavía más las cosas.

5. Puede ser que ellas se preocupen por temas doctrinales menores. Conocen bien los más importantes, pero intentan desviarlo de ellos, cuestionando detalles insignificantes. Este es un abordaje evasivo, pues temen que les presente más verdades que aumentarán el conflicto.

6. La última señal de convicción es el cuestionamiento, lo que revela que están pensando en tomar una decisión. Entonces, la persona pregunta: “Si me hago adventista, ¿qué tendré que abandonar?” Estas preguntas indican que la persona está pensando en unirse a la iglesia.

¿Qué es lo que hace cuando ve estas señales de conversión? No presione, porque está entrando en el dominio del Espíritu Santo, que está intentando convencer a la persona a que tome una decisión. Usted ya cumplió su deber y, ahora, sus oraciones pueden proveer la mayor ayuda posible, pues la batalla dentro de la mente de ella no es contra las ideas que usted presentó, sino contra el poder de Satanás en su vida. Solo el Espíritu Santo puede competir con éxito contra Satanás.

Esto no quiere decir que deba ignorarlas durante este período; muy por el contrario, ellas necesitan de ayuda especial, pero no presione durante esta etapa.

Durante una visita, pregunte si quieren conversar sobre la situación. En esta fase, ellas lo necesitan como a un amigo; entonces, permanezca cerca (si se lo permiten). No fuerce el momento decisivo, pues este es el trabajo del Espíritu Santo, y el suyo es solo ser un amigo. No puede minimizar la importancia de seguir a Jesús, pero puede comprender el esfuerzo que hacen mientras luchan con grandes controversias. Entonces, sea un gran y comprensivo amigo.

Este es el momento más delicado en el proceso de la decisión. Muchas veces, cuando las personas indican que quieren ser dejadas solas, los ganadores de almas obedecen. Si eso sucede, es muy probable que las pierda. Ellas lo necesitan en ese momento, pero no como portavoz de Dios, sino como un amigo que está realmente interesado en ellas como personas y no como una estadística de la iglesia. Las personas no quedarán mucho tiempo indecisas, pero necesitan desesperadamente de usted.

Puede convencerlas con las Escrituras o con argumentos, pero si ellas no son convencidas por el Espíritu Santo, serán mucho más difíciles de ser abordadas en un tiempo futuro que las que nunca hayan oído el mensaje. Recuerde siempre que lo que el hombre planta, solo Dios lo hace crecer. Permita que él haga su trabajo con las personas en este momento delicado de la convicción profunda. J. L. Schuler, evangelista adventista de comienzos del siglo XX, dijo esto con mucha belleza en estas palabras: 
“No es suficiente proclamar el mensaje, ni convencer a las personas de que las doctrinas son verdaderas. El verdadero propósito del mensaje que predicamos es llevar a los hombres a obedecer a Cristo. Los derechos que el Señor nos concede no sirven simplemente para advertir a los hombres, sino para convertirlos en discípulos; para convertirlos en cristianos. Ese debe ser nuestro único objetivo. No solo advertimos, salvamos; no solo convencemos, convertimos; no solo transmitimos el mensaje de que Cristo está regresando, sino preparamos un pueblo para encontrarse con el Señor... Más intentos públicos fallan en este punto que en todos los demás juntos”.

Los cuatro elementos detrás de todas las decisiones

No es solo conseguir una decisión, es conseguir una decisión clara lo que es tan importante. He observado a algunos grandes evangelistas que reciben grandes respuestas a sus invitaciones, pero que nunca fueron capaces de llevar a la persona a una decisión concreta. Parte de la razón de esto es la falta de los cuatro siguientes elementos en sus llamados.

El primer elemento es la claridad. Si la decisión no es explicada en los mínimos detalles, entonces será difícil la transición de la decisión a la acción. Las personas ¿entienden claramente lo que se les está pidiendo? Por ejemplo, un llamado público a que las personas sigan a Jesús, sin indicar con claridad que el evangelista las está llamando a bautizarse y unirse a la Iglesia Adventista, resultará en personas que pasan al frente, pero que posteriormente se sienten engañadas cuando se les pide que llenen una ficha que indica que desean ser bautizadas. Asegúrese de que el llamado es expresado de tal manera que no queden dudas acerca de lo que se está pidiendo.

Segundo, el ganador de almas debe describir los beneficios de lo que se está ofreciendo por seguir a Jesús y su verdad. Los evangelistas acostumbran enfatizar el lado negativo en lugar del positivo, pero los beneficios son los que realmente ayudan a las personas a tomar una buena decisión. ¿Cuáles son esos beneficios? Las personas pueden esperar paz, felicidad interior, la sensación de que están haciendo lo correcto, el compañerismo con el pueblo de Dios y, por último, inmortalidad y vida eterna. Son estos motivos los que deben impulsar a las personas a tomar una buena decisión en relación con Jesús.

El tercer elemento es el lado negativo, las consecuencias de no seguir a Jesús. Este solo debe ser usado después de haber presentado el lado positivo. En verdad, lo ideal es presentar los dos juntos, pues las personas necesitan entender ambos. ¿Cuáles son algunas de las consecuencias de no tomar una decisión? Incluyen la culpa interior, inquietud, falta de satisfacción y, por último, la ruina eterna. Note que, con los beneficios, usted no enfatiza solo las consecuencias eternas, sino también cómo eso afecta la vida diaria en este mundo. Vivir con culpa es extremadamente difícil, y eso es una poderosa motivación para que las personas sigan lo que saben que es verdad.

El cuarto punto es ayudar a las personas a percibir que Dios espera que sigan a Cristo y su verdad. No es suficiente solo con saber la verdad, Jesús espera que sus seguidores pasen del conocimiento a la acción. ¿Explicó con claridad de manera que el público reaccione conforme a las expectativas?

Decisiones en reuniones públicas

Las decisiones individuales son muy importantes, y muchas personas las toman en la privacidad de sus hogares. A pesar de todo, mucho tomarán una decisión apenas se les da la oportunidad en un ambiente público. En verdad, es probable que, en el ambiente adventista, más personas se decidan en reuniones públicas que en visitas individuales. Eso no significa que el llamado personal no es importante, porque la visitación individual, como se ha señalado, es vital en ayudar en la decisión pública.

También puede ser señalado que pocas conferencias públicas tienen éxito si no se incluyen poderosos llamados a tomar la decisión. Aun cuando usted haga todo lo que sugerimos en este capítulo para motivar una decisión, si no realiza un llamado público, habrá pocas decisiones. Existen dos clases de llamados públicos: la tarjeta de decisiones y el llamado para que el público pase hacia el púlpito. La mayoría de los evangelistas utiliza los dos, pues las pequeñas decisiones con las tarjetas preparan el camino para las decisiones públicas mayores.

En mis reuniones, uso una tarjeta cada noche, que tiene espacio para cuatro opciones:

1. Entendí el mensaje.
2. Quiero hacer preguntas.
3. Quiero responder al llamado.
4. Quiero una visita individual.

Cada noche, al cierre del mensaje, pido que las personas marquen la opción tres para tomar la decisión apropiada por la que estoy pidiendo. Si estoy hablando sobre la segunda venida, puedo decirles que marquen la opción tres si desean estar preparadas para encontrarse con Jesús cuando él regrese, etc. Estas son los clases de decisiones que las preparan para decisiones mayores.

La tarjeta también puede ser usada para decisiones mayores. Por ejemplo, después de la segunda noche, en la presentación del sábado, pido que to- dos tomen la tarjeta de respuestas en la mano; entonces, hago las siguientes preguntas:

1. “Si está claro para usted en esta noche que el séptimo día es el sábado, entonces marque la opción1”.Aquí no se pregunta si pretenden guardarlo, solo si el fundamento bíblico está claro.

2. “Si no está claro bíblicamente y todavía tiene algunas preguntas sobre el sábado no respondidas, marque la opción 2”.

3. “Si la verdad de la Escritura está clara y su deseo en esta noche es comenzar a guardar el séptimo día de Dios de la puesta de sol del viernes a la puesta de sol del sábado, marque la opción 3”.

Note la claridad de cada pregunta. Si marcan la opción 3, es una señal óptima de que están pensando positivamente en guardar el sábado. Incluso así, es muy común encontrar personas que marcan la opción 3 y, posteriormente, en una visita a su casa, descubrimos que no están listas para guardarlo. La respuesta de ellas da a entender que sienten algo positivo en relación con el sábado, pero eso no es todo. Por eso las visitas en la casa son necesarias para acompañar las decisiones tomadas durante las reuniones.
Si las únicas decisiones requeridas en una reunión son las de la tarjeta, habrá pocos bautismos. Cuando comencé mi ministerio, escuché que un evangelista defendía solo las tarjetas de decisiones. Me pareció una buena idea, pues no quedaría expuesto si nadie tomaba la decisión. Pero, luego descubrí que esas tarjetas no son tan poderosas como pasar al frente hacia el púlpito. Existe algo en la respuesta a un llamado público hacia el púlpito que indica una decisión mucho más poderosa que una realizada en una tarjeta.

Los llamados al púlpito deben ser la parte más emocionante de la reunión. Por causa de la visión de Billy Graham, el llamado hacia el púlpito se popularizó en la cultura estadounidense como la forma principal en que las personas deciden seguir a Jesús, y continúa hasta hoy. El llamado funciona mejor en conjunto con las tarjetas de decisión, pero este no es un abordaje de“esto o aquello”, sino que incluye ambos métodos. En mis reuniones, promuevo el primer llamado al púlpito en la segunda noche de reuniones. Es un llamado para aceptar a Jesús como Salvador. Es eficaz, desde el inicio de las reuniones, comenzar a incentivar a las personas a que actúen de acuerdo con lo que están oyen- do. Inicialmente muchos frecuentan las reuniones para conseguir más informaciones sobre la Biblia, pero el evangelista debe transformar esa búsqueda de conocimiento en un deseo de seguir ese conocimiento. El llamado al púlpito es una forma poderosa de comunicar esa necesidad desde el comienzo. En este primer llamado, dejo muy en claro que no están uniéndose a la iglesia, sino indicando el deseo de aceptar a Jesús.

Como fue mencionado en un capítulo anterior, tenemos miembros entrenados para presentarse, acercarse a las personas y guiarlas a Cristo. Uso este abordaje tres veces durante las dos primeras semanas: en la segunda noche, cuando abordo las reivindicaciones de Jesús; en la quinta noche, cuando explico el plan de salvación; y en la novena noche, cuando hablo acerca del juicio y hago el llamado a pasar al frente a los que todavía no tienen la certeza de la salvación en Cristo.

En las noches de sábado de cada semana, hago pedidos de oración. En ese momento, proveo algunas tarjetas de pedidos de oración e invito a que traigan sus pedidos al frente para colocarlos en una urna. Pido que se queden en el frente, cerca de la urna, para orar por los pedidos. Entonces, digo que el grupo evangelístico orará por los pedidos toda la semana. El hecho de que pasen al frente para llevar los pedidos facilita una respuesta posterior a un llamado, pues les quita el miedo de pasar el frente.

Estos tres primeros llamados al púlpito preparan el camino para futuras invitaciones a bautizarse y unirse a la iglesia. Después del tercer llamado, paso una semana sin hacer ninguno; solo hago llamados con tarjetas de decisión, mientras presento las verdades distintivas del mensaje. Al fin de la tercera semana, estoy listo para aumentar las invitaciones al bautismo y a unirse a la iglesia.

En la noche del viernes, predico acerca del milenio y, al final del sermón, hablo sobre la felicidad del Mundo Nuevo y de estar con Jesús, describiendo la gran necesidad de estar allá. Entonces, hago un llamado a que todos los que quisieran estar con Jesús pasen al frente y, normalmente, todos pasan. De nuevo, eso es para intentar sacar el miedo de pasar al frente.

A la mañana siguiente, del sábado, las personas fueron invitadas a la Escuela Sabática y a asistir a la iglesia por primera vez. Entonces, predico sobre el bautismo y, al final, pido con claridad que todos los que quieran ser bautizados y unirse a la iglesia pasen al frente. Las personas más preparadas responderán; por otro lado, no pasarán los que ya han sido bautizados. No se desanime por eso, ellas pasarán en futuros llamados. Cuando las personas pasan al frente para el bautismo, quien está trabajando por ellas normalmente pasa también, las ayudan a llenar la tarjeta de decisión y agenda un horario para una visita.

Entonces, sigo tres noches más sin ningún llamado al púlpito pero, al fin de la cuarta semana, acostumbro a hacer llamados casi todas las reuniones. Quiero darle a las personas las oportunidades que sean necesarias para tomar una decisión.

Existen abordajes diferentes para la. utilización de música durante el llamado. Cada evangelista tendrá que experimentar diferentes estilos y adoptar el que sea más adecuado para él. En mis reuniones, todos permanecen sentados mientras mi esposa canta una canción de llamado, a medida que los que responden pasan al frente. Algunos evangelistas prefieren música suave de fondo, sin cantos. Otros prefieren que toda la congregación cante durante la invitación o permanezcan de pie para facilitar que pasen al frente. Cada abordaje tiene sus méritos y sus desventajas. Por lo tanto, escoja el que se adecue mejor a su estilo. El punto principal es tener certeza de que hará llamados públicos a pasar al frente.

¿Qué es lo que se hace después que las personas pasan al frente? Después de hacer que llenen la tarjeta de decisión, ponga a disposición un horario para visitarlas en casa y para conversar sobre la decisión. Algunas veces, puede terminar diciendo eso allí mismo, pero es preferible hacerlo en la casa de ellas. Cuando llega a la casa de alguien que demostró su deseo de ser bautizado, el diálogo debe ser más o menos así: “Juan y María, me puse muy feliz de verlos pasar al frente anoche, tomando la decisión de bautizarse”. Entonces, deles un tiempo para confirmar.“Solo quise venir hoy para determinar la fecha de su bautismo”. Note nuevamente que estoy asumiendo que se bautizarán, pues fue así que ellas respondieron durante la reunión. No cuestione la respuesta de ellos. Siempre marque la fecha antes de las preparaciones para el bautismo. Es mucho más fácil lidiar con los hábitos, una vez que la fecha está marcada. Si hubiera tiempo suficiente, hago de esta una visita corta, marco la fecha para el bautismo y otra para rever las doctrinas. Ellos comenzarán a invitar a los amigos para el bautismo, contando que serán bautizados y, cada vez que lo hagan, fortalecerán sus decisiones. Así, cuando revea las doc- trinas con ellos, si apareciera algún problema, será más fácil lidiar con ello que dar marcha atrás con el bautismo. Dos días después, hago la última visita, reviso los puntos de la fe, respondo alguna pregunta restante, instruyo acerca de lo que tienen que llevar al bautismo y cómo será, etc. Hacemos una última oración de compromiso y me retiro, esperando ansiosamente por el bautismo en la fecha señalada.

Consejos finales

Avanzamos mucho en el estudio de este capítulo, que es una parte muy importante en el proceso de evangelización. Se podría escribir mucho más acerca de cómo motivar decisiones, y otros ya han escrito muy bien sobre este tema. Quizá desee revisar parte de la literatura disponible sobre evangelismo. Debemos continuar aprendiendo y poniendo en práctica, para poder ganar más personas para el Reino de Dios, pues él nos ha capacitado para buscar decisiones definitivas en relación con Jesús.

El verdadero éxito en ganar almas se desarrolla sobre la base de dos promesas bíblicas. 
“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). 
La segunda está en Proverbios 11:30: “Y el que gana almas es sabio”. Ganar almas está en el corazón de todo lo que hacemos como iglesia, pero no es un trabajo humano, sino un trabajo divino. Siempre que dependemos solo de la metodología humana, terminamos fracasando. Ganar almas es Dios y la humanidad trabajando en conjunto para cumplir la misión de Cristo. Eso comienza con la experiencia correcta por parte del ganador de almas. Dios puede actuar por medio de cualquier persona, incluso hasta de los ignorantes, pero puede actuar mejor por medio de los que viven consagrados, comprometidos con él. En la mente del pueblo de Dios, debe haber una creencia invencible de que, por el Espíritu Santo, las almas deben ser llevadas a Cristo por nuestros esfuerzos. El principal objetivo de todo este esfuerzo es garantizar decisiones definitivas de obediencia al Señor Jesucristo y, así, verlos en el Reino de los Cielos, y eso vale todo nuestro tiempo y esfuerzo para alcanzar a los perdidos. Este es nuestro objetivo principal.

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