domingo, 28 de enero de 2024

El llamado misionero de Israel

Hay un rumor que el Antiguo Testamento no tiene un mensaje o una visión misionera. Es, según el adagio popular, un libro y un mensaje dedicados solamente a los judíos y a sus propias fortunas nacionalistas. Pero ese rumor y visión no se ajustarán con las afirmaciones que el Antiguo Testamento mismo hace. Aunque limitamos nuestra investigación a tres textos claves del Antiguo Testamento, nosotros observaremos inmediatamente que estos tres textos presentan tres de las declaraciones más poderosas de un llamado misionero que se pueda encontrar dondequiera

Hay tres textos básicos que le hacen muy claro que Dios hizo exactamente eso. Estos textos son: Génesis 12:1-3; Éxodo 19:5-6; y Salmo 67

Eso, entonces, explica porqué allí hay tanta bendición. Este hombre (Abraham) y sus descendientes fueron llamados a ser misioneros y canales de la verdad desde el principio.

Génesis 12:3: “por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra” Esa era y sigue siendo las Buenas Noticias del Evangelio.

Hay aquí (Éxodo 19:5, 6) tres ministerios específicos para los descendientes de Abraham.

En primer lugar, eran una posesión especial de Dios, o como las más antiguas traducciones dicen, “mi gente peculiar.” La antigua palabra inglesa “peculiar” vino de la palabra latina que apuntaba a objetos de valor o cualquier clase de mercaderías movibles que no estaban, en contraste a las propiedades inmobiliarias, unidas a la tierra, tal como las joyas, las acciones, o los bonos. El hecho era que Israel era hijo de Dios, su pueblo, su primogénito (Éxodo 4:22), y ahora su tesoro especial. El énfasis aquí está en la portabilidad de ese mensaje y del hecho de que Dios ha colocado semejante valor a su pueblo. Esto es exactamente como Malaquías 3:17 nos describe: “joyas”.

Otro papel que Israel era realizarse era el de ser reyes y sacerdotes para Dios. La forma del genitivo o de la construcción, “reino de sacerdotes,” es mejor traducido (basado en seis ocurrencias en textos de la prosa) “reyes y sacerdotes,” “sacerdotes majestuosos,” o “sacerdotes reales.” Aquí el papel misionero de Israel llegó a ser explícito, en caso hubiera quedado alguna duda. La nación entera fue llamada a funcionar por el reino de Dios en un papel de mediador, referente a las naciones. De hecho, era este pasaje se convirtió en la base para nuestra doctrina famosa del Nuevo Testamento del sacerdocio de los creyentes (véase 1Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6 - 5:10).

‘Una nación santa’, entendiendo que la santidad es integridad. Ser “santo” es ser “enteramente” para el Señor.

Y Pedro lo hace explícito llamando a los creyentes gentiles de su día “un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios.” (1Pedro 2:9). El uso del Éxodo 19 es muy obvio y transparente. El punto es, ¿reconocemos la continuidad en el propósito y el plan de Dios?

Pedro aclaró su punto. Dios había llamado a su gente por estos cuatro títulos (1Pedro 2:9) “para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.” La razón por la que Israel y ahora los creyentes gentiles son nombrados un sacerdocio real, una nación santa, pueblo de Dios, su pueblo escogido, su posesión especial movible, es que anunciemos, declaremos, y seamos sus misioneros y testigos.

Ninguno de estos regalos son para ser consumido en nosotros mismos. No fueron dados para ser meras insignias. Estaban con el fin de declarar Sus hechos maravillosos y de llamar a gente a Su luz maravillosa.

El Salmista (Salmos 67) oró: “Dios nos tenga compasión y nos bendiga. Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros.” Una vez más él cambió la fraseología tan levemente, usando las palabras “nosotros” en vez de “te”.

El propósito para esta bendición agrandada se da inmediatamente en el verso 2: “para que se conozcan en la tierra sus caminos, y entre todas las naciones (o los gentiles) su salvación.”

Una segunda razón es porque Dios gobierna y dirige a todas las naciones (vs. 4-5).

Finalmente, se da una tercera razón: la misma bondad de Dios (vs. 6-7).

La bondad de Dios con Israel era una de las maneras de Dios de atraer a todas las naciones del planeta a temerlo; es decir, para creer en la venida del Hombre de la Promesa, nuestro Señor Jesucristo. Israel había de ser una nación que testifique, proclame, y evangelice. Los gentiles tenían que ser traidos a la luz.

El Salmista anheló y deseó profundamente que Dios, el rey de Israel, pudiera ser reconocido como Señor y Salvador de todas las familias de la tierra. ¿Debemos hacer menos? ¿Nos llama Dios a declarar, junto a Israel, su propósito en este pasaje del Salmos 67? El desafío de Dios a Israel es también el nuestro: tenemos un papel mediador en la proclamación de su nombre entre las naciones. Ese es el propósito de Dios. ¿Está sucediendo en su vida?

Que la llama del Evangelio, encerrada en Génesis 12:2-3, y el llamado de ser una nación santa y un sacerdocio real ardan en nosotros para proclamar el Evangelio en estos próximos días. Que podamos anunciar, no sólo a nuestro país, sino a cada una nación en la faz de la tierra, que Jesús es el Señor para la gloria de Dios Padre. Confío en que nuestras escuelas y seminarios pueden hacer un trabajo excelente en el entrenamiento de hombres para predicar como nunca antes en los púlpitos, pero también confío en y ruego que venga una avalancha poderosa de hombres y de mujeres de nuestras escuelas, seminarios cuyo proyecto de vida sea rodear el globo con el Nombre que está sobre cada otro nombre, el Nombre de nuestro gran Dios.

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