Dios gobierna sobre Egipto y hace un pacto con el pueblo de Dios.
GÉNESIS TERMINA CON UN GRUPO RELATIVAMENTE PEQUEÑO DE HEBREOS EN EGIPTO, VIVIENDO EN RELATIVA SEGURIDAD.
"CON EL PASO DE LOS AÑOS, LAS CIRCUNSTANCIAS CAMBIARON. A MEDIDA QUE LOS HEBREOS CRECÍAN EN NÚMERO, LOS EGIPCIOS LLEGARON A CONSIDERARLOS COMO UN PELIGRO PARA SU SEGURIDAD". Glasser. El anuncio del Reino, 75.
A) GRANDES GRUPOS DE ISRAELITAS FUERON DISPERSADOS POR TODA LA TIERRA Y OBLIGADOS A TRABAJAR EN LOS CAMPOS
B) LOS EGIPCIOS INTENTARON UN GRAN GENOCIDIO AL TRATAR DE MATAR A TODOS LOS NIÑOS HEBREOS RECIÉN NACIDOS
C) LA VIDA SE VOLVIÓ CADA VEZ MÁS AMARGA
LOS HEBREOS COMENZARON A CLAMAR A DIOS POR LIBERACIÓN (ÉXODO 2:23-25)
La Torá debía servir como custodia de ellos para hacerlos tener hambre de una relación personal con Dios (Gál 3:24).
DIOS LEVANTÓ A MOISÉS COMO LIBERTADOR (UN ACTO DE SU GRACIA)
DIOS LOS LIBERÓ DE LA ESCLAVITUD EN EGIPTO MEDIANTE UNA CONFRONTACIÓN DIRECTA CON EL FARAÓN
ALAN COLE AFIRMA QUE EL ÉXODO "PARA ISRAEL, FUE UN ACTO SALVADOR DE DIOS... CÓMO FUE LA CRUZ DE CRISTO PARA LOS CRISTIANOS".
MOISÉS LLEVÓ AL PUEBLO AL SINAÍ, DONDE EL SEÑOR REVELÓ SU GLORIA. ALLÍ LOS HEBREOS SE DIERON CUENTA DE QUE DIOS DESEABA ESTAR MUY CERCA DE ELLOS, TANTO QUE SU SANTIDAD EXIGÍA SEPARACIÓN Y DISTANCIA DE ELLOS
A TRAVÉS DE LA MEDIACIÓN DE MOISÉS, ACEPTARON EL GOBIERNO DE DIOS Y PROMETIERON SU PACTO (ÉXODO 19:5-8)
No podemos asumir que comprendemos la relación entre las oraciones del pueblo de Dios y la decisión soberana de Dios de descender "para librarlos
En el Nuevo Testamento, esta conexión está firmemente establecida: Dios obra en respuesta a la oración.
¿Violencia para asegurar la justicia social?
El registro no moraliza sobre los actos de violencia de Moisés; ni los alaba ni los condena.
Por este medio, Moisés no trajo aparejada la liberación de su pueblo oprimido. Su acto de violencia al matar al egipcio hizo incongruente para él argumentar a favor de una genuina reconciliación de sus hermanas y hermanos hebreos (Ex 2:14), porque se había comprometido. Tuvo que ser removido de la escena para no ser destruido.
A lo largo de la historia de la iglesia, ha habido instancias en las que los cristianos buscaron justificar el recurrir a la violencia para defender a los pobres.
Esto terminó en el abandono total de la fe, en la indiferencia hacia la revelación bíblica, y "el ateísmo que parece ser una postura revolucionaria normal" (Ellul 1969: 22) (Glasser. El anuncio del Reino, 79)
"Los teólogos de la violencia son fariseos, terribles distorsionadores de la verdad cristiana" (1969: 140).
El éxodo es más prominente que la creación, porque la historia de Israel tuvo su real comienzo en esta experiencia crucial.
Es en el Nuevo Testamento que "uno más grande que Moisés" hace posible un éxodo liberador y redentor, uno que conduce a una herencia más perdurable (Deut 18:15-19).
La misión implica el encuentro entre el pueblo de Dios y las naciones, mientras la misión de Dios se despliega a lo largo de la historia humana. El éxodo es un ejemplo escogido de la misión de Dios operando a través de Israel entre las naciones.
Si Egipto pudo ser absolutamente humillada, si su poder militar fue completamente destruido y su dioses fueron totalmente desacreditados como indignos de la adoración humana, entonces todo Egipto y todas las naciones circundantes sabrían que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob era en realidad el verdadero Dios.
En realidad, el éxodo fue totalmente la acción de Dios. La liberación vino porque Yahvé peleó por su pueblo.
El faraón, el viento y el mar estaban en el camino. Pero todo fue derrotado, no por actividad humana, sino por el poder de Dios. No hay otra explicación.
Él (Dios) juzgó violentamente a los enemigos del pueblo y por gracia liberó a los suyos.
Los hebreos no lograron nada por sí mismos. No hubo ninguna intervención militar, ninguna revolución.
Los teólogos de la liberación han tendido a politizar el motivo del éxodo y a remover de él toda referencia a su dimensión confesional. Ellos lo reconceptualizan principalmente como un evento humano. Algunos consideran a Moisés, el hombre, como el único responsable: "Toda revolución necesita de un líder."
En un sentido muy real, Moisés debería ser considerado como uno de los primeros misioneros transculturales de Dios (después de José) ya que fue llamado por Dios para ir a Egipto a sacar a los israelitas, de modo que pudieran adorar a Dios. Pero ningún misionero debiera alguna vez pretender ser capaz de redimir a un pueblo. Sólo Dios puede hacerlo. Y Dios solo recibe toda la gloria.
La elección demanda respuesta: la respuesta de la adoración y el servicio.
Los israelitas fueron liberados de la esclavitud para que pudieran llegar a ser el pueblo devoto de Yahvé. La ley de Dios (Torá) les fue dada en el Sinaí, para que la devoción de ellos pudiera orientarse de maneras que le resultaran agradables a Él y que su adoración de algún modo estuviera de acuerdo con un pueblo redimido.
La Torá constituye una revelación eterna de Dios, que le fue entregada a Israel para darle unidad, santificación, preservación dentro de la relación de pacto y bienestar.
Que Israel fuera elegido por Dios no significa que otras naciones hayan sido rechazadas por Dios.
Anteriormente afirmamos que Moisés fue un misionero para los israelitas. Ahora agregamos que él también fue un misionero para los egipcios. Él les demostró la debilidad de sus dioses, con el resultado de que algunos lo siguieron y se unieron a los israelitas (Ex 12:38).
Al igual que su Dios, ellos debían vivir conforme a un ritmo sabático de tiempo: seis días de trabajo, seguidos de un día de descanso. Esto le traería renovación física y les daría la oportunidad de disfrutar del fruto de sus labores. No solamente proveería alivio de la pesada rutina del trabajo, sino que también les daría la posibilidad de una renovación psicológica y espiritual.
En este sentido, era una señal entre Yahvé e Israel de que ellos habían sido apartados como su pueblo propio (Ezeq 20:12, 20). El Sábado le pertenecía al Señor y al pueblo de Dios, su posesión escogida. Mediante la observancia fiel del Sábado, Dios tendría la seguridad de la gratitud de ellos. Más aún, guardando el Sábado ellos proclamaban a los pueblos de alrededor los "poderosos actos" de Dios de creación y de redención.
Sólo el Mesías, el Santo de Israel, pudo validar los grandes principios del sistema sacrificial sinaítico y pudo llegar a ser (1) el instrumento sacerdotal mediante el cual los israelitas podrían acercarse al Dios viviente de fuego sin quemarse; (2) el medio de la comunión continua entre Dios y el penitente; y (3) la ofrenda de acción de gracias todo suficiente, ofrecida a Dios por los redimidos. El Mesías, de ese modo, mediaría un perdón total de los pecadores, a la vez que ofrecería una garantía de que los redimidos continuarían estando en la presencia divina.
La libertad y la justicia para todos debían ser las marcas de la tierra de Dios.
El Dios de gracia, quien los había liberado quería que ellos nunca se olvidaran de que habían sido una minoría abusada y explotada, totalmente incapaces de aliviar su miseria. De ahí que se los urgiera una y otra vez a ser cuidadosos con los pobres, con los necesitados y con los políticamente despojados en medio de ellos (Deut 8:11-18; 10:17-19; 15:7-15; 16:11-14; 24:17-22; 26:5-12; Deist 1977: 61).
Cuarto, es una realidad que el mal organizado se opone a la voluntad de Dios.
Él va a triunfar en la historia humana como Salvador y también como Juez. Esto significa la certeza de un futuro para el pueblo de Dios en la venida del gobierno del reino de Dios, el cual ya es una realidad presente, pero todavía no está plenamente realizado.
El carisma en el liderazgo le dio lugar a la dinastía.
Pero existir meramente como status qua difícilmente podía equivaler a ser una bendición a las naciones.
No obstante, la monarquía davídica eventualmente colapsó debido a que dejó de lado a Dios y debido al fracaso ético de sus gobernantes, de sus sacerdotes y del pueblo.
Con el tiempo, la mayoría de los israelitas rechazaron el estado salomónico como el cumplimiento del destino de Israel. La revolución estalló en el año 930 a.c. bajo el liderazgo de Jeroboán, un patrón abusador del odiado sistema corveé (trabajo forzado). Israel se separó de Judá y ninguna de las dos naciones se recuperó de este desastre.
Con la fractura también vino la apostasía.
Siempre hubo un remanente del pueblo de Dios en su medio, cuya presencia, testimonio y preocupación social sirvieron para impedir que Judá llegara a un eclipse espiritual total.
Para el año 587 a.c., prácticamente todas las ciudades fortificadas, incluida Jerusalén y el Templo, habían sido reducidas a escombros. Cientos de miles perecieron. Sólo un número relativamente pequeño fue a la cautividad. Fue el final de Israel como una entidad política y religiosa.
Los profetas acentuaron la relevancia de la revelación sinaítica y deuteronómica.
Cuanto más grande es el conocimiento que uno tiene de su revelación, más profunda es la confianza en él y uno obedece su voluntad de manera más activa. Aparentemente, el ideal profético era que el pueblo de Dios fuera enérgico en su cooperación con él, más que "disfrutadores de Dios beatificados" Glasser. El anuncio del Reino, 128.
Johannes Verkuyl enfatizó esta visión de Israel como un pueblo para el servicio en la misión de Dios. Él declaró que "los profetas nunca se cansan de recordarle a la nación de Israel que su elección no es un privilegio que ella pueda conservar para sí misma de manera egoísta; la elección es un llamado al servicio" (1978: 46).
"Los verdaderos profetas también estuvieron constantemente atacados por falsos profetas. El mensaje invariable de los verdaderamente llamados por Dios era que los líderes y el pueblo debían prestar atención al llamado de Dios al arrepentimiento, antes de esperar escuchar el ¡sí! de Dios y de saber que ellos mismos estaban continuando la secuencia de la "historia de la salvación." En contraste, los falsos profetas ignoraban esta secuencia. Hablaban de paz y de las bendiciones de Dios. Pero interpretaban erróneamente el pacto de Yahvé con David, pensando que éste garantizaba incondicionalmente la seguridad perpetua de Jerusalén. Hablaban de realismo político, de alianzas con vecinos paganos poderosos y del derecho legítimo del pueblo a resistir al enemigo que Yahvé había enviado en su contra (los ejércitos de Nabucodonosor, 2 Crón 36:15-18). Pero estaban equivocados. La nación estaba condenada y la monarquía estaba llegando a su fin, tal como los verdaderos profetas lo habían predicho". Glasser, El anuncio del Reino, 130.
Un nuevo Israel por medio de la fe sería el medio principal de Dios para proclamar redención entre las naciones.
No deberíamos presumir de considerarnos a nosotros mismos como superiores a los israelitas. Ellos reflejan la perversidad moral y ética que caracteriza a todos los seres humanos.
La Torá contiene dos mecanismos básicos para evitar el nominalismo en la relación de un israelita con Yahvé: el Sábado semanal y la asistencia requerida de todos los hombres a las tres convocatorias religiosas anuales de Israel.
Pascua
Primicais
Enramadas
La cultura israelita fue cada vez más modelada por una aristocracia terrateniente, una autocracia opresiva en la cual la adoración de Baal reforzaba el status qua.
Yahvé es un Dios celoso porque es un Dios viviente y amoroso. Él es un Dios de una moral y de valores éticos absolutos. Es un Dios santo cuyo reino gobierna sobre toda la creación y que tiene un propósito salvífico y transformacional entre su pueblo. En contraste, el baalismo no tenia ni ley moral ni un propósito histórico. Baal era un dios falso y sin poder, tal como Elías lo demostró. En el mundo de hoy, sólo el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo debe ser adorado.
SOCIEDAD ISRAELITA E IMPACTO MONÁRQUICO
Samuel habló proféticamente cuando anunció que el anhelo de ellos por una monarquía siguiendo el modelo de las naciones vecinas resultaría en una explotación económica (1 Sam 8:10-17).
Los profetas denunciaron la acumulación codiciosa de bienes como un desafío al señorío de Dios, tanto como una evidencia de la falta de fe en Él (Isa 5:8).
PROTEGIA LA SALUD SOCIAL Y LA VIABILIDAD ECONÓMICA
Amós atacó diciendo que dado que ellos habían sido divinamente elegidos serían especialmente juzgados: "Sólo a ustedes los he escogido entre todas las familias de la tierra. Por tanto, les haré pagar todas las perversidades" (3:2).
Hacia el final del reinado de Josías, Jeremías surgió como el profeta de la catástrofe.
La misión de Dios continuaría en un futuro nuevo y Dios obraría de nuevas maneras para bendecir a las naciones de la tierra.
La historia de Israel en la Tierra Prometida, durante el período de la monarquía tiene mucho para enseñamos acerca del reino de Dios.
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