De Babilonia a la Nueva Jerusalén
"Quien lee el inicio y fin de la Biblia nota que el drama humano comienza en un jardín y terminan una plaza en el centro de una ciudad" - KIRSCHNER, 17. (Traducción Propia).
Aunque separadas por una realidad muy amplia, de arbitrariedad, injusticia, violencia y muerte; existe gran similitud entre amabas ciudades. "El jardín del Edén, en Génesis 2, representa el mundo perfecto... Ya la Nueva Jerusalén, en Apocalipsis 22, representa la destrucción de los propósitos de Dios para la humanidad que falló" KIRSCHNER, 17. (Traducción Propia).
"Al ceder a la tentación de ser "como Dios" (Gn 3:5), el ser humano disparó el proceso que culminó en su total alienación y muerte" KIRSCHNER, 17. (Traducción Propia).
"El paraíso se perdió, y ocurrió entonces, el primer exilio bíblico... este exilio, aún así, constituye una señal clara de su gracia" KIRSCHNER, 18. (Traducción Propia).
En la Nueva Jerusalén "ahora, vuelve al escenario "el árbol de la vida", ya no un jardín de "placeres" (traducción del término hebreo de "Edén"), sino una plaza en medio de la ciudad de Dios (Ap 22:2)
Una pregunta importante:
¿Por qué un proyecto humano como la ciudad, marcado por el pecado y la oposición a Dios, es rescatado y se convierte en la principal síntesis de la armonía perfecta entre Dios y los seres humanos en la restauración de toda la creación? KIRSCHNER, 19. (Traducción Propia).
Según (KIRSCHNER, 19) el primer exilio va desde el Edén hasta Babel. La narración comienza con la punición de Dios sobre Caín: "Cuando cultives la tierra, no te dará sus frutos y en el mundo serás un fugitivo errante" (Gn 4:12). "Así Caín se alejó de la presencia del Señor y se fue a vivir a la región llamada Nod" ('Errante'-'Caminante sin rumbo') (Gn 4:16).
"Ese es el preámbulo de la fundación de la primera ciudad de la Biblia" (KIRSCHNER, 20). (traducción propia)
Carlos Pinto (Foco e desenvolvimiento no Antigo Testamento. São Paulo: Hagnos, 2006, 35) observa (KIRSCHNER, 20): "Caín introduce la ciudad como entidad social en desafío a la punición de Dios". Osea que la ciudad no nace apenas como proyecto humano, sino como una provocación a la sentencia que Dios había destinado a Caín a ambular sin rumbo en un inhóspito y hostil mundo (KIRSCHNER, 20).
Muchos tienden a extraer interpretaciones con perspectivas negativas acerca de la ciudad desde sus orígenes.
BABEL
"En el relato de la torre de Babel la intención era agradar a la divinidad de tal manera que ella trajese prosperidad para la ciudad" (KIRSCHNER, 20). "Luego dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo, nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra". (Gn 11:4).
"Cabe destacar aquí que el proyecto ahora es colectivo, no tan solo de un individuo que se opone a Dios" (KIRSCHNER, 21).
"El resultado es que Dios decide "descender", no para atender las aspiraciones de aquellos que pretenden usar la divinidad para sus aspiraciones egoístas, sino para traer juicio. El proyecto no solo fue abortado, sino que también representa la profundización del concepto de exilio, con el juicio de Dios que termina en la dispersión de la humanidad por el mundo afuera mediante la confusión (Babel) de lenguas (Gn 11:9) (KIRSCHNER, 21)..
"La conclusión teológica a partir de los primeros esbozos narrativos de la ciudad en la Biblia es clara: La ciudad, por sí sola, representa un proyecto de autonomía de Dios que, con el pasar del tiempo, se modifica para incluir la divinidad al servicio de los ideales humanos de grandeza y prosperidad civilizadora. El ser humano, creado para ser representante (sacerdote) de Dios en la creación, no solamente se rebela contra los proyectos divinos, sino que también pasa a usar la divinidad con vistas a sus propios intereses". (KIRSCHNER, 21).
"El resto de la narrativa del antiguo Testamento básicamente avanza en la perspectiva del prototipo de Babel para completar el enredo de la sociedad humana organizada con base en valores que se oponen al programa de Dios. No es sin motivo que Babilonia (Babel y Babilonia son la misma palabra en hebreo) se convierte en una especie de código que evoca de inmediato la arrogancia humana y la oposición a Dios. Hay, sobre todo en los libros proféticos, otras ciudades destacadas en el Antiguo Testamento - Nínive, Tiro, Sidón, entre otras - que reciben la sentencia del juicio de Dios por causa de su arrogancia, maldad y violencia". (Jon 1:2; Ez 28:1-24). (KIRSCHNER, 22).
BABILONIA
"Babilonia, sin embargo, recibe una atención especial", pues también cumple un papel específico en el drama de la redención en el Antiguo Testamento. Babilonia es el destino del exilio para el pueblo de Judá por haber quebrantado su alianza con Dios... Es el instrumento de punición que Dios emplea para disciplinar a su pueblo por la desobediencia a la ley (Jr 28:14; Hc 1:6, 12). (KIRSCHNER, 22).
"Conviene recordar que Abraham, el padre de la nación judía, fue llamado por Dios para representar el distanciamiento de ese esquema natural humano, sirviendo como instrumento en el proyecto de rescate de la humanidad en pecado. Dios le dijo que dejara justamente la región de Babilonia, entonces llamada 'Ur de los Caldeos' (KIRSCHNER, 22).
"Así, el exilio babilónico, el exilio babilónico trajo una extraña sensación de 'inversión de expectativas', pues no era solamente la punición de un pueblo rebelde; sino también, una especia de regreso a los orígenes paganos de ese pueblo. Es la sensación de la cancelación - aunque temporal - de los buenos propósitos de Dios para su pueblo escogido, incluyendo a todas las familias (naciones) de la tierra... Volver a Babilonia es lo mismo que ser llevado a tierra extranjera (Sal 137:4) aunque fuera la tierra original de los patriarcas". (KIRSCHNER, 22).
"Por esa razón, tanto el juicio de Babilonia (Jeremías 50, 51) así como el regreso del exilio Babilonia (Is 47, 48) son efusivamente celebrados en los textos del período final del Antiguo Testamento". (KIRSCHNER, 22)
JERUSALÉN
"También existe en las Escrituras hebreas cierta ambigüedad en relación a Jerusalén, la ciudad que es considerada favorecida por Dios. hasta ser finalmente conquistada por David, Jerusalén hacia parte de un plan humano contrario a Dios e Israel. Era la ciudad de los jebuseos, el reducto de un grupo de cananeos que se burlaba de David y de su intención de tomar la ciudad. (2 Sm 5:6, 7). Una vez conquistada, pasa a llamarse "Ciudad de David", siendo ampliada por él y convirtiéndose en su casa oficial, la Ciudad Real. De ahí en adelante Jerusalén figura como la principal ciudad de todo Israel. Allí es llevada el arca del pacto, y es en ella que Salomón construye el templo. Luego cuando Jerusalén es arrasada por ejércitos invasores y su templo es destruido la ciudad se convierte en objeto de profunda nostalgia y lamentación en el exilio en Babilonia". (KIRSCHNER, 23).
"En ese sentido el Antiguo Testamento es como la célebre "sinfonía inconclusa" de Franz Schubert, en que la música suena esplendorosa y cautivante, pero termina de forma abrupta e inconclusa. Algo está faltando, y ese algo es la sinfonía sublime del Nuevo Testamento" (KIRSCHNER, 23).
Así, es posible decir que el desarrollo del tema 'CIUDAD' en el AT es trabajado a partir de dos polos:
1. La completa falla del sistema humano sin Dios, que solamente acentúa nuestra desgracia, siendo Babilonia el símbolo máximo de eso.
2. Las señales de redención que aparecen aquí y allá, cuando Dios propone la renovación de aquello que es esencialmente humano y perdido (Jerusalén - la ciudad de los jebuseos) y lo transforma en la 'ciudad santa', separada para sus propósitos más sublimes en la historia de la salvación. (KIRSCHNER, 24).
NUEVA JERUSALÉN
"En el Nuevo Testamento, Jerusalén conserva la ambigüedad... La interacción de Jesús con la ciudad en la semana de su pasión expone claramente tal ambigüedad.
"Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo: —¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos. Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro, te rodearán y te encerrarán por todos lados. Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán piedra sobre piedra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte" (KIRSCHNER, 24)... En otras palabras, Jerusalén se convirtió en Babilonia.
"Para los discípulos, el anuncio del fin de Jerusalén, destruida por los romanos en el año 70 DC - equivale al anuncio del fin del mundo" (KIRSCHNER, 25).
"La iglesia vive en la tensión permanente entre la ciudad humana y la ciudad divina" (KIRSCHNER, 25)
"En su carta a la iglesia en Filipos, el apóstol Pablo dice que su ciudadanía, juntamente con la de sus lectores, está vinculada a los valores permanentes e inapelables, en el 'cielo' (Fp 3:20). Los Filipenses entendieron muy bien lo que Pablo quiso decir, porque ellos mismos eran colonia de Roma, con derechos y deberes de ciudadanos romanos, a pesar de muchos kilómetros de distancia. (KIRSCHNER, 25).
La metáfora recurrente de "peregrinos" y "residentes en la tierra" para los cristianos no es mera retórica espiritual, sino la expresión más adecuada de su condición antes de la restauración de todas las cosas cuando Cristo vuelva.
En el lenguaje que se convirtió célebre por San Agustín, la 'ciudad de los hombres' dio lugar a la 'ciudad De Dios' - esto es salir de Babilonia y entrar a la Nueva Jerusalén.
"La ciudad es, por tanto, en primer lugar, la metáfora apropiada para simbolizar un sistema organizado por el ser humano a fin de resaltar su proyecto fallido sin Dios, o con un simulacro de la presencia divina.
En un segundo momento, entonces la ciudad tradujo muy bien la restauración y, especialmente, la reorganización del proyecto divino para el bien de la humanidad rescatada en Cristo (el Cordero). Juntamente con un nuevo cielo y una nueva tierra (Ap 21:1), la Nueva Jerusalén desciende de parte de Dios, y el propio Dios, y el propio Dios habitará con ellos y serán su pueblo. Así, la Nueva Jerusalén señala el fin de la necesidad de representaciones de la Presencia Divina" (KIRSCHNER, 27).
"Aunque la ciudad represente de forma más nítida el pecado, la oposición a Dios es el fracaso del proyecto humano. Es exactamente el concepto de la ciudad perfecta, ideal, que se torna la síntesis de la redención y del rescate de la humanidad en Cristo" (KIRSCHNER, 27).
"Mientras eso sucede, vivimos en la 'ciudad de los hombres' como ciudadanos de la Nueva Jerusalén, experimentando por la fe la 'santa ambigüedad' de testificar la buena noticia de que en Cristo, la vida, el mundo y la propia ciudad tienen sentido. (KIRSCHNER, 27).
Estevan Kirschner e Bernardo Cho. Missão Urbana. Mundo cristão. 1ed. São Paulo, 2020.
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