Recuerdo cuando volví a casa después de mi primer viaje a Rusia. ¡Qué experiencia había tenido que cambió toda mi vida! Había estado en un país increible: hermoso, pobre... y confundido. Yo también estaba confundido. Tenía historias extrañas para contar. Había conocido a personas asombrosas, e inmensas necesidades.
Había obtenido nuevas perspectivas. Allí, con un dólar se podía pagar el alquiler de un mes. Con diez dólares se le podía pagar el sueldo mensual a un ingeniero. Ahora me sentía culpable de gratificarme con un cono de helado por un dólar. También me enojé cuando observé el aparente descuido con que gastábamos nuestro dinero en casa.
Esta experiencia es común para aquellos que vuelven del servicio misionero. Cuanto más tiempo vivas en el extranjero, tanto más te acostumbrarás a tu cultura anfi-triona, y tanto más agudamente puedes llegar a sentir los síntomas del choque cultural a la inversa cuando vuelves a casa. Una vez que estés en tu casa, tendrás oportunidades de compartir tu singular historia. Cómo hacer eso bien es uno de los temas en esta sección. En este capítulo te ayudamos a pensar acerca de la vida después de tu periodo de servicio.
Para pensar:
• ¿Ya pensaste acerca de lo que sucederá cuando vuelvas a casa después de tu servicio misionero?
• ¿Escuchaste a otros misioneros hablar acerca de su experiencia al volver a casa?
• ¿Cuáles son algunas de las cosas que recuerdas?
REGRESO
Así que, estás en tu viaje de regreso a casa. Pronto verás a tus seres queridos y a tus amigos. Tienes tantas experiencias para compartir con ellos... También estás ansiando poder salir a tu restaurante favorito. El solo pensamiento de poder estar en casa te llena de emoción.
Y luego estás en casa. Todos aquí te admiran y escuchan tus increíbles historias, al principio. Pero, pronto la emoción se habrá acabado. Las personas están atareadas ocupándose de su vida. Y tu hogar ya no es como era cuando te fuiste. La vida continuó mientras no estabas, y ahora es tu turno de adaptarte otra vez. Descubres algo que no habías esperado. Algo cambió. iTú cambiaste!
CHOQUE CULTURAL A LA INVERSA
Ahora que experimentaste una manera diferente de vivir, repentinamente ves el contraste con la manera de vivir en tu país natal: la constante prisa, los horarios, el materialismo, la superficialidad, y muchas otras cosas.
Cosas que dabas por sobreentendidas, ahora te parecen equivocadas. ¿Qué haces? Todos experimentamos una gama de emociones durante el período de readaptación.
Lo crucial es no quedarse atorado en las maneras negativas del choque cultural a la inversa.
Dos posibles reacciones al choque cultural a la inversa
1. Tortuga. Una reacción común es estar frustrado y ser crítico con las personas que parecen no preocuparse por el mundo allá afuera o no preocuparse por las misiones. Sus preguntas "tontas" ("¿Así que las personas en ... realmente no usan papel higiénico?") pueden llegar a irritarte. Así que, puedes estar tentado a recogerte dentro de tu cubierta protectora.
Qué hacer: Recuerda que no hay forma posible de que ellos compartan tu nivel de intensidad de sentimiento y compromiso. Ahora tienes una "comprensión activa" de otra manera de vivir, a la que no se puede acceder sin la experiencia de vivir realmente en otra cultura.
2. Cruzado. Puedes tratar de imponer tu experiencia a las personas y convertirlas para que tengan tu punto de vista. Te conviertes en un cruzado por el cambio en tu hogar, tu iglesia, tu comunidad, tu país o tu cultura.
Qué hacer: Recuerda que así como tú tienes el derecho a vivir la vida de la manera que elijas, debes permitir que otras personas tomen sus propias decisiones. Es posible que pases por ambas “etapas”. Tarde o temprano te adaptarás.
Adaptarse a estar en casa.
Una de las cosas que ayudan a la adaptación es ver la cultura de tu hogar como "otra sociedad" a la que debes acercarte como lo hiciste con la cultura anfitriona. Tu experiencia de misión empujó las fronteras de tus conocimientos y te dio tus propias perspectivas, que no se pueden obtener mediante libros o hablándoles a estudiantes internacionales en casa. Para cosechar los beneficios de tu experiencia misionera, puedes hacer varias cosas.
• Evalúa tu experiencia. Es importante que te tomes tiempo para reflexionar acerca de tu experiencia. ¿Qué aprendiste? ¿En qué cambiaste? ¿Qué harás ahora?
• Comparte tu historia. Uno de los grandes beneficios de una experiencia misionera es cuánto puedes influir en tus amigos y tus familiares con un nuevo compromiso para la misión. Las misiones se multiplican a medida que aquellos que se fueron les cuenten sus historias a los de casa. Lo importante es contarlo bien.
• Sigue involucrado con la misión. Tu experiencia misionera puede tan solo ser el primer paso para que Dios te revele lo que tiene planeado para tu vida. Debes estar atento a su conducción.
Para muchos misioneros, los sufrimientos del ajuste cultural al regresar son tan perturbadores como el choque cultural que experimentaron cuando se fueron. Así que, no te desesperes. Puedes encontrar varios excelentes recursos sobre el regreso a casa al final de esta sección.
CONSEJOS PARA CONTAR BIEN TU HISTORIA
Registra las historias: Mantén un diario para ayudarte a recordar detalles concretos. Los sonidos, olores, escenas y conversaciones se te olvidarán sin ese registro.
Tienes que estar listo: Las personas que recuerdan que fuiste a "algún lado" te preguntarán cortésmente, *¿Cómo te fue en el viaje?" Utiliza la ocasión para compartir un resumen de un minuto sobre tu experiencia. Utiliza una historia corta.
Toma la iniciativa: Arregla los lugares adonde pue-das ir para compartir tu experiencia. La Escuela Sabática, encuentros juveniles, reuniones de oración son buenas circunstancias para centrar la atención sobre la situación misionera que conociste.
Habla en voz alta: Siempre será apreciada una historia bien contada, en una voz audible. Practica dicción.
Habla lo más claramente posible. No te sientas culpable por no comunicar tus emociones solo porque tu voz no era audible.
Comienza con fuerza: Al comenzar, trata de despertar la confianza con curiosidad. Nunca comiences con un pedido de disculpas. Trata de crear expectativas.
Pinta cuadros verbales: Desde tus palabras de aper-tura, entra en la historia con detalles vívidos, para que tu audiencia pueda visualizar la escena (la silla chirriante, el olor del incienso, los niños enlodándose en un charco, tus propios sentimientos en ese momento). Selecciona cosas importantes. Contesta las cinco preguntas básicas: quien, qué, dónde, cuándo y por qué. Pero no te sobrepases. Sé cuidadoso con la jerga que aprendiste mientras estabas de viaje, con la que no están familiarizados tus oyentes.
Ilustra tu historia: Dramatiza. Representa una conversación. Incluye expresiones faciales e inflexiones verbales.
Utiliza fotos para ilustrar, pero asegúrate de seleccionar solamente fotos de calidad y de mantenerlas en movimiento lo suficientemente rápido como para seguir la secuencia de tu historia. No dejes fotos simplemente sobre la pantalla con un comentario al respecto. Para lograr tu objetivo, puede ser importante usar un objeto.
Enfócate en las personas: La misión son personas enviando a personas para alcanzar a otras personas. Las historias de personas son las que tocan los corazones de los oyentes. Los programas, planes de acción, planificaciones, son importantes, pero están para servir a las personas. En tus historias y fotos, enfoca a las personas: sus rostros, pensamientos y emociones.
Transmite lecciones importantes: Las historias pueden mantener la atención de una audiencia, pero recuerda que estás allí no solamente para entretener. Cada experiencia de vida puede servir para ilustrar algún principio bíblico.
Una frase corta ("¡No puedes dar más que Dios!") o una cita de las Escrituras ("¡Y el mayor de todos es el amor!") pueden ser útiles. Pero no sobreutilices el punto.
Acentúa lo positivo: Es importante relacionar los desa-fios que afrontaste con un espíritu de esperanza: en vez de condenar a las personas por su materialismo, desafiarlas a ver las enormes oportunidades que tienen para invertir en la obra del Señor alrededor del mundo. No lamentes tus pruebas. Puede ser de gran ayuda un poco de humor, por ejemplo: "Mis condiciones de aislamiento no eran el fin del mundo, pero yo lo podía ver desde alli".
Alienta la interacción: Brinda oportunidades para que formulen preguntas. Contesta específicamente. No te sientas amenazado. Tienes una respuesta para cada pregunta.
Puede ser "No sé". Comentarios de apoyo tales como "Esa es una buena pregunta" comentario de Jack?" dan un buen tono.
Termina a tiempo: Recuerda que si estás de regreso en una cultura en la que el tiempo es de suprema importancia, a menudo te pueden pedir que des un "breve informe".
No te desesperes. Simplemente les das una versión condensada de la historia, al estilo Reader's Digest. iSi eres cuidadoso de no pasarte en el límite del tiempo, seguramente volverán a llamarte!
Para resumir, no pierdas la oportunidad de contar tu historia. Dios utilizó a personas con una historia como la de Hudson Taylor, o el misionero pionero adventista John N. Andrews para encender los movimientos misioneros modernos.
Basado en "Tell the Story: How to Communicate with Others When You Return", en Stepping Out: A Guide to Short Term Missions, ed. por R. Blue y T. Gibson (Seattle, WA: YWAM, 1992), pp. 180-182.
¿Y AHORA QUÉ?
Te brindamos aquí algunas maneras de mantener viva tu experiencia misionera:
Comparte tu experiencia misionera con otros. No intentes darle un informe detallado y largo a cualquiera que te pregunte acerca de tu experiencia misionera. Pero, prepárate para ir algo más allá del estereotipo "iMe fue muy bien!" y trata de compartir algunas historias breves, concretas, que muestren lo que aprendiste.
Pide a tu pastor un tiempo para compartir brevemente tu experiencia con tu iglesia. La Escuela Sabática es un momento ideal para compartir algunas fotos, videos e his-torias con tu iglesia. Si te tomaste tiempo para elaborar tu experiencia misionera, serás capaz de seleccionar aquellos temas que ayuden a tus compañeros miembros de iglesia a comprender por qué la misión todavía es importante y cómo cada uno puede comprometerse con ella.
Contribuye con el Informe Misionero Mundial en tu iglesia. Aun el informe misionero semanal puede llegar a ser una manera de continuar comprometido. Una historia misionera relatada por alguien que tuvo una "degustación" de primera mano puede ser una contribución eficaz para mantener viva la misión en el ámbito de la iglesia local.
Apoya a otros que se están preparando para ir a un campo misionero. Tu experiencia puede constituir un recurso valioso para otros misioneros.
Aumenta tus ofrendas para las misiones. Esta es una forma en que puedes apoyar la misión de la Iglesia Adventista. Recuerda que las ofrendas para la misión general frecuentemente proveen los fondos con el fin de poder seguir con aquellos proyectos que fueron iniciados por ofrendas especiales dadas una sola vez.
Aprende idiomas extranjeros. Luego de regresar de un campo misionero, pues enfocarte en aprender el idioma, o pulir tu conocimiento, para comunicarte más eficazmente la próxima vez que vayas a la misión.
Continúa estudiando a las personas y la cultura de tu país anfitrión y otra cultura en que podrías servir en el futuro. Muchas universidades proporcionan estudios sobre temáticas internacionales. La experiencia transcultural te capacita para estudiar con más énfasis y dar una respuesta más apropiada a temas importantes.
Comprométete con los ministerios comunitarios locales. A menudo nuestros ojos están más abiertos a ministerios piadosos si hemos vivido en zonas pobres del mundo. La misión de Cristo incluyó sanar la totalidad de la persona. Muchas comunidades, especialmente en zonas urbanas, proveen muchas oportunidades para el servicio social cristiano.
Considera la posibilidad de entregarte al servicio misionero a corto o a largo plazo. Muchos misioneros a largo plazo comenzaron su carrera misionera como voluntarios a corto plazo. Algunas agencias misioneras, tales como ADRA, consideran que la experiencia a corto plazo es el umbral para un compromiso misionero más extenso. Y muchos misioneros de carrera que ya han regresado permanentemente disfrutan de seguir entregados a la misión a través de viajes misioneros a corto plazo. Chequea las necesidades misioneras en vividfaith.com.
Adaptado de Chis Eaton y Kim Hurst, Vacation with a Purpose: A Handbook for your Short-Term Missions Experience (Colorado Springs, CO: Navpress, 1994).
Tu turno
1. Las siete preguntas siguientes pueden ayudarte a evaluar tu experiencia cuando regresaste de tu servicio misionero. Puedes hacer esto solo o con un amigo que haya compartido tu experiencia.
• ¿Qué fue lo que más te gustó de tu experiencia misionera?
• ¿Qué fue lo peor que te sucedió?
• ¿Cuál es la lección más significativa que te enseñó Dios durante tu servicio misionero?
• ¿En qué aspecto de tu vida percibiste los mayores cambios?
• ¿Qué experiencia sola resume lo que Dios hizo a través de ti?
• ¿Cuál es el mayor desafío que enfrentas al regresar a casa?
• ¿Qué cosas son las que más agradeces a Dios?
2. Mientras piensas en compartir tu historia, repasa los consejos para una mejor comunicación de este capítulo. Bosqueja un informe breve que podrías dar, teniendo en mente los principios que aprendiste en este capítulo.
3. Cuando piensas en tu futuro, ¿qué cosas planeas hacer para permanecer en contacto con tu experiencia y seguir con tu compromiso con la misión?
Erich W. Baumgartner (et. al) Pasaporte para la Misión. (Buenos Aires:ACES, 2025), 286-295.