INTRODUCCIÓN
Nuestro Señor Jesús caminó por diferentes ciudades grandes y pequeñas, ricas y pobres, recorrió caminos oscuros, conoció gente de todas las clases sociales, sanó enfermos, enseñó en las sinagogas; su pasión y amor por las almas de todos estaba antes que vivir en comodidad. Ha sucedido varias veces que cuando se invita para salir a proclamar el mensaje de nuestro Señor, lo pensamos dos veces. Vemos difícil salir de nuestra comodidad y ser luz para aquellos que aún se encuentran en tinieblas. Este mundo está lleno de gente que vive sin sentido, enfermas del cuerpo y alma, quizá esperando que alguien se acerque y les infunda aliento y esperanza.
Cristo dejó su reino celestial, para venir a atender las necesidades de un mundo pecador, dejó todo para darnos la oportunidad de ser felices y salvos. Tenemos un gran ejemplo a seguir, hay almas esperando por nosotros, con la necesidad más grande ser amadas.
I. La necesidad de la humanidad
1. “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. (Mateo 9:36).
2. Cristo vio la enfermedad, la tristeza, la necesidad y degradación de las multitudes que se agolpaban a su paso. Le fueron presentadas las necesidades y desgracias de la humanidad de todo el mundo. En los encumbrados y los humildes, los más honrados y los más degradados, veía almas que anhelaban las mismas bendiciones que Él había venido a traer; almas que necesitaban solamente un conocimiento de su gracia para llegar a ser súbditos de su reino. (2JT 492.1).
3. Los discípulos y Jesús ambos miraron las mismas multitudes, pero Jesús vio algo que los discípulos no miraron. Él vio la angustia de la gente. Vio personas acosadas por presiones, atormentado por su pasado, agotados por el presente y asustados por su futuro. ¿Por qué los discípulos no lo han visto? Ellos vieron con sus ojos naturales y no con los ojos espirituales. Necesitamos orar, para mirar a nuestro prójimo con sus ojos de amor, compasión y ternura con los que ve nuestro Señor Jesús.
4. Mateo dice que Jesús “tuvo compasión” por la gente en su corazón. Debemos orar para tener la compasión de Cristo, ya que la compasión es amor en acción. (Mateo 22:36-40)
5. Debemos ver a las personas con los ojos de Jesús y tratar de actuar. Esto significa ser conscientes de sus lamentos y necesidades.
II. Necesidad de Obreros
1. “Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos” (Mateo 9:37).
"Los miembros de la iglesia no han sido todos llamados a trabajar en los campos extranjeros, pero todos tienen una parte que realizar en la gran obra de dar la luz al mundo. El Evangelio de Cristo es agresivo y expansivo. En el día de Dios nadie será excusado por haberse encerrado en sus propios intereses egoístas. Hay una obra que hacer para toda mente y para toda mano. Hay una variedad de trabajo adaptado a diferentes mentes y a distintas capacidades". SC, 17.
2. Hoy existe la misma necesidad. Hacen falta en el mundo obreros que trabajen como Cristo trabajó para los dolientes y pecaminosos. Hay, a la verdad, una multitud que alcanzar. El mundo está lleno de enfermedad, sufrimiento, angustia y pecado. Está lleno de personas que necesitan ser atendidas: los débiles, impotentes, ignorantes, degradados. (2JT, 492)
3. Jesús nos prometió que hay una cosecha abundante. El único problema es que: “Los obreros son pocos.”
4. La cosecha requiere esfuerzo y Jesús relaciona este pasaje al trabajo agrícola, que es muy similar al trabajo espiritual, hay que tener paciencia y perseverancia. Jesús llama a ti y a mí a la última cosecha de hombres, mujeres, niños y niñas que lo necesitan. La cosecha no es una actividad glamorosa o llamativo que genera aplausos, es un trabajo duro.
5. Hay mucho por hacer por un mundo que sufre las consecuencias del pecado y de sus decisiones equivocadas, necesitan saber que a pesar de todo aún existe esperanza, no todo está perdido. Necesitan un mensaje de amor, de perdón, y que para ellos hay un mañana distinto si así lo deciden.
6. ¿Quién llevará ese mensaje de esperanza? ¿Quién dirá como el profeta Isaías... “¿Heme aquí, envíame a mí”? (Isaías 6:8)
“Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. Mateo 9:37-38.
"El nos ha confiado una verdad sagrada; Cristo, cuando habita en los miembros individuales de la iglesia, es una fuente de agua que salta para vida eterna. Sois culpables delante de Dios si no hacéis todo el esfuerzo posible para dispensar el agua viva a los demás". SC, 17.
III. La necesidad del pobre y del rico
1. Pero los que no reconocen los requerimientos de Dios no son los únicos que están en angustia y necesidad de ayuda. En el mundo actual, donde predominan el egoísmo, la codicia y la opresión, muchos de los verdaderos hijos de Dios están en menester y aflicción.
2. En lugares humildes y miserables, rodeados por la pobreza, enfermedad y culpabilidad, muchos están soportando pacientemente su propia carga de dolor y tratando de consolar a los desesperados y pecadores que los rodean.
3. Muchos de ellos son casi desconocidos de las iglesias y los ministros; pero son luces del Señor que resplandecen en medio de las tinieblas. El Señor los cuida en forma especial e invita a su pueblo a ayudarles a aliviar sus necesidades. Dondequiera que haya una iglesia, debe dedicarse atención especial a buscar esta clase y atenderla. (2JT, 493)
4. Mientras trabajemos por los pobres, debemos dedicar atención también a los ricos, cuyas almas son igualmente preciosas a la vista de Dios. Cristo obraba en favor de todos los que querían oír Su palabra. No buscaba solamente a los publicanos y parias, sino al fariseo rico y culto, al noble judío y al gobernante romano.
5. El rico necesita que se trabaje por él con amor y temor de Dios. Con demasiada frecuencia confía en sus riquezas, y no siente su peligro... Hay millares que ocupan posiciones de honor y utilidad que están practicando hábitos que significan la ruina del alma y del cuerpo. ¿No deben hacerse los esfuerzos más fervientes para ilustrarlos? (2JT, 493).
6. Estos hombres necesitan que el Evangelio aparte sus ojos de la vanidad de las cosas materiales para contemplar lo precioso de las riquezas duraderas. Necesitan aprender el gozo de dar, la bienaventuranza de convertirse en colaboradores de Dios. (2JT, 495).
7. “Vosotros sois la sal de la tierra”. (Mateo 5:13), dijo Cristo a sus discípulos; y en estas palabras hablaba a sus obreros de hoy. Si sois la sal, hay propiedades preservadoras en vosotros, y la virtud de vuestro carácter tendrá una influencia salvadora. (2JT 496).
IV. Necesidad de restauración
1. Aunque un hombre se haya hundido hasta las mismas profundidades del pecado, hay posibilidad de salvarlo.
2. Muchos perdieron el sentido de las realidades eternas, perdieron la semejanza de Dios, y no saben si tienen un alma que ha de ser salvada. No tienen fe en Dios, ni confianza en el hombre. Pero pueden comprender y apreciar los actos de simpatía práctica y de ayuda. Su corazón se conmueve cuando ven a uno que, sin ser movido por el amor a la alabanza terrenal ni a la compensación, entra en sus hogares miserables, para atender a los enfermos, alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos y señalarles tiernamente a Aquel de cuyo amor y compasión el obrero humano es tan solo el mensajero.
Al ver esto, esas personas experimentan gratitud. Se enciende la fe en su corazón. Ven que Dios tiene interés en ellas, y están dispuestas a escuchar cuando se les abre su Palabra para explicársela. (2JT, 496).
3. Los ángeles están ayudando en esta obra de restaurar a los caídos, y hacerlos volver a Aquel que dio su vida para redimirlos, y el Espíritu Santo coopera con el ministerio de los agentes humanos para despertar las facultades morales obrando sobre el corazón, reprendiéndolo y convenciéndolo de pecado, de justicia y de juicio. (2JT, 497)
CONCLUSIÓN
Cristo tuvo compasión de la gente como ovejas esparcidas, como los hombres que perecen por falta de conocimiento. Hasta el día de vastas multitudes son como ovejas que no tienen pastor, y debemos tener compasión y hacer todo lo posible para ayudarlos. Las multitudes deseosas de instrucción espiritual formaban una cosecha abundante, necesitando muchos trabajadores activos.
A medida que los hijos de Dios se dediquen a esta obra, muchos se asirán de la mano extendida para salvarlos. Serán constreñidos a apartarse de sus malos caminos... Cada una de esas almas que se añade a la fuerza de los obreros, provista de facilidades e instrucción que le permitan salvar almas para Cristo, colaborará con los que le trajeron la luz de la verdad. Así se honrará a Dios y se hará progresar su verdad. (2JT, 497).
LLAMADO
El mundo se convencerá no tanto por lo que el púlpito enseña como por lo que la iglesia vive. El predicador anuncia la teoría del Evangelio, pero la piedad práctica de la iglesia demuestra su poder. (2JT 498). Como discípulos de Cristo somos llamados a atender las necesidades de un mundo que padece, como ovejas sin pastor. ¿Quién dirá Señor aquí estoy, dispuesto a ser discípulo para ir en busca de los más necesitados? En busca de los más necesitados y adinerados para que sean restaurados a tu imagen.
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