domingo, 22 de octubre de 2023

El llamado de Dios a la Misión - La misión de Dios, mi misión.

“Pero recibirán poder cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo, y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8).

A veces, Dios puede sacarnos de nuestra zona de confort para convertirnos en sus testigos. En ocasiones, puede usar este cambio para alcanzar sus propósitos, como en el ejemplo de la dispersión de la gente en la torre de Babel. Abraham, por su parte, salió de su patria para ir a otra (Gén. 12) como medio para dar testimonio. Los discípulos de Jesús pasaron de trabajar solo entre los suyos (Hech. 3) a trabajar también para los demás (Hech. 8:1-4). En Hechos 1:8, Jesús estableció un principio de evangelización: empezarían localmente, Jerusalén y Judea, luego irían a Samaria y, finalmente, hasta los confines de la Tierra.

Pero, aunque nosotros no salgamos de nuestro país, Dios quiere que alcancemos con el evangelio a la gente que nos rodea. Cuando la iglesia de Jerusalén se estaba volviendo complaciente, sus miembros fueron dispersados. Aunque llegó la persecución y la gente sufrió, estos desafortunados acontecimientos se convirtieron en un medio para difundir las buenas nuevas por todo el mundo.

I. SALIR DE NUESTRA ZONA DE CONFORT

Para llegar a los demás, Dios quiere que salgamos de nuestra zona de confort. El deseo de permanecer únicamente con los de nuestro propio linaje o clase étnica o social puede llevarnos al egoísmo y la maldad. Este peligro es una de las lecciones que se derivan de la historia de Babel.

Lee Génesis 11:1 al 9. ¿Cuáles eran las intenciones de la gente? ¿Qué quería hacer y por qué Dios se lo impidió?

La historia de los habitantes de la torre de Babel revela su gran ambición. Planeaban construir una estructura monumental, una ciudad y una torre que no existían en ningún otro lugar del mundo: “Una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo, para hacernos famosos” (Gén. 11:4).

¿Cuántas veces la gente intenta hacer lo mismo en la actualidad? No importa si es mediante la política, el arte, los negocios o hasta la religión. Hay quienes quieren hacerse muy famosos. Al final, sus esfuerzos son inútiles y sin sentido. (Ver Ecl. 2:1-11).

La Biblia dice, en Génesis 11:4, que esta gente quería construir la torre para evitar dispersarse sobre la faz de la Tierra. Quería permanecer junta por motivos egoístas. Pero Dios tenía otro plan.

Esta gente también se había unido para esta obra. Pero “dijo el Señor: ‘El pueblo es uno, y todos tienen un mismo lenguaje. Han empezado la obra, y nada los hará desistir de lo que han pensado hacer’ ” (Gén. 11:6). Por cierto, este ambicioso plan del pueblo era perverso.

Aunque las Escrituras no lo dicen explícitamente, Elena de White afirma que no confiaban en la promesa de Dios de que nunca más destruiría la Tierra con agua (Gén. 9:14, 15). Pretendían construir debido a sus propias percepciones de seguridad, en lugar de confiar en la Palabra de Dios. Cualesquiera que fuesen sus motivaciones, Dios sabía que sus intenciones no eran puras, sino que estaban llenas de ambición egoísta, y por eso les impidió alcanzar los objetivos que se habían propuesto.

¿Formas parte de un grupo o comunidad étnica que se siente más cómodo cuando está solo entre sus miembros? ¿De qué manera podrías relacionarte con otras personas que no pertenecen a tu raza, etnia o nacionalidad?

II. SER UNA BENDICIÓN PARA EL MUNDO ENTERO

Lee Génesis 12:1 al 3. ¿En qué sentido las instrucciones de Dios a Abram eran un llamado a la misión?

Dios le pidió a Abram (cuyo nombre cambió más tarde por el de Abraham) que dejara su país y su pueblo, y se fuera a otra tierra. Todo formaba parte del plan de Dios de utilizar a Abraham como vehículo para cumplir sus propósitos divinos en la Tierra. Y Abraham salió, de acuerdo con la Palabra del Señor. Si Dios tiene un plan para ti, puede ser un llamado para que dejes a tu familia extendida y a tu pueblo y vayas a un lugar que él está preparando para que lo sirvas y puedas ser una bendición para los demás.

Lee los siguientes versículos. ¿Qué nos dice cada texto sobre el pacto de Dios, que es la promesa que nos hace?

Gén. 3:15

Gén. 17:19

Núm.24:17

Isa. 9:6

Dan. 9:24–27

Mat. 1:21

De los textos anteriores se desprende claramente que Dios iba a cumplir la promesa, hecha en el Jardín del Edén, de que Alguien vendría como solución al problema del pecado. Esta solución, Jesucristo, el Mesías, iba a surgir del linaje de Abraham e Isaac (por medio de Sara). Hebreos 11:9 afirma que Isaac y Jacob eran herederos de la promesa de bendición que Dios hizo a Abraham.

No sabemos con exactitud cuánto sabía o comprendía el propio Abraham respecto de cómo surgiría la Simiente prometida por medio de él, pero de todos modos actuó por fe. “Por la fe Abraham, cuando fue llamado por Dios, obedeció para salir al lugar que había de recibir en herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Heb. 11:8).

¡Qué ejemplo para nosotros!

Supongamos que Dios te llama a salir “sin saber” adónde vas. ¿Cómo responderías y por qué?

III. EL LLAMADO A ABRAHAM

Abraham siguió el llamado de Dios y entró en la tierra como Dios le había ordenado. Sin embargo, desde el principio, las cosas no parecieron irle demasiado bien. Llegó al lugar al que Dios le había dicho que fuera, pero, según la Biblia, “el cananeo habitaba entonces en la región” (Gén. 12:6), un pueblo pagano famoso por su crueldad y su violencia. No es de extrañar que, justo después de que Abraham llegara allí, el Señor se le apareciera y le dijera: “A tus descendientes daré esta tierra” (Gén. 12:7). Sin duda, Abraham necesitaba ese estímulo.

Sin embargo, las cosas todavía no le iban precisamente bien; al menos, al principio.

Lee Génesis 12:10 al 13:1. ¿Qué cosas le sucedieron después y qué errores cometió este hombre de Dios?

Qué desalentador debió haber sido para él: dejar una existencia cómoda y probablemente próspera en su tierra natal, solo para partir “sin saber a dónde iba” (Heb. 11:8). Y una de las primeras cosas que enfrentó fue el hambre. Esta hambruna fue tan grave que tuvo que abandonar el lugar donde Dios le había dicho que se estableciera e ir a otro lugar. Y después las cosas empeoraron aún más.

“Durante su estada en Egipto, Abraham dio evidencias de que no estaba libre de la debilidad y la imperfección humanas. Al ocultar el hecho de que Sara era su esposa, reveló desconfianza en el amparo divino, una falta de esa fe y ese valor elevadísimos tan frecuente y noblemente manifestados en su vida. [...] A causa de la falta de fe de Abraham, Sara se vio en gran peligro. El rey de Egipto, habiendo oído hablar de su belleza, la hizo llevar a su palacio, pensando hacerla su esposa. Pero el Señor, en su gran misericordia, protegió a Sara, enviando plagas sobre la familia real” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 123).

Nadie ha dicho que la obra misionera fuera fácil, y al mentir, al ser engañoso, Abraham solo empeoró las cosas. Afortunadamente, Dios es un Dios de paciencia, y no desechó a su siervo por este error que, por desgracia, no sería el único que Abraham cometería. Qué reconfortante es saber que, a pesar de nuestros errores, si nos aferramos al Señor con fe y sumisión, como lo hizo Abraham, Dios no solo puede perdonar nuestros errores, nuestros pecados y nuestras faltas, sino además puede seguir utilizándonos para la misión.

¿Qué lecciones podemos sacar de la historia de Abram en Egipto?

IV. LA IGLESIA PRIMITIVA Y LAS ZONAS DE CONFORT

Lee Hechos 8:1 al 4. En la iglesia primitiva, ¿qué provocó la dispersión de los creyentes más allá de su zona de comodidad?

Hasta ese momento, la iglesia primitiva se encontraba principalmente en Jerusalén (o dentro del territorio judío y entre el pueblo judío). Cuando comenzó la persecución de la que Saulo, un judío devoto y fariseo, participó activamente, la iglesia de Jerusalén se dispersó por toda Judea y Samaria. Jesús lo había predicho en Hechos 1:8: “Serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria” (NVI). Esta afirmación se cumplió, tal como lo señala Hechos 8:4: “Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban” (NVI).

Aun después de que la iglesia comenzó a avanzar más allá de Jerusalén, todavía predicaban en las regiones de los judíos o en los distritos del pueblo judío de otras ciudades. Hechos 11:19 indica que la iglesia se dispersó hasta Fenicia (Líbano) y Chipre, pero en esta etapa no predicaron el mensaje a nadie más que a los judíos. Los discípulos de Jesús y la iglesia primitiva no intentaron llevar al Señor a los gentiles, sino solo a los judíos. Todavía tenían una visión limitada sobre cuál debía ser la misión de la iglesia.

Pedro, un discípulo de Jesús y una de las figuras principales de la iglesia primitiva, era reacio a llevar el mensaje del evangelio a los gentiles, incluso después de que Pablo comenzó a hacerlo. A Pedro se lo conoce como el apóstol a los circuncisos (es decir, a los judíos), y Pablo era apóstol a los gentiles (Gál. 2:8). Al principio, Pedro ni siquiera quería que lo vieran con los gentiles (2:11, 12). Sin embargo, Dios sacó a Pedro de su zona de confort y transformó su corazón. Estaba empezando a aprender lo que realmente implicaba la comisión evangélica y lo que la muerte de Jesús pretendía lograr en todo el mundo.

Lee Hechos 10:9 al 15, 28 y 29. ¿Cuál era el mensaje que el Señor le estaba dando a Pedro, y cómo debemos nosotros, en nuestra época, aplicar este principio a la obra misionera?

V. EMPEZAR POR DÓNDE ESTÁS

Lee Hechos 1:8. ¿Qué principio presentó Jesús en cuanto a realizar la obra de compartir y de ser sus testigos al mundo?

Este es el principio establecido por Jesús que nos muestra cómo debemos actuar como discípulos que tienen la buena nueva para compartirla con los demás. Compartir la verdad no consiste en convencer a los demás de lo equivocados que están, sino en compartir a Jesús tal como se describe en el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6 al 12.

No obstante, hay algunos principios en las palabras de Jesús en Hechos 1:8.

En primer lugar, “serán mis testigos tanto en Jerusalén” (NVI). Como hemos visto (pero vale la pena repetirlo): debemos ser testigos en el lugar donde residimos físicamente. Esto puede incluir nuestro propio hogar, la iglesia, el vecindario y la comunidad. Necesitamos ser testigos suyos primero donde estamos, en el lugar donde él nos ha colocado inicialmente (casa o trabajo), y dar testimonio a la gente más cercana a nosotros. Puede ser la familia cercana o la familia extendida, la gente de la iglesia, los compañeros de trabajo, los vecinos y la comunidad.

A veces, la gente solo está interesada en ir a un país lejano y a una cultura extraña para dar testimonio. Pero no testifica a la gente que la rodea ahora. Debemos comenzar donde estamos y avanzar desde allí según el Señor nos guíe.

A continuación: “En toda Judea y Samaria” (Hech. 1:8). Una vez más, Jesús afirma la realidad de que dar testimonio implica cruzar fronteras culturales. Partiendo de donde estamos, podemos ser llamados a desplazarnos a otras zonas para llegar a diferentes grupos sociales, étnicos y religiosos. Si pertenezco a un determinado grupo étnico o lingüístico, quizá me resulte mucho más fácil dar testimonio ante ellos, porque las barreras culturales que hay que cruzar son mínimas. En algunas zonas del mundo, únicamente un clan o tribu está representado en la composición de la iglesia. Sin embargo, la Gran Comisión de Jesús nos dice que, como testigos suyos, es crucial salir de nuestra zona de confort y aplicar nuestros recursos en esos grupos de personas. Ellos también necesitan el mensaje de Jesús.

Desafío: Identifica y haz una lista de grupos de personas con necesidades especiales en tu comunidad, por quienes la iglesia no ha hecho esfuerzos por alcanzarlas.

Desafío avanzado: Comienza a orar por una oportunidad, en el futuro cercano, para comprometerte en la misión con personas con necesidades especiales.

CONCLUSIÓN

“Antes de ascender al Cielo, Cristo dio a los discípulos su comisión. Les dijo que debían ser los ejecutores del testamento por el cual él legaba al mundo los tesoros de la vida eterna. Ustedes han sido testigos de mi vida de sacrificio en favor del mundo, les dijo. Han visto mis labores por Israel. Y, aunque mi pueblo no quiso acudir a mí para poder tener vida, a pesar de que los sacerdotes y los gobernantes han hecho conmigo lo que querían, aunque me han rechazado, tendrán todavía otra oportunidad de aceptar al Hijo de Dios. Han visto que recibo libremente a todos los que acuden a mí confesando sus pecados. Al que a mí viene no lo echaré fuera de ninguna manera. Les encomiendo a ustedes, mis discípulos, este mensaje de misericordia. Ha de darse tanto a los judíos como a los gentiles: primero a Israel y entonces a todas las naciones, lenguas y pueblos. Todos los que crean integrarán una iglesia” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 23).

La Gran Comisión es clara: “Por tanto, vayan a todas las naciones, hagan discípulos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19). Por lo tanto, sin duda tiene que ver con alcanzar a otros, especialmente a otras naciones.

“La Comisión Evangélica es la magna carta misionera del Reino de Cristo. Los discípulos habían de trabajar fervorosamente por las almas, dando a todos la invitación de misericordia. No debían esperar que la gente viniera a ellos; sino que debían ir ellos a la gente con su mensaje” (ibíd.)

"La gran comisión se erige como la 'Carta Magna' de la iglesia cristiana: la razón de su existencia. Se le llama 'la gran comisión' debido a la magnitud de la comisión. Abarca todo" Russell Burrill. Discípulos Modernos para iglesias revolucionarias. 2 ed. Buenos Aires:ACES, 2014, 9).

La gran comisión fue dada a 'discípulos escépticos'... A pesar de que nosotros hoy podamos tener algunas dudas acerca de Jesús, se nos ordena ir y hacer discípulos. Al hacerlo, esas dudas se disiparán. Una vez más, quizá en forma indirecta, Jesús está sugiriendo que la mejor forma de sacarse las dudas es estar comprometidos en hacer discípulos". Russell Burrill. Discípulos Modernos para iglesias revolucionarias. 2 ed. Buenos Aires:ACES, 2014, 10).

"Cuando Jesús se le aparece a este grupo de discípulos adoradores e incrédulos, no ignora a los que dudan, más bien los incluye". Russell Burrill. Discípulos Modernos para iglesias revolucionarias. 2 ed. Buenos Aires:ACES, 2014, 10).

"Nuestras dudas no tienen que estar totalmente resueltas. Jesús quiere que vayamos, que le adoremos y que nos pongamos a hacer discípulos, a pesar de nuestras dudas, porque solo por medio de la participación en la misión de Cristo nuestras dudas se esclarecerán". Russell Burrill. Discípulos Modernos para iglesias revolucionarias. 2 ed. Buenos Aires:ACES, 2014, 10).

“En este oscuro mundo de pecado, el Señor tiene muchas joyas preciosas, hacia las que él guiará a sus mensajeros. Por doquiera hay quienes se decidirán por Cristo. Muchos apreciarán la sabiduría de Dios más que cualquier ventaja terrenal, y llegarán a ser fieles portaluces. [...] Convencidos de que la conducta de Pedro estaba de acuerdo con el cumplimiento directo del plan de Dios, y de que sus prejuicios y espíritu exclusivo eran totalmente contrarios al espíritu del evangelio, glorificaron a Dios, diciendo: ‘De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida’. Así, sin discusión, los prejuicios fueron quebrantados, se abandonó el espíritu exclusivista establecido por la costumbre secular, y quedó expedito el camino para la proclamación del evangelio a los gentiles” (ibíd., pp. 116, 117).

Preguntas para dialogar:

¿Cómo definirías la palabra “misión” al aplicarla a tu propia vida?

¿De qué manera podrías expresar la misión a diario en tu actitud y tu comportamiento? ¿Cómo puedes tener más en cuenta la misión en tus tareas cotidianas?

¿Qué importancia tiene que examinemos nuestro corazón y busquemos el poder de lo Alto para librarnos de los prejuicios contra los que no son como nosotros?

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