“Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: ‘¿Dónde estás?’ ” (Génesis 3:9)
La misión encuentra su origen y su finalidad únicamente en Dios. Esta misión no comenzó con el llamado a Abram (Génesis 12:1-4) ni con el Éxodo (Éxodo 12:31-42). Ni siquiera comenzó con Jesucristo en la Tierra (Mateo 1:18-25) ni con los viajes misioneros de Pablo (Hechos 13:4-14:26). Esta misión comenzó con Dios mismo, cuando trajo a la existencia el Universo y luego creó a la humanidad (Génesis 1:26, 27).
En las Escrituras, vemos a un Dios que intencionalmente se acerca a sus hijos y desea estar con ellos. Desde el principio, establece una relación con Adán y con Eva. Aun después de la entrada del pecado, él continúa con su misión. Pero esa misión ahora es restablecer su relación con la humanidad. Finalmente, la misión de Dios se cumplirá (Apocalipsis 21-22), y por esta razón debemos motivarnos en la labor de proclamar el evangelio eterno al mundo (Apocalipsis 14:6, 7).
El fundamento de todo esfuerzo misionero; por lo tanto, debe centrarse en una relación con el Creador y en la comprensión adecuada de su naturaleza y su carácter misioneros. Pero antes de entender la misión de Dios, es esencial entender mejor al Dios de la misión.
I. EL DIOS QUE NOS ALCANZA
Dios nos creó a su imagen y semejanza. Nos dio un mundo perfecto, y su propósito era que viviéramos en perfecta conexión con él; una relación centrada en su atributo más precioso: el amor. Pero, para que el amor sea real, Dios también nos dio otro don precioso: el libre albedrío, la libertad de elegir qué camino seguir. Por supuesto, Dios dio instrucciones claras a Adán y a Eva sobre el peligro y las consecuencias mortales de la desobediencia (Génesis 2:16, 17). Satanás, por su parte, persuadió engañosamente a Eva que ella podía comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal sin ningún resultado negativo; al contrario, afirmó: “Serán como Dios, conocedores del bien y del mal” (Génesis 3:5). Por desgracia, Eva eligió comer y le ofreció el fruto a Adán, quien tomó la misma decisión. La Creación perfecta, entonces, se manchó de pecado.
Ese momento cambió el plan y el propósito originales de Dios para el recién creado planeta Tierra. La misión de salvación, que había sido planificada “antes de la creación del mundo” (Efesios 1:4), ahora tenía que ser implementada.
"Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar". Génesis 3:9-15.
¿Cuáles fueron las primeras palabras de Dios a Adán después de que él y Eva cayeran, y por qué esa declaración es tan significativa desde el punto de vista teológico, incluso hoy?
Por supuesto, Dios sabía exactamente dónde estaban. Dominados por el miedo, Adán y Eva eran quienes necesitaban ver lo que estaba pasando. Pero también necesitaban ser confrontados para que pudieran comprender las terribles consecuencias de su pecado. También Satanás debía ser derrotado. Para ello, Dios comenzó a presentar su misión: el plan de redención (ver Génesis 3:14, 15), la única esperanza de reconciliar “consigo al mundo” (2 Corintios 5:19).
Sin embargo, debemos prestar mucha atención al hecho de que, antes de la confrontación y de la promesa de reconciliación, Dios fue en busca de la humanidad caída. A pesar de la situación aparentemente desesperada, Dios aborda esencialmente dos cuestiones en su pregunta a Adán: nuestro estado caído y su naturaleza misionera. Estamos perdidos y necesitamos desesperadamente la salvación. Él es quien sale a nuestro encuentro decidido a salvarnos y a estar con nosotros.
A lo largo de la historia, Dios sigue preguntando: “¿Dónde estás?” En tu experiencia personal, ¿qué significa esto para ti y cómo le respondiste?
II. EL DIOS QUE ANHELA ESTAR CON NOSOTROS
"Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti". Génesis 17:7.
"Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre". Génesis 26:3
"He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho". Génesis 28:15.
¿Cuál fue el enfoque principal de la promesa de Dios a Abraham y sus descendientes en estos versículos?
En la narración del Antiguo Testamento, Dios sigue actuando según su naturaleza misionera para cumplir sus propósitos.
Por ejemplo, después del Diluvio, el pueblo de Babel decidió reunirse en un mismo lugar para construir una ciudad y una torre que llegara hasta el cielo. Dios intervino al confundir su lenguaje con el objetivo de dispersarlos por todo el mundo (Génesis 11:1-9). Luego, amplió su misión al llamar a Abram (que más tarde pasó a ser Abraham) a fin de que fuera un canal de sus bendiciones para todo el mundo (Génesis 12:1-3).
Las promesas de Dios a Abraham y a sus descendientes fueron múltiples, pero una se destaca por sobre las demás. Varias veces, básicamente, Dios les declaró: “Seré tu Dios”; “Yo estaré contigo”; “Yo estoy contigo” (ver Génesis 17:7, 8; 26:3; 28:15).
A medida que transcurre la historia, José termina en Egipto, pero como instrumento de salvación para su pueblo. A cada paso de la experiencia de José, incluso en los momentos más difíciles de su vida, la Biblia afirma que “el Señor estuvo con José” (Génesis 39:2, 21, 23). Generaciones más tarde, en cumplimiento de su misión, Dios envió a Moisés ante faraón para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Al “enviar” a Moisés, Dios le dijo: “Ciertamente yo estaré contigo” (Éxodo 3:12, NBLA). Una y otra vez, Jehová confirmó su profundo deseo de estar con su pueblo.
"Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios". Éxodo 29:43-45.
¿Cuál era uno de los principales propósitos del Santuario del Antiguo Testamento?
Dios decidió estar con sus hijos de una manera diferente. Confirmó a Moisés su anhelo de morar entre los hijos de Israel mediante la construcción del Tabernáculo y el establecimiento de un sistema muy deliberado y lleno de propósito, que apuntaría al instrumento supremo de su misión: Jesucristo.
“Las ofrendas de los sacrificios y el sacerdocio del sistema judaico estaban constituidos para representar la muerte y la obra mediadora de Cristo. Todas estas ceremonias estaban desprovistas de significado. No tenían virtud alguna excepto en lo que se referían a Cristo” (Exaltad a Jesús, 18).
¿Cómo experimentas la presencia de Dios en tu vida?
III. EL DIOS QUE SE HIZO UNO CON NOSOTROS
El Antiguo Testamento presenta la manera en que el Creador comenzó a implementar un plan mediante un pueblo que debía representar su naturaleza y su propósito ante el mundo. Todo lo que Dios hizo fue conforme a su estrategia misionera. Por medio del profeta Isaías, Dios dijo: “Yo soy Dios, y no hay otro; nada hay semejante a mí, que anuncio el fin desde el principio [...]; que digo: ‘Mis planes se cumplirán, y hago todo lo que deseo’ ” (Isaías 46:9, 10). Sin embargo, en el Nuevo Testamento, el deseo de Dios de estar con la humanidad adquiere una nueva dimensión. Mediante la encarnación de Cristo, lo que era solo una promesa en el Jardín del Edén (Génesis 3:15) se convierte en realidad.
"El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel que traducido es: Dios con nosotros". Mateo 1:18-23.
¿Qué cosas esenciales nos dice este relato sobre Dios?
“Dios con nosotros”. Emanuel. Dios había habitado entre su pueblo en el Santuario, y ahora habitaba con él en la persona física de Jesús de Nazaret. En efecto, con el nacimiento de Jesús, Dios presentó de forma concreta su continuo deseo de estar con nosotros en naturaleza y misión: el Hijo de Dios era plenamente humano y plenamente divino, y es aquel que afirmó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer". Juan 1:14 al 18.
¿Qué puedes aprender, a partir de la encarnación de Cristo, acerca de la misión de Dios en favor de nosotros?
Dios siguió adelante con su misión y luego, por medio de Jesucristo, se hizo presente en la carne entre sus hijos. El “unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14) cumplió las profecías del Antiguo Testamento y, según el plan divino, se hizo uno con nosotros, Dios en carne humana. El Dios de la misión seguía cumpliendo su propósito.
Piensa en lo que significa que el amor de Dios por nosotros sea tan grande como para venir a nosotros en nuestra propia humanidad. ¿Cómo debemos responder a este amor, especialmente en cuanto a hacer obra misionera por los demás?
IV. EL DIOS QUE SIGUE ESTANDO CON NOSOTROS
La vida y el ministerio de Jesús fueron la revelación suprema de Dios. En unos tres años, Dios pudo revelar más sobre quién era él y en qué consistía su misión que en todo lo que había hecho mediante los demás métodos en las ge- neraciones anteriores. Cristo era la perfecta “imagen del Dios invisible”, aquel en quien “habitase toda su plenitud [...] haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:15, 19, 20). En Cristo, la naturaleza misionera de Dios se dio a conocer por completo. Jesús mismo reveló su misión al decir: “El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
Lee Juan 3:16 y reflexiona detenidamente sobre el mensaje. ¿Cómo ves que interactúan aquí el amor y la misión de Dios?
Más adelante en su ministerio, cuando Jesús se acercaba a su última semana de vida, el destino final de la humanidad estaba en juego. Los acontecimientos que tuvieron lugar durante esos días conectaron la expectativa del pasado con la esperanza del futuro. Durante la celebración de la Pascua (que señalaba la liberación de la opresión en Egipto), Jesucristo, el Dios encarnado, entregó su vida para librarnos de la esclavitud del pecado. El apóstol Pablo escribió: “Al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros llegásemos a ser justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
En Mateo 28:18 al 20. ¿Cuál es la promesa que podemos encontrar en la Gran Comisión? ¿Qué seguridad nos da al comprometernos con la misión de Dios?
La muerte de Cristo fue parte del proceso de reconciliación, no su fin. Mediante su resurrección, Jesús venció la muerte y recibió “toda autoridad [...] en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18). En vista de esta realidad, encomendó a todos sus seguidores que hicieran discípulos en todo el mundo, con una promesa asombrosa: “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
¿De qué manera experimentaste en tu propia vida el cumplimiento de la promesa de Jesús de estar “con ustedes todos los días” cuando te dedicas a la misión?
V. EL DIOS QUE VOLVERÁ POR NOSOTROS
Lee Juan 14:1 al 3. ¿En qué medida este pasaje se vincula con el mensaje del tiempo del fin que se encuentra en las Escrituras?
Durante su ministerio terrenal, una de las promesas más preciosas de Cristo, la bendita esperanza, refleja una vez más el deseo del Creador de estar con noso- tros por toda la eternidad. Jesús afirmó: “Vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, ustedes también estén” (Juan 14:3).
Según el apóstol Juan, la promesa finalmente se hará realidad. “Y oí una gran voz del cielo que decía: ‘El santuario de Dios estará con los hombres. Él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos, y será su Dios’ ” (Apocalipsis 21:3).
“La obra de la Redención será completada. Donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia de Dios. La Tierra misma, el mismo campo que Satanás reclama como suyo, quedará no solo redimida sino también exaltada. [...] Aquí, donde el Hijo de Dios residió temporalmente en forma humana; donde el Rey de gloria vivió, sufrió y murió; aquí, cuando haga nuevas todas las cosas, estará ‘el tabernáculo de Dios con los hombres’. [...] Y, a través de las edades sin fin, mientras los redimidos anden en la luz del Señor, lo alabarán por su Don inefable: Emanuel, ‘Dios con nosotros’ ” DTG, 18.
Aquí encontramos el cuadro más hermoso de la Redención. El Dios de la misión finalmente cumplirá su deseo de estar con sus hijos por la eternidad. ¡Qué tremendo privilegio formar parte de esta realidad!
Desafíos semanales. Durante este trimestre, estás invitado a comprometerte conscientemente con la misión de Dios. Esta será una oportunidad para ver y experimentar al Dios de la misión obrando en tu vida. Aprovecha este momento para la reflexión personal y prepárate para compartir semanalmente lo que has aprendido con tu clase. Además, el desafío avanzado te animará a ampliar tu participación en la misión de Dios.
Desafío: Ora todos los días de la semana que viene para que Dios abra tu corazón a fin de ser parte de su misión.
Desafío avanzado: Averigua el nombre de alguna persona con la que te relacionas pero que todavía no conoces: un vecino, un compañero de trabajo, un comerciante, un conductor de autobús, un conserje, etc. Comienza a orar por él o ella todos los días.
CONCLUSIÓN
“El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, un plan formulado después de la caída de Adán. Fue una ‘revelación del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio’ (Romanos 16:25). Fue una manifestación de los principios que desde las edades eternas habían sido el fundamento del Trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre por causa del poder seductor del apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para enfrentar la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo que se comprometió a dar a su Hijo unigénito, ‘para que todo aquel en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16)” DTG, 13, 14.
Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo - "En su contexto inmediato, la afirmación de Jesús 'con' fue dada solo para discipular discípulos. No sería justo para la gran comisión de Mateo decir que el 'con' especial de Jesús fue dado a todos y cada uno de los que se dicen ser cristianos; no fue dado, como a veces decimos, 'incondicionalmente'. Fue dado en forma condiciona, para los cristianos misioneros". Frederick Dale Bruner, Matthew, t 2, the Churchbook (el libro de la iglesia), Mateo 13-28 (Dallas:Word, 1990), 104. Citado en Russell Burrill. Discípulos Modernos para iglesias revolucionarias. Buenos Aires: ACES, 2014, 13.
“Cristo no dijo a sus discípulos que su trabajo sería fácil. [...] Pero no se los dejaría luchar solos. Les aseguró que él estaría con ellos; y que si ellos avanzaban con fe estarían bajo el escudo de la Omnipotencia. [...] Mientras obedecieran su palabra y trabajasen en comunión con él, no podrían fracasar. Vayan a todas las naciones, les ordenó, vayan a las partes más alejadas del Globo habitable, y estén seguros de que aun allí mi presencia estará con ustedes. Trabajen con fe y confianza; porque yo no los olvidaré nunca. Estaré siempre con ustedes, ayudándolos a realizar y cumplir vuestro deber, guiándolos, alentándolos, santificándolos, sosteniéndolos y dándoles éxito en hablar palabras que llamen la atención de otros al Cielo” HAp, 24.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
Piensa en lo que significa que las primeras palabras de Dios a la humanidad caída no hayan sido: “¿Qué has hecho?”, o “¿Por qué me has desobedecido?” En lugar de esto, las primeras palabras fueron: “¿Dónde estás?” ¿Qué consuelo debería darnos esta verdad con respecto a la intención de Dios para con nosotros y nuestros seres queridos?
Piensa en lo que significa que Dios mismo, en la Persona de Jesús, viniera a este mundo para salvarnos. Cristo en la Cruz fue la máxima manifes- tación de Dios como un Dios misionero. ¿Qué nos dice esto acerca de su carácter?
La misión pertenece a Dios. Por lo tanto, él habilitará y capacitará a las personas para la tarea. A la luz de esta realidad, cuando te enfrentas a los desafíos de la evangelización mundial, ¿cómo puedes hacer frente a los sentimientos y las actitudes de incapacidad o miedo?
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