"Los profetas habían comenzado a predecir la destrucción completa de su hermosa ciudad, donde se hallaba el templo edificado por Salomón y donde se concentraban todas sus esperanzas terrenales de grandeza nacional. ¿Sería posible que Dios estuviese por renunciar a su propósito de impartir liberación a quienes pusiesen su confianza en él? Frente a la larga persecución que venían sufriendo los justos, y a la aparente prosperidad de los impíos, ¿podían esperar mejores días los que habían permanecido fieles a Dios?" PR, 283
"Estas preguntas llenas de ansiedad fueron expresadas por el profeta Habacuc. Considerando la situación de los fieles en su tiempo, dió voz a la preocupación de su corazón en esta pregunta: “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que mire molestia, y saco y violencia delante de mí, habiendo además quien levante pleito y contienda? Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale verdadero: por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcido el juicio.” Habacuc 1:2-4." PR, 284.
"Dios respondió al clamor de sus hijos leales. Mediante su portavoz escogido reveló su resolución de castigar a la nación que se había apartado de él para servir a los dioses de los paganos. Estando aún con vida algunos de los que averiguaban acerca del futuro, ordenaría milagrosamente los asuntos de las naciones dominantes en la tierra, y daría ascendencia a los babilonios. Esa potencia caldea “formidable y terrible” (Vers. 7, VM) iba a caer repentinamente sobre la tierra de Judá como azote enviado por Dios. Los príncipes de Judá y los más hermosos de entre el pueblo serían llevados cautivos a Babilonia; las ciudades y los pueblos de Judea, así como los campos cultivados, serían asolados; nada quedaría indemne." PR, 284.
"Confiando en que aun en ese terrible castigo se cumpliría de alguna manera el propósito de Dios para su pueblo, Habacuc se postró sumiso a la voluntad revelada de Jehová. Exclamó: “¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío?” Y luego, como su fe se extendía hasta más allá de las perspectivas penosas del futuro inmediato y confiaba en las preciosas promesas que revelan el amor de Dios hacia sus hijos que manifiestan confianza, el profeta añadió: “No moriremos.” Vers. 12. Con esta declaración de fe, entregó su caso y el de todo israelita creyente, en las manos de un Dios compasivo." PR, 284.
"Y esta no fué la única vez cuando Habacuc ejerció una fe enérgica. En una ocasión, mientras meditaba acerca del futuro, dijo: “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y atalayaré para ver qué hablará en mí, y qué tengo de responder a mi pregunta.” El Señor le contestó misericordiosamente: “Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por tiempo, mas al fin hablará, y no mentirá: aunque se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará. He aquí se enorgullece aquel cuya alma no es derecha en él: mas el justo en su fe vivirá.” Habacuc 2:1-4." PR, 285.
"La fe que fortaleció a Habacuc y a todos los santos y justos de aquellos tiempos de prueba intensa, era la misma fe que sostiene al pueblo de Dios hoy. En las horas más sombrías, en las circunstancias más amedrentadoras, el creyente puede afirmar su alma en la fuente de toda luz y poder. Día tras día, por la fe en Dios, puede renovar su esperanza y valor. “El justo en su fe vivirá.” Al servir a Dios, no hay por qué experimentar abatimiento, vacilación o temor. El Señor hará más que cumplir las más altas expectativas de aquellos que ponen su confianza en él. Les dará la sabiduría que exigen sus variadas necesidades." PR, 285.
"Acerca de la abundante provisión hecha para toda alma tentada, el apóstol Pablo da un testimonio elocuente. Le fué asegurado divinamente: “Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona.” Con gratitud y confianza, el probado siervo de Dios contestó: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis flaquezas, porque habite en mí la potencia de Cristo. Por lo cual me gozo en las flaquezas, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias por Cristo; porque cuando soy flaco, entonces soy poderoso.” 2 Corintios 12:9, 10." PR, 285.
"Debemos apreciar y cultivar la fe acerca de la cual testificaron los profetas y los apóstoles, la fe que echa mano de las promesas de Dios y aguarda la liberación que ha de venir en el tiempo y de la manera que él señaló. La segura palabra profética tendrá su cumplimiento final en el glorioso advenimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, como Rey de reyes y Señor de señores. El tiempo de espera puede parecer largo; el alma puede estar oprimida por circunstancias desalentadoras; pueden caer al lado del camino muchos de aquellos en quienes se puso confianza; pero con el profeta que procuró alentar a Judá en un tiempo de apostasía sin parangón, declaremos con confianza: “Jehová está en su santo templo: calle delante de él toda la tierra.” Habacuc 2:20. Recordemos siempre el mensaje animador: “Aunque la visión tardará aún por tiempo, mas al fin hablará, y no mentirá: aunque se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará... Mas el justo en su fe vivirá.” Vers. 3, 4." PR, 286.
“Dios vendrá de Temán, y el Santo del monte de Parán. Su gloria cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza.
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